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Fuente: Colaje Google Imágenes

Tras visionarla, quizás a muchos humanos nos hubiera gustado habitar en un planeta del tipo que se describe en Avatar, la película. Lo que muchos desconocerán es que “aún existen” lugares y pueblos en la Tierra cuyos habitantes disfrutaban de un mundo mágico y placentero semejante, hasta que llegó el Homo tecnológicus subespecie depredator para acabar con tal intolerable felicidad. Hablamos del pueblo Wajãpi, escondido en pequeños y recónditos pedazos de selva amazónica. En un post anterior  (¿El Progreso trae felicidad?. Viajando al jardín del Edén en el Amazonas), ya os comentamos diversos aspectos de su dramática situación, costumbres, agricultura, manejo del suelo, etc. Os recomendamos también la lectura de la siguiente entrega: El Expolio a los Pueblos Indígenas en Aras del Progreso: Los Dongria Kondh, Avatar y James Cameron.

 Lo que cabe preguntarse es si tanto progreso tecnológico nos ha ido separando del verdadero bienestar, en lugar de abrirnos nuevos caminos de paz, harmonía, conocimiento genuino y confort. Francamente, comienzo a sopesarlo muy seriamente. Cuando uno entra en la saga de los sexagenarios y ha vivido/sufrido multitud de experiencias, comienza a valorar que lo mejor que le puede ocurrir a un ser humano, resulta ser simplemente disfrutar de su vida en paz, divertirse a raudales tras cumplir con sus necesidades más básicas, encontrarse rodeado de familia y amigos, sin beligerancia alguna contra otros, contemplar con respeto y amor el universo que le ha ofrecido tanto disfrute, para finalmente despegarse para siempre de nuestro cuerpo material, rodeado de todo lo que quiere. Y todo ello tiene que ver tanto con los bienes que le ofrece su ambiente, como por haber nacido en una cultura tan especial como humilde. El hombre moderno siempre desea más, y confunde lo material con lo espiritual. La vida se nos escurre entre los dedos deseando más dinero, éxitos, un hogar repleto de artefactos, estresados casi siempre a la hora de dar la mejor educación a sus hijos, en competencia/lucha cotidiana con nuestros congéneres. A la postre, el estrés, la depresión y la infelicidad enferman esos mismos cuerpos y almas. La noticia central de hoy lleva el título: “Para la Tribu amazónica el bosque pluvial es el universo entero”.… ya que tienen todo lo que demandan y desean a su alrededor. Como veréis abajo, he traducido rápidamente la noticia científica del suajili publicada en TerradDaily al español castellano usando el ingenio Google, por lo que no esperéis delicatesen lingüísticas.

 Reitero que, por lo que a día de hoy saben los expertos, muchas de las tribus amazónicas fueron más sofisticadas que las que actualmente resisten. Algo ocurrió, según se piensa en 2019, un par de siglos antes de la llegada de los europeos, que arrasaron con todo lo que encontraron a su paso, (¿qué sucedió?). Se desconoce la causa y las fechas precisas, pero gran parte de la cuenca amazónica era un paisaje semi-agrario, rebosante de prácticas agronómicas y manejos de suelos ingeniosos, diversos y sofisticados. ¿Qué paso pues?; ¿Por qué se perdió (ver post: “Los Bosques Amazónicos: ¿Paisajes Prístinos o Paisajes Culturales?”). Posiblemente, muchas de las etnias y pueblos no culturizados ¿?¿? que aún restan en aquellos lares, son el fruto de un retroceso tecnológico, típico de la falta de intercambios culturales, necesidad de huir constantemente del hombre blanco (perdiendo parte de su sedentarismo), pérdida de diversidad de recursos naturales en espacios pequeños, así como también de unas organizaciones sociales dispersas en diminutos poblados, etc. Empero tal hecho no hizo mella en su modo de vida, aunque necesariamente debió cambiar.

 En la película Avatar, se hablaba de una inteligencia natural distribuida por todo el bosque en donde los seres del suelo y las raíces de las plantas, funcionaban como una ciudad, muy inteligente, pero además genuinamente sustentable. En nuestro post: “La Inteligencia de los bosques y su comunicación bajo el Suelo” os explicamos que una nueva corriente de pensamiento, así como evidencias empíricas, parecen constatar que lo narrado en Avatar no resulta ser descabellado, en absoluto, aunque seguramente idealizado.

