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Cronología de civilizaciones pre-colomb-inas, a n. e. y d. n. e. Los monumentos de Sechin Bajo, Casma, Perú. Febrero de 2008

Cuando el Papa Alejandro “decretó”, desde el Vaticano, que se había descubierto un Nuevo Mundo, se generó una “visión” del mismo y de quienes eran sus habitantes. Tal perspectiva ha trascendido sin grandes cambios hasta la fecha, bajo diferentes pseudo-dogmas, siendo una de las áreas del conocimiento humano que más la ha vivido, la antropología. Conviene recordar que aun en 1959, nadie creía en la posibilidad del origen africano del ser humano, a pesar de que ya había sido sugerida por Charles Darwin.

Uno de esos falazmente denominados dogmas fue engendrado por Alex Hrdlicka, a principios del siglo pasado, defendiendo que el hombre asiático lo había colonizado, durante la última glaciación, llegando por el estrecho de Bering. Tal posibilidad ha sido contundentemente defendida en los libros de texto y hasta en algunos de historia, del prestigioso Colegio de México, a pesar de las opiniones disidentes  de Rivet y Krickeberg, así como también de las investigaciones llevadas a cabo por De Sahagún. En consecuencia, los habitantes de más al norte “debían”, dada su antigüedad, atesorar un mayor desarrollo cultural que los del sur, pero no fue así, como se observa en la gráfica que encabeza el post. Las barras grises corresponden a culturas norteamericanas. Inclusive en el sur de las Américas se observa simultaneidad, existiendo evidencias de transferencia cultural y tecnología desde el sur hacia el norte.

Por cierto el descubrimiento de edificaciones en Sechin Bajo (Perú) con 5 500 años de antigüedad, refuerzan la posibilidad de un mayor desarrollo cultural en el hemisferio sur.

Contextualizando, hace 65 Millones de años, durante el Cenozoico parece ser que aparecieron los primates, situándose el continente sudamericano casi a la mitad de la distancia actual del africano. En el Mioceno, hará unos 35 millones de años, tales masas de tierra, al parecer, permanecían relativamente próximas, según parecen testificar ciertos fósiles de Perú y Libia, que muestran el origen africano de nuestros peludos parientes, es decir los monos de Sudamérica.  Como gran parte de su biota son muy similares, inclusive hay autores que son de la opinión de que hasta hubo intercambios ancestrales entre ambos continentes.

Además la unión entre el norte y el sur del “nuevo mundo” es geológicamente reciente. El descubrimiento, no hace mucho tiempo, de piezas dentales de  monos, con veintiún millones de años de antigüedad en América del norte, procedentes de Sudamérica, si bien no confirma la presencia simultánea de ancestros del “animal humano”, si plantea esa posibilidad.

Pero la puntilla que acabó con el pseudo-dogma del presumido tránsito por el estrecho de Bering, fue un estudio genómico realizado en México y publicado por Silva-Zolezzi y colaboradores (PNAS del 2009). Estos autores afirman la inexistencia de rastros genéticos de dichos ancestros, en la población de descendientes de indígenas mexicanos, con genes únicos y muy diversos, quizá propios de su gran antigüedad en el continente.

Un corolario interesante de estas disquisiciones sería la imposibilidad de encontrarlos más al sur y por ende ratificar su efecto colonizador. Todo ello me obliga a pensar otras alternativas, para la intrusión del mono desnudo en las Américas  y su posible antigüedad. Cabe recordar el caso, un poco lejano en tiempo y espacio, del hombre de Xuchang, publicado este año y que para los investigadores chinos es una nueva especie, independiente de las africanos con 105.000 a 125.000 años de antigüedad y ancestros del chino moderno del norte. Pocos días antes de escribir este post, ha sido editada la siguiente noticia: Alguien vivía ya en América hace 130,000 años.

La historia del poblamiento humano de las Américas aún permanece por “descubrir”.  

Regulo León Arteta

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