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Imagen colaje Google imágenes (Yelowstone History)

Los edafólogos sabemos bien, y actualmente más que en el pasado,  que la edafogénesis no se detiene, ya que en la Tierra todo evoluciona y se transforma,  nada es estático, y como corolario cambian sus factores formadores. ¿No ocurre lo mismo en los ecosistemas?. ¡Por supuesto que sí?! Pero ¿y si el ambiente fuera realmente estable?. ¡Tal vez, quizás!. Sin embargo, todo apunta  a que tal estabilidad resulta ser una quimera. Como ya os comenté en este post: “Sociología de la Ciencia: Verdades y Falsas Verdades en Ciencia: Los Tópicos Impregnantes”, por desgracia, no es inusual que ciertas aserciones erróneas, permanezcan incrustadas en la bibliografía científica”, sin que nadie las refute hasta que alguien en un momento dado súbitamente alguien demuestra su  falsedad, con acierto o usando un oportunismo y /o ejemplo desafortunado.  Este es el caso de la primera noticia que os mostramos hoy: “Adaptation never stops as study challenges long established theory, en la cual los autores del estudio, se ufanan de haber descubierto que todo cambia y cambia sin cesar, por mucha estabilidad que nos esforcemos generar “contra-natura”. Y para recordárnoslo está el segundo principio de la termodinámica, ¿o no?. Con tal motivo estos audaces científicos hacen uso de una bacteria archiconocida, monitorizándola a lo largo de 37.000 generaciones en condiciones ambientales muy estables. Supongo que será en el laboratorio. ¡Mamma mia!.  Como acertadamente comentan, tales bacterias se adaptan y cambian, y al hacerlo, alteran las propiedades del medioambiente lo impele a nuevas adaptaciones y así…… Pues bien en la naturaleza, por definición, ni eso. El único estado estable resulta ser el del equilibrio termodinámico, es decir “la muerte”. En el universo conocido no existe nada así, ya hablemos del mundo orgánico o inorgánico, por lo que no merece la pena seguir discutiendo tal gloriosa genialidad.  ¡Mamma mia!.  El estado de equilibrio sería algo como un paisaje de foto fija, mientras que lo que defienden estos señores, se antoja por sus palabras, un atractor de ciclo límite. Pero ni por esas, ya que con el tiempo envejecería hasta la placa Petri, el foco de luz sería distinto, la mesa se pudriría, el edificio terminaría desmoronándose por su alteración natural (biogeoquímica) entre otro billón de posibilidades.

Y para constatar el asunto y zarandear un poco a todos los colegas que creen (puro acto de fe injustificado por los hechos científicos) que se puede reconstruir exactamente un ecosistema., después de una perturbación, os muestro, ahora sí, un maravilloso ejemplo que lleva por título: “La cara más amable de los lobos: así cambiaron el curso de los ríos”. Os recomiendo que la leáis, ya que  el estudio es precioso y desmonta cualquier falacia que sostenga que el tiempo y el ambiente son reversibles. No se trata exactamente del efecto mariposa (no tiene que ser tan caótico), como señalan los autores, pero como metáfora es permisible. Todo cambia sin remisión. Aquellos que tengan fe siempre pueden consolarse/consolarnos (soy agnóstico, que no ateo), con lo del “descanso eterno” (¡Amén!). De la primera y bobalicona noticia, tan solo os he traducido el párrafo esencial. La segunda se encuentra redactada en castellano-español y podéis disfrutarla, ya que es una gozada. Lo dicho, la literatura científica se encuentra repleta de tópicos Impregnantes.

¿Y los lobos?, ¿también cambiaron los suelos? pues va a ser que sí, por sorprendente que parezca: seguro que afectaron sus propiedades, pero (…) o probablemente también su adscripción taxonomía en algunos lugares, por cuanto lo que los autores nos dicen a este respecto es lo siguiente: 

Hubo menos erosión porque la vegetación aumentó y las orillas de los ríos se estabilizaron, los canales de estrecharon, se formaron más pozos y los ríos se mantuvieron más fijos en su curso. Los lobos no solo cambiaron el ecosistema del parque, también su geografía física”.

 Juan José Ibáñez

Continúa……

La cara más amable de los lobos: así cambiaron el curso de los ríos

Adaptation never stops as study challenges long established theory

La evolución no se detiene ni en ecosistemas estables

Adaptation never stops as study challenges long established theory

La adaptación nunca se detiene ya que el estudio desafía la teoría establecida hace mucho tiempo; por Brooks Hays; Washington (UPI) 19 de octubre de 2017

 Científicos australianos afirman haber desacreditado una teoría evolutiva lRGmnte aceptada por la comunidad científica: la suposición de que en un entorno simple y estático, los organismos eventualmente llegarán a un «pico de aptitud», una meseta de adaptación, tras la cual dejarían de evolucionar. Una nueva investigación de la Universidad de Monash sugiere que no existe el pico de la aptitud.

Para comprender mejor los detalles moleculares de la adaptación, los científicos de Monash rastrearon la evolución de la bacteria E. coli en 67,000 generaciones, uno de los experimentos de evolución de más larga duración en la historia de la ciencia.
by Brooks Hays; Washington (UPI) Oct 19, 2017

Scientists in Australia claim to have debunked a long-held evolutionary theory — the assumption that in a simple, static environment, organisms will eventually reach a «fitness peak,» a plateau of adaptation, and stop evolving. New research out of Monash University suggests there is no such thing as a fitness peak.

To better understand the molecular details of adaptation, scientists at Monash tracked the evolution of E. coli bacteria across 67,000 generations — one of the longest-running evolution experiments in science history. The ongoing experiment has been managed by Monash scientists for the last 30 years.