 Quizás los Wajãpi se encontraban y aun lo hacen (aunque mermados) en su Avatar, y nosotros pensando que es un producto de nuestra calenturienta imaginación. ¡Qué lástima!. Todo lo que podríamos seguir aprendiendo de un pueblo tan respetuoso, afable, feliz y sustentable. Empero preferimos exterminarlos porque somos cultos y sofisticados ¿? ¿?. ¡No tenemos perdón!.  Y por ello los Wajãpi, hartos, nos han declarado la guerra al mundo entero, al menos si se pisan sus dominios. Ya les han engañado demasiadas veces: han dicho ¡basta!.

 Hoy os dejamos pues nuestro más entrañable recuerdo y solidaridad con los Wajãpi, y otras tribus latinoamericanas que sufren los mismos padecimientos y exterminios ante nuestro hipócrita y cómplice desinterés. ¿Un Avatar en la Tierra?. Al parecer antaño así puedo ser, actualmente una quimera.

PD. Observar en la narración como entienden y utilizan el concepto de «cansancio/fatiga del suelo». 

 Juan José Ibáñez

Continúa……

 For Amazon tribe, rainforest is a whole world

By Sebastian Smith
Wai�pi, Brazil (AFP) Nov 6, 2017

When Japarupi Waiapi looks into the dense foliage of the Amazon rainforest, he sees the equivalent of a supermarket, pharmacy, furniture store — and that’s just the beginning. Food like coconuts, roots and bananas grows plentifully. Animals and fish are readily available for hunting, and the bark of many trees has medicinal uses. Just in terms of different wood types, «we see thatch for our roofs, we see bows, we see arrow heads,» Japarupi Waiapi, 45, says in the heart of Waiapi tribal land in eastern Brazil.

Cuando Japarupi Waiapi mira el denso follaje de la selva amazónica, ve el equivalente de un supermercado, una farmacia, una tienda de muebles, y eso es solo el comienzo. Comida como cocos, raíces y plátanos crece abundantemente. Los animales y los peces están disponibles para la caza, y la corteza de muchos árboles tiene usos medicinales. Solo en términos de diferentes tipos de madera, «vemos paja para nuestros techos, vemos arcos, vemos cabezas de flechas», dice Japarupi Waiapi, de 45 años, en el corazón de su hábitat al este de Brasil.

Add to that palm for weaving backpacks, calabash for making bowls, reeds to use as drinking straws, banana leaves as table cloths, animal bones for tools — and all this literally there for the taking.

«We don’t depend on commerce or money,» Japarupi Waiapi says, explaining the tribe’s ancient, self-sufficient way of life, living in isolation from Brazil’s white settlers.

«I tell my son: never put out your hand to the white man. Rely on the forest. Rely on the rivers.»

The Waiapi also believe that just as the planet’s biggest rainforest looks after them, their tribe of 1,200 people is uniquely positioned to guard the Amazon, crucial to regulating global climate, for the rest of the world.

 Añada a esa palma para tejer mochilas, calabaza para hacer cuencos, juncos para usar como pajitas para beber, hojas de plátano como manteles, huesos de animales para herramientas, y todo esto literalmente allí para tomar.

«No dependemos del comercio ni del dinero», dice Japarupi Waiapi, explicando la forma de vida antigua y autosuficiente de la tribu, viviendo aislada de los colonos blancos de Brasil.

«Le digo a mi hijo: nunca extiendas tu mano al hombre blanco. Confía en el bosque. Confía en los ríos».

Los Waiapi también creen que así como el bosque tropical más grande del planeta los cuida, su tribu de 1,200 personas está en una posición única para proteger el Amazonas, crucial para regular el clima global, para el resto del mundo.

For decades, the Waiapi and other indigenous tribes have been under pressure from miners, ranchers and loggers, who consider the «Indians,» as they are universally known in Brazil, a nuisance at best.

Pressure intensified this August when President Michel Temer declared a vast protected reserve around Waiapi territory, called Renca, open to foreign mining.

Temer had to retreat a month later in the face of withering criticism from environmentalists. But the Waiapi say they will keep watch as long as they live.

«This forest we’re in — we’re the ones who preserve it,» said Tapayona Waiapi, 36, who lives at the edge of tribe’s territory.

Durante décadas, los Waiapi y otras tribus indígenas han estado bajo la presión de los mineros, ganaderos y madereros, que consideran a los «indios», como se les conoce universalmente en Brasil, una molestia en el mejor de los casos.

La presión se intensificó en agosto cuando el presidente Michel Temer declaró una gran reserva protegida alrededor del territorio de Waiapi, llamada Renca, abierta a la minería extranjera.

Temer tuvo que retirarse un mes después frente a la crítica fulminante de los ambientalistas. Pero los Waiapi dicen que seguirán vigilando mientras vivan.

