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Las Pirámides Egipcias. Fuente Fakhouri Picks

Todos los investigadores padecemos de lagunas en algunos ámbitos del conocimiento que decimos practicar en el seno de una disciplina concreta. Debo reconocer que en mi caso uno de ellos es la mecánica de suelos. Tal temática resulta ser de suma importancia en ingeniería civil como lo es la construcción de obras públicas.  De hecho soy tan ignorante que unos colegas ingleses  de la Universidad de Cranfield me sorprendieron, cuando comentaron en un Meeting que se habían visto obligados por el gobierno ultra-neoliberal de Margaret Thatcher (otro caballo/yegua de Atila que asoló parte del sistema de I+D+i en el Reino Unido, a finales del siglo XX) a investigar sobre la tracción de los Land Rover. Eso sí “la Tacher” consiguió el odio unánime de todos los científicos de aquel país, muchos de los cuales fueron obligados a emigrar de este Estado bandera en lo que concierne a la indagación científica. Pues bien, la noticia de hoy se me antoja sumamente interesante por cuanto, al parecer, el enigma de la construcción de las Pirámides de Egipto parece haber sido resuelto, al menos en parte. Y ello fue posible debido a que la civilización egipcia atesoraba “ingenieros” con conocimiento sobre la mentada mecánica de suelos en aquellos hostiles espacios extremadamente áridos. El sistema que utilizaron fue de lo más original, ya que cuando existen conocimientos e ingenio, la tecnología necesaria no tiene por qué ser muy sofisticada. Pues bien, con una especie de trineos, y mojando los suelos áridos del desierto con cantidades precisas de agua, tamaña proeza ingenieril fue posible, arrastrando enormes bloques de piedra imposibles mediante la tracción humana, por si sola. Existía pues otro tipo de obreros a los que hoy se denominaría aguadores.

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¿Donde está la clave de la Noticia en este mural egipcio?. Fuente: El Periódico

Resulta palmario que cuanto más se profundiza y descubre sobre los saberes de las culturas ancestrales, resulta imposible dejar de reconocer que sin los conocimientos adecuados del medio edáfico, no habrían logrado llevar a cabo aquellas construcciones, verdaderas  maravillas del mundo ante las cuales hoy nos quitamos el sobrero. Y poco puedo añadir más, ya que la noticia parece estar muy bien redactada y no es cuestión de repetir su contenido con otras palabras. Aquí abajo os dejo pues su contenido.

Juan José Ibáñez

El misterio de la construcción de las pirámides de Egipto, resuelto

La Gran Pirámide de Giza, la única de las siete maravillas del mundo que queda en pie, es quizás la construcción más estudiada de la historia. Pero, por mucho que se ha especulado sobre el asunto, el modo en que los egipcios lograron edificar ésta y otras pirámides sigue siendo uno de los mayores misterios de la arqueología.

FUENTE | El Confidencial 06/05/2014

 Teniendo en cuenta que en la época no existían excavadoras ni grúas, mover dos millones de bloques de piedras de más de dos toneladas de peso cada uno debió ser una empresa titánica, imposible de realizar sin algún tipo de ingenio que permitiera desplazar las piedras por el desierto. Se sabe que los egipcios conocían los trineos, que aparecen en numerosas pinturas murales, pero aún seguía siendo un enigma cómo los obreros lograban desplazar bloques de tanto peso, que a buen seguro se hundirían en la arena.

Lo que acaba de descubrir un equipo de físicos holandeses, liderado por el profesor Daniel Bonn de la Universidad de Ámsterdam, es que los egipcios usaban un truco simple y efectivo para facilitar el paso de los pesados trineos de madera cargados con piedras: humedecer la arena por la que se deslizaban. Lo más curioso del hallazgo, es que el truco ha estado años delante de los investigadores sin que nadie reparara en él. Cualquiera puede observar en la pintura de una de las paredes de la tumba de Djehutihotep, jefe de una de las regiones del Alto Egipto durante los reinados de Amenemhat II, Sesostris II y Sesostris III (1914-1852 a.C.), cómo una persona situada en la parte delantera del trineo arroja agua sobre la arena. Teniendo en cuenta que en la época no existían excavadoras ni grúas, mover dos millones de bloques de piedras de más de dos toneladas de peso cada uno debió ser una empresa titánica, imposible de realizar sin algún tipo de ingenio que permitiera desplazar las piedras por el desierto.

SE NECESITABAN LA MITAD DE OBREROS

Para comprobar si echar agua a la arena servía para desplazar con más facilidad los bloques de piedra por el desierto, los físicos construyeron en el laboratorio un trineo en miniatura y experimentaron con éste. En presencia de la correcta cantidad de agua, la arena húmeda del desierto es en torno a dos veces más firme que la arena seca, concluyeron los físicos. Y esto hace que la fuerza necesaria para mover el trineo se reduzca a la mitad, sencillamente porque la arena no se acumula delante del vehículo y la fricción es menor. La razón es que cuando se agrega agua a la arena surgen los llamados puentes capilares, pequeñas gotitas de agua que unen a los granos entre sí. La técnica, en cualquier caso, es más sofisticada de lo que parece: si la arena se humedece demasiado mover el trineo es aún más difícil. «Si utilizas arena seca, no va a funcionar, pero si la arena está demasiado húmeda, tampoco«, asegura Bonn. «Hay una rigidez óptima».

La cantidad necesaria de agua depende del tipo de superficie pero, según el físico holandés, la proporción óptima se sitúa entre el 2 y el 5% del volumen de arena. «Parece que mojar la arena del desierto egipcio permitía que se redujera la fricción lo suficiente como para necesitar la mitad de gente para mover el trineo en comparación con la tierra seca», asegura Bonn.

UN DESCUBRIMIENTO DE LA ANTIGÜEDAD QUE PUEDE SER ÚTIL HOY

El estudio, que se ha publicado en la revista Physical Review Letters, resuelve uno de los grandes misterios de la antigüedad, pero además podría tener aplicaciones prácticas para la ingeniería contemporánea. Según los investigadores, el hallazgo podría ayudarnos a entender mejor el comportamiento físico de los materiales granulares como la arena, pero también el asfalto, el hormigón y el carbón, lo que permitiría el desarrollo de formas más eficaces de transportar estos materiales. Y esto no es baladí: el desplazamiento de estos cuatro elementos representa alrededor del 10% del consumo de energía del mundo.

Autor:   Miguel Ayuso

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