«In our study we found that even though the E. coli populations in our experiment have been evolving in a very simple environment for a long time, they are still adapting to their environment,» Monash researcher Mike McDonald said in a news release. «In other words the fit get fitter.» The findings of McDonald and his colleagues — detailed in the journal Nature — run counter to the long-held assumption of evolutionary theory.

«The established theory tells us that adaptation should have stopped by now,» McDonald said. «Our work shows that this is not the case.»

Researchers hypothesize that as the bacteria adapts, evolves and changes, it alters its environment, thus inspiring more adaptations. If true, evolution may inspire a feedback loop of never-ending adaptation. During the experiment, researchers were able to use high-resolution genomic sequencing technology to track more than 33,000 mutations over the coarse of thousands of generations — the equivalent of more than a million years of human evolution.

Because many diseases and medical problems are adaptations gone awry, an improved understanding of the mechanics of molecular adaptations could help scientists anticipate and combat cancer and other maladies. Such knowledge could also be used to thwart the adaptive abilities of bacterial strains with antibiotic resistance, or to anticipate the impacts of climate change on vulnerable species.

«The insights we provide into the rate, repeatability, and molecular basis of adaptation will contribute to a better understanding of these evolutionary processes and challenges,» McDonald said.

 

La cara más amable de los lobos: así cambiaron el curso de los ríos

El lobo no es siempre el malo del cuento. No es la imagen más reconocida de este depredador, pero apareciendo en el momento y lugares oportunos, los lobos son capaces de generar más vida de la que arrebatan.

En 1995, catorce lobos fueron soltados en el Parque Nacional de Yellowstone después de 70 años extinguidos en la región. En aquellos años, el enorme número de ciervos había reducido gran parte de la vegetación del parque de manera significativa, y con la caza prohibida, los humanos no podían hacer nada por impedirlo. Hasta que decidieron recurrir a los lobos.

La historia de los lobos de Yellowstone es la que aparece siempre como ejemplo para ilustrar cómo puede afectar la inclusión o la desaparición de una especie en un ecosistema. Ahora, ha vuelto a estar en boga gracias a un vídeo viral que ya se ha compartido más de 80.000 veces.

En 1995 año, la caza de ciervos por parte de los nuevos inquilinos del parque llevó a un rápido descenso de la población de la especie más débil. Los ciervos que quedaban, por su parte, procuraron evitar las partes de Yellowstone conquistadas por los lobos, los valles y cañones, donde serían su menú del día.

¿Pero cómo es posible que los lobos cambien la geografía de un lugar? La historia ocurre lentamente y paso a paso. Un efecto mariposa que empezó con catorce nuevos ejemplares en Yellowstone. El segundo paso, fue la recuperación de la naturaleza: gracias a la ausencia de ciervos, esas partes del parque empezaron a regenerarse y crecieron bosques de álamos y sauces. Pero eso solo fue el principio.

Con los árboles y arbustos nacieron más bayas y bichos que atrajeron a nuevas especies: las aves y los castores. Estos nuevos huéspedes construyeron presas que pasaron a ser hábitats también para nutrias, ratas almizcleras y reptiles.

No fue lo único que se consiguió soltando catorce lobos en Yellowstone. Con su llegada, también desaparecieron los coyotes, lo que hizo crecer el número de conejos y ratones. A su vez, llegaron más halcones, zorros, tejones y comadrejas y aumentó la población de águilas calvas y cuervos.

Con la fauna del lugar alterada es cuando tiene lugar el cambio en el comportamiento de los ríos. ¿Cómo es posible? Porque el mayor balance entre depredadores y presas permitió que otras especies prosperaran. Hubo menos erosión porque la vegetación aumentó y las orillas de los ríos se estabilizaron, los canales de estrecharon, se formaron más pozos y los ríos se mantuvieron más fijos en su curso. Los lobos no solo cambiaron el ecosistema del parque, también su geografía física.

LA NATURALEZA DECIDE BIEN

El proceso es mucho más complejo y va más allá de la historia de los lobos. El biólogo Arthur Middleton publicaba en el New York Times que la historia de Yellowstone no era del todo cierta: «Los ciervos son más duros del crédito que les damos y Yellowstone más complejo». Escribía también que, pese a una reducción del 60% de la población de los alces, no estaban lo suficientemente asustados como para dejar de convertir los álamos en su desayuno. El debate estaba abierto. Otros científicos especializados, como el doctor Carl Safina, apuntaba que era difícil ver «cómo un 60% menos de alces podía afectar a la vegetación tanto como antes», según recoge la revista Popular Science. Sin embargo, Middleton coincidía en una cosa: los grandes carnívoros sí que son capaces de crear las «cascadas tróficas».

La cascada trófica es un proceso ecológico que comienza arriba de la cadena alimentaria y cae hasta la parte inferior. Así lo explicaba George Monbiot, escritor y activista medioambiental, en una charla TED de 2013. «Sabemos que los lobos matan varias especies de animales, pero tal vez seamos menos conscientes de que dan vida a muchos otros», exponía. «Las cascadas tróficas nos dicen que el mundo natural es más complejo de los que creíamos, que cuando quitas a los grandes animales te quedas con un ecosistema radicalmente diferente».

Monbiot señalaba como clave la palabra «resalvajización» y su significado: la restauración masiva de los ecosistemas. En Yellowstone tuvo lugar hasta el punto de que en algunas zonas, la altura de los árboles se quintuplicó en tan solo seis años. «La resalvajización significa traer de vuelta algunas de las plantas y animales desaparecidos», contaba Monbiot. «Permite a la naturaleza decidir y la naturaleza, por lo general, decide bastante bien».

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