«Este bosque en el que estamos, somos nosotros quienes lo conservamos», dijo Tapayona Waiapi, de 36 años, que vive al borde del territorio de la tribu.

– Healing and spirits

Hiking into the rainforest, tribesmen warned reporters to keep their eyes peeled for hazards. One spindly, innocuous-looking plant was said to be so poisonous that the tribesmen, wearing only red loincloths, avoided even getting close.

«This is the Amazon — there could be anything,» Jawaruwa Waiapi, 31, said.

But for those who know where to look, the forest is more friend than foe.

Akitu Waiapi, 24, stopped every 20 yards (meters) to point out the benefits of yet another tree. The bark from one helps cure diarrhea, another lowers fever, while a third aids the scarring process.

Caminando hacia la selva, los miembros de la tribu advirtieron a los reporteros que mantengan los ojos bien abiertos por los peligros. Se decía que una planta delgada y de apariencia inocua era tan venenosa que los miembros de la tribu, que vestían solo taparrabos rojos, evitaban acercarse siquiera.

«Este es el Amazonas, podría haber cualquier cosa», dijo Jawaruwa Waiapi, de 31 años. Pero para aquellos que saben dónde mirar, el bosque es más amigo que enemigo.

Akitu Waiapi, de 24 años, se detuvo cada 20 yardas (metros) para señalar los beneficios de otro árbol más. La corteza de uno ayuda a curar la diarrea, otro reduce la fiebre, mientras que un tercero ayuda al proceso de cicatrización.

Many of the trees had already had strips of bark removed.

«There are a lot of medicinal elements in the forest and when people need them they just come and get them,» Akitu Waiapi said.

Invisible, but just as present for the animist Waiapi are the spirits inhabiting trees and rivers and animals.

The tribesmen pointed out one of the giants of the forest, the Dinizia excelsa tree, a hardwood which the Waiapi call peyryry. The tree, flanked by massive roots, rose as broad and tall as a castle tower.

De muchos de los árboles ya habían extraído tiras de corteza.

«Hay muchos elementos medicinales en el bosque y cuando la gente los necesita, simplemente vienen a buscarlos», dijo Akitu Waiapi.

Invisible, pero igual de presente para el animista Waiapi son los espíritus que habitan en árboles, ríos y animales.

Los miembros de la tribu señalaron a uno de los gigantes del bosque, el árbol Dinizia excelsa, una madera dura que los Waiapi llaman peyryry. El árbol, flanqueado por enormes raíces, se alzaba tan ancho y alto como la torre de un castillo.

«That one has a whole invisible community (of spirits),» Jawaruwa Waiapi said. «There’s everything in there. We can’t see it.»

– Message from the animals –

Ironically, Waiapi agriculture relies on cutting down trees, but they do this sustainably.

Like many other indigenous peoples around the world, the tribe uses a technique called slash-and-burn or swidden, where a patch of forest is cut down and the dead trees are left to dry before being burned to clear new ground.

«La naturaleza tiene una comunidad entera invisible (de espíritus)», dijo Jawaruwa Waiapi. «Todos están allí. No podemos verlo».

– Mensaje de los animales –

Irónicamente, la agricultura de Waiapi depende de la tala de árboles, pero lo hacen de forma sostenible.

Al igual que muchos otros pueblos indígenas de todo el mundo, la tribu utiliza una técnica llamada tala y quema o se arrastra, donde se tala un trozo de bosque y los árboles muertos se dejan secar antes de ser quemados para abrir nuevos clros en el bosque.

The ash helps fertilize the soil which is then planted, mostly with their staple food cassava. Once the soil is exhausted, the Waiapi leave the patch fallow, move on and carve out another.

On a large scale, slash-and-burn can devastate the environment. However, when performed by such a small tribe in a big area, the cleared patches are given time to recover, creating a healthy cycle.

Japarupi Waiapi says his people know how to maintain the balance, moving village as soon as «the land is tired, the river is tired.»

Las cenizas ayudan a fertilizar el suelo que luego se planta, principalmente con su yuca. Una vez que el suelo está agotado, los waiapi dejan el parche en barbecho, avanzan y tallan otro.

A gran escala, la tala y quema puede devastar el medio ambiente. Sin embargo, cuando los realiza una tribu tan pequeña en un área grande, los parches eliminados reciben tiempo para recuperarse, lo que crea un ciclo saludable.

Japarupi Waiapi dice que su gente sabe cómo mantener el equilibrio, moviéndose en la aldea tan pronto como «la tierra está cansada, el río está cansado».

The tribe’s footprint is exceptionally light.

«When you live in the forest, when you hear the music of the animals that live there, it’s different,» Japarupi Waiapi explains during a lunch of smoked monkey meat.

