Recientemente se ha encontrado un inmenso acuífero muy profundo en parte de la cuenca amazónica y territorios colindantes. Se trata de un gran hallazgo, nadie lo duda. Ahora bien, puede estar comenzando a contaminarse antes de conocer su estructura, dinámica y posibilidades de uso sostenible.

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Océano amazónico. Fuente: Taringa

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 Mato Gosso; Fuente Wikimedia

  En un post precedente que llevaba por título: “La Investigación del Manejo del Suelo y los Resultados de Estudios Peligrosos (Confundentes), ya comentábamos al criticar la siguiente noticia “Deep, permeable soils buffer impacts of crop fertilizer on Amazon streams, study” que “si tenemos al menos en cuenta el conjunto del sistema suelo-regolito-acuífero (….) los investigadores que han llevado a cabo el estudio reconocen (…) que las capas profundas deben actuar como ambientes buffer o tampón reteniendo los contaminantes y fertilizantes que causan graves problemas en los perfiles del suelo más someros de Europa o EE.UU., por citar dos ejemplos. Sin embargo, sería sumamente irresponsable pensar que (i) todas las profundas coberturas edáficas de la región estudiada en Brasil reaccionan de la misma manera; (ii) que el proceso no pueda revertirse con el tiempo y (iii) que los resultados induzcan a inferir que se pueden añadir elevadas dosis de fertilizantes a estos ecosistemas que, dicho sea de paso, debieran ser conservados como patrimonio de la humanidad en lugar de ser presa de la deforestación, con las agresivas prácticas de la agricultura industrial”. La crítica iba dirigida hacia el comentario vertido en el primer enlace en el que se señalaba/defendía” The often damaging impacts of intensive agriculture on nearby streams, rivers, and their wildlife has been well documented in temperate zones, such as North America and Europe. Yet a new study in an important tropical zone—the fast-changing southern Amazon, a region marked by widespread replacement of native forest by cattle ranches and more recently croplands—suggests that at least some of those damaging impacts may be buffered by the very deep and highly permeable soils that characterize large areas of the expanding cropland”. Dicho de otro modo, que los suelos profundos del Mato Grosso, por su gran profundidad y permeabilidad retenían los contaminantes (agroquímicos) producidos por la agricultura industrial, sin verterlos a las aguas corrientes, de lo cual terminaba infiriéndose a cerca de sus bondades con vistas a que tales prácticas agrícolas no contaminaran las aguas y como corolario deñaran al medio ambiente y la salud humana. También comentamos que lo que podía acaecer en el futuro era lo que se denomina “bomba química del tiempo”. Pues bien posteriormente otra noticia, independiente de la primera, y que llevaba por título:” La Amazonia tiene un océano subterráneoy en la que puede leerse “La Amazonia posee una reserva de agua subterránea con un volumen calculado en más de 160 billones de metros cúbicos” (…) Ese volumen es 3,5 veces mayor que el del Acuífero Guaraní, un reservorio subterráneo de agua dulce que abarca territorios de Uruguay, Argentina, Paraguay y fundamentalmente Brasil, con 1.200.000 kilómetros cuadrados (km²) de extensión. «Esa reserva subterránea representa más del 80% del total de agua de la Amazonia (…) En razón de los procesos geológicos acaecidos durante ese período, quedó depositada en las cuatro cuencas una extensa cobertura sedimentaria, con espesores del orden de miles de metros. Pues bien el misterio de la capacidad tampón de estos suelos muy permeables y profundos comienza a clarificarse, aunque posiblemente los autores de ambos estudios no comprendan el riesgo del que ya advertimos en nuestro post. Resulta factible conjeturar, al leer ambos estudios que, el agua cargada de agroquímicos desciende hacia el inmenso acuífero subyacente, en donde los contaminantes se diluyen en la ingente cantidad de recursos hídricos que alberga. Ahora bien, si se siguen echando agroquímicos sin control y comienza a explotarse el acuífero intensamente, la capacidad de dilución disminuirá, pudiendo causar un enorme problema ambiental y salubrista. Eso sí puede tardarse bastante tiempo, si el territorio no se convierte rápidamente en un paraíso colosal con vistas a la producción de biocombustibles y cultivos transgénicos. De ser así, como comienza a suceder, añadir ingentes cantidades de pesticidas y fertilizantes el acuífero, aun mal conocido comenzará a contaminarse, tarde o temprano.

Tal hecho, vuelve a poner sobre la mesa la necesidad de que la edafología actual converja hacia la iniciativa denominada zona crítica terrestre, de la cual hemos escrito numerosos post en la categoría que lleva tal nombre. La comprensión de los procesos naturales avanzará aunando las perspectivas ofrecidas por disciplinas diferentes y sus correspondientes sinergias, en lugar de mantenerlas en compartimentos estanco, tal como parece deleitar va muchos edafólogos.  Un problema estriba en que tal conexión subterránea podría  pasar de convertirse de bendición a maldición, surgiendo una futura contaminación local a miles de kilómetros de distancia de donde se añadieron los agroquímicos. La decisión más racional sería conocer primero tal estructura espacial de tal mar subterráneo, para posteriormente tomar las decisiones oportunas que condujeran a una explotación sostenible. Sin embargo me temo que el proceso que comienza a acaecer es el contrario. También cabe señalar que por su antigüedad y singularidad, tal preciado recurso puede deparar el descubrimiento de organismos y procesos evolutivos que aún desconocemos. La ideología imperante de las multinacionales resulta ser primero dispara y luego pregunta. Se trata de un tema más que inquietante.