«We understand and can talk to the animals.»

Perhaps seeing the look of surprise on his visitors’ faces, Japarupi Waiapi cups his hands and makes three powerful whistles, each with a slight trill.

Five seconds of silence follow.

Then from somewhere in the dark canopy of virgin forest, a bird calls back. For now, at least, the Waiapi and their beloved Amazon remain in harmony.

 La huella de la tribu es excepcionalmente ligera.

«Cuando vives en el bosque, cuando oyes la música de los animales que viven allí, es diferente», explica Japarupi Waiapi durante un almuerzo de carne de mono ahumado.

«Entendemos y podemos hablar con los animales».

Quizás viendo la expresión de sorpresa en las caras de sus visitantes, Japarupi Waiapi se tapa las manos y hace tres poderosos silbidos, cada uno con un ligero trino.

Cinco segundos de silencio siguen.

Luego, desde algún lugar en el dosel oscuro de la selva virgen, un pájaro llama. Por ahora, al menos, los Waiapi y su amada Amazon permanecen en armonía.

Una narración paralela en republica.com.uy

Una tribu que lucha en la Amazonas contra mineros y ganaderos: Los Waiapi: la vida en la selva lejos del mundanal ruido; Nov 8, 2017

Cuando Japarupi Waiapi mira hacia el denso follaje de la selva amazónica, ve todo lo que le hace falta para vivir y que en las ciudades se encuentra solo en supermercados, farmacias o mueblerías. Alimentos como coco, tubérculos y bananas crecen en abundancia. Animales y peces a la vista para la caza y la corteza de muchos árboles usadas como medicinas.

Y la oferta es variada. Según el tipo de madera, “vemos techos, arcos y puntas de flechas”, dice Japarupi Waiapi, de 45 años, en el corazón del territorio de esta tribu del este de Brasil.

La lista de objetos a mano para ser aprovechados es infinita: palmas con las que se tejen mochilas, calabazas partidas como cuencos, juncos para sorber líquidos, hojas de banana convertidas en manteles y huesos de animales en herramientas. “No dependemos del comercio ni del dinero”, afirma Japarupi Waiapi, orgulloso de que su tribu haya sabido conservar una autosuficiencia difícil de imaginar a menos de dos horas de carretera.

“Le digo a mi hijo: ‘No tienes que ceder en nada al hombre blanco. Confía en la selva, confía en los ríos’”. Los waiapis también creen que así como la mayor selva tropical del planeta vela por ellos, su tribu de 1.200 miembros está en una posición única para cuidar de la Amazonía, crucial para la regulación climática global.

Desde hace décadas, los waiapis y otras tribus están bajo presión de mineros, ganaderos y madereros, que consideran a los indígenas como un estorbo, en el mejor de los casos. Esa presión se intensificó en agosto cuando el presidente Michel Temer abrió a la minería extranjera una vasta reserva que rodea el territorio waiapi, conocida como Renca (Reserva Nacional de Cobre y sus asociados).

Temer retrocedió un mes después debido a fuertes críticas de ambientalistas en todo el mundo. Pero los waiapis dicen que se mantendrán en alerta mientras estén de pie. “Esta es la selva donde vivimos y somos los únicos que la cuidamos”, afirma Tapayona Waiapi, de 36 años, que vive en la extremidad del territorio waiapi.

Sanación y espíritus

Selva adentro, los waiapis advierten a los reporteros que mantengan sus ojos abiertos y estén atentos a los peligros. Por ejemplo, una planta larga, delgada e inofensiva a primera vista es tan venenosa que los hombres de la tribu, vestidos apenas con taparrabos rojos, evitan siquiera acercarse a ella. Esto es la Amazonía, podría haber cualquier cosa”, sentencia Jawaruwa Waiapi, de 31 años. Pero para quienes saben hacia dónde mirar, la selva es más amigable que amenazante.

Akitu Waiapi, de 24 años, se para cada veinte metros para para explicar los beneficios de algún árbol. La corteza de uno ayuda a curar la diarrea, otro baja la fiebre, mientras que un tercero ayuda en la cicatrización. “Hay muchos elementos medicinales en la selva y cuando los necesitamos, simplemente venimos a buscarlos, dice Akitu Waiapi.

El mundo de los animistas waiapis está además poblado de espíritus que habitan en árboles, ríos y animales. Un árbol gigante -un Dinizia excelsa, de madera muy dura-, flanqueado por enormes raíces, “alberga a toda una comunidad invisible [de espíritus]”, dice Jawaruga Waiapi. “Hay de todo allí dentro, pero no podemos verlo”, agrega.

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