Juan José Ibáñez

La Amazonia tiene un océano subterráneo

La Amazonia posee una reserva de agua subterránea con un volumen calculado en más de 160 billones de metros cúbicos, de acuerdo con la estimación de Francisco de Assis Matos de Abreu, docente de la Universidad Federal de Pará (UFPA), dada a conocer durante la 66ª Reunión Anual de la Sociedad Brasileña para el Progreso de la Ciencia (SBPC), que culminó en el campus de la Universidad Federal de Acre (UFAC), en la localidad de Rio Branco, norte de Brasil.

FUENTE | Noticias de la Ciencia 19/09/2014

Ese volumen es 3,5 veces mayor que el del Acuífero Guaraní, un reservorio subterráneo de agua dulce que abarca territorios de Uruguay, Argentina, Paraguay y fundamentalmente Brasil, con 1.200.000 kilómetros cuadrados (km²) de extensión. «Esa reserva subterránea representa más del 80% del total de agua de la Amazonia. El agua de los ríos amazónicos, por ejemplo, representa solamente el 8% del sistema hidrológico del bioma, y las aguas atmosféricas tienen aproximadamente el mismo porcentaje de participación«, dijo Abreu durante el evento.

Sin embargo, el conocimiento sobre ese ‘océano subterráneo’, es todavía muy escaso y debe perfeccionarse, tanto para evaluar la posibilidad de utilización para el abastecimiento humano como para preservarlo, en razón de su importancia para el equilibrio del ciclo hidrográfico regional. De acuerdo con Abreu, las investigaciones sobre el Acuífero Amazonia empezaron hace tan sólo 10 años, cuando él y otros científicos de la UFPA y de la Universidad Federal de Ceará (UFC) realizaron un estudio sobre el Acuífero Alter do Chão, en el distrito de Santarém (estado de Pará). Dicho estudio indicó que el acuífero, ubicado en medio del escenario de una de las más bellas playas fluviales del país, tendría un depósito de agua dulce subterránea con un volumen estimado en 86,4 billones de metros cúbicos.

«Nos sorprendieron enormemente los resultados del estudio y entonces resolvimos profundizarlos. Para nuestro asombro
, descubrimos que el Acuífero Alter do Chão integra un sistema hidrogeológico que comprende las cuencas sedimentarias del Acre, del Solimões, del Amazonas y del Marajó. Juntas, esas cuatro cuencas poseen aproximadamente una superficie de 1.300.000 kilómetros cuadrados«, dijo Abreu. Ese sistema hidrogeológico, denominado por el investigador y sus colaboradores Sistema Acuífero Grande Amazonia (Saga), empezó a formarse a partir del período Cretácico, hace alrededor de 135 millones de años.

En razón de los procesos geológicos acaecidos durante ese período, quedó depositada en las cuatro cuencas una extensa cobertura sedimentaria, con espesores del orden de miles de metros, explicó Abreu. «El Saga es un sistema hidrogeológico transfronterizo, toda vez que abarca otros países de América del Sur. Pero en Brasil se ubica el 67% del sistema», dijo. Con todo, una de las limitaciones para la utilización del agua disponible en el reservorio radica en la precariedad del conocimiento concerniente a su calidad, apuntó el investigador. «Pretendemos recabar información sobre la calidad del agua hallada en ese depósito para verificar si es apropiada para el consumo».

«Estimamos que el volumen de agua del Saga que podrá utilizarse a mediano plazo para el suministro humano e industrial, o para la irrigación agrícola, será muy pequeño, en razón del tamaño de la reserva y de la profundidad de los pozos construidos actualmente en la región, que no superan los 500 metros y tienen un caudal elevado, de 100 a 500 metros cúbicos por hora», dijo.

A juicio de Abreu, debido a que ese depósito subterráneo representa un 80% del agua del ciclo hidrológico de la Amazonia, urge tenerlo como una reserva estratégica para el país. «En la interacción entre la selva y los recursos hídricos, asociada al movimiento de rotación de la Tierra, la Amazonia transfiere alrededor de 8 billones de metros cúbicos de agua anuales hacia otras regiones de Brasil. La población que vive acá en la región no utiliza esa agua, que representa un servicio ambiental colosal que presta este bioma al país, toda vez que sostiene al agronegocio brasileño y al régimen de lluvias, éste a su vez encargado de llenar los reservorios productores de hidroelectricidad en las regiones sur y sudeste del país«, analizó.

De acuerdo con Ingo Daniel Wahnfried, docente de la Universidad Federal de Amazonas (UFAM), uno de los principales obstáculos para estudiar el Acuífero Amazonia reside en la complejidad del sistema. Como el reservorio está compuesto por grandes ríos, con capas sedimentarias de distintas profundidades, resulta difícil definir los datos de flujo del agua subterránea para todo el sistema hidrogeológico amazónico, por ejemplo.

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4 comentarios

  1. Impresionante, sencillamente impresionante lo aquí abordado sobre las aguas debajo del Amazonas.
    Habrá que cuidar muy bien ese reservorio e impedir que la codicia humana eche manos de ese invaluable recurso.
    Felicidades a quienes han colaborado a divulgar el tema.
    Saludo desde Chiapas, México.

  2. Muy interesante; por otro lado, hace recordar los trabajos de los científicos Nobre, Makarieva y Gorshkov sobre lo que ellos han denominado “Ríos voladores”: si se estima que en la selva amazónica existen entre 400 y 600 mil millones de árboles, significa que estos transfieren cada día unos 20 mil millones de toneladas de agua a la atmósfera. Esto es que aunque no lo vemos, entre la selva y la atmósfera circula un río más grande que el río Amazonas, que cada día deposita 17 mil millones de toneladas de agua en el océano.

    Saludos desde la amazonia colombiana.

  3. Hola Javier. «Ríos de agua» si es una buena metáfora para la evaporación de la selva amazónica.

    Desde el tórrido y seco calor de España en verano.
    Juanjo Ibáñez

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