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Vaya por delante que, en las noticias científica que ofrece la prensa general, es difícil saber qué es lo que realmente han comentado los entrevistados. ¡Ya tengo experiencia!. Por lo tanto, en este tipo de post, asumo y reflexiono sobre el contenido escrito, que a veces no tiene nada que ver con las respuestas originales de los expertos consultados. Por tanto fijaros en la noticia, sin demonizar a nadie.

No ha pasado mucho tiempo desde que redacté este post, en el que la ONU y la FAO se promulgaban contra la agroindustria y a favor de la agricultura ecológica, cuando me veo obligado a redactar este último, tras leer como un rotativo español, El Diario el País, ensambla una larga nota sobre el tema que me ha dejado despavorido. En esta última, por ser benevolentes, digamos que, como mínimo, insinúa que la prohibición más reciente de la UE para el uso plaguicidas neonicotinoides, constituirá una debacle en la producción agraria Europea. Como comenté en aquella entrega precedente, estaba seguro que el contraataque de la agroindustria iba a ser inmediato y furioso. Ni siquiera se trata de la primera andanada, a las que sucederán otras más y más alarmistas.

¿A quién creer?: ¿a los organismos internacionales (a penas citados en el texto, en favor de los movimientos ecologistas, a los que se denomina siempre con vocablos que causan pavor al ciudadano profano en la materia) o a la agroindustria?. No se trata de un capricho, y menos aún de “histeria”, como proclaman algunos de los expertos interpelados, sino, de una larga lucha en la que finalmente somos muchos los convencidos, en base a un tumulto de pruebas directas e indirectas, de que tales venenos acabarán con todos, que no solo con las plagas.

Puedo entender el pánico de muchos agricultores, por cuanto, su producción se basa en los pilares de la agroindustria. Comprendo que se pregunten ¿Y ahora qué hacemos?. Y tal angustia también se encuentra propiciada por el aliento incesante de las empresas multinacionales y comercializadoras de sus productos. Ellos dicen temer la ruina, pero también que, de aplicarse tales medidas, el descenso de la producción generará la dependencia casi total, de los productos que importemos del exterior, lanzando la puya de que China se encuentra en vías de la monopolización casi total de tales tóxicos. Adelantemos que, contra tal desiderata, la Unión Europea, como otros Estados, pueden y deben tomar medidas. No nos olvidemos tampoco que la UE es actualmente neta importadora de alimentos, por lo que la soberanía alimentaria de tal mancomunidad de países resulta ser inexistente. Si queremos productos sanos también debemos prohibir la importación de los alimentos contaminados que proceden del exterior. No debemos tampoco olvidar que, en el caso concreto de la Unión Europea, las posibles pérdidas de los productores serían compensadas con los subsidios correspondientes. Tales soslayos, deben hacer reflexionar a los lectores sobre el significado de ese vocablo, denominado posverdad, que si no recuerdo mal, el mismo rotativo ensalzó como palabra del año en 2016.  Recordemos su significado:

Ciencia y Posverdad

Conforme a Wikipedia el vocablo que da título al apartado, puede definirse como: “Posverdad o mentira emotiva es un neologismo que describe la distorsión deliberada de una realidad, con el fin de crear y modelar la opinión pública e influir en las actitudes sociales, en la que los hechos objetivos tienen menos influencia que las apelaciones a las emociones y a las creencias personales. En cultura política, se denomina política de la posverdad (o política posfactual) a aquella en la que el debate se enmarca en apelaciones a emociones desconectándose de los detalles de la política pública y por la reiterada afirmación de puntos de discusión en los cuales las réplicas fácticas ―los hechos― son ignoradas. La posverdad difiere de la tradicional disputa y falsificación de la verdad, dándole una importancia «secundaria». Se resume como la idea en «el que algo aparente ser verdad es más importante que la propia verdad«. Y a renglón seguido comenta que “Para algunos autores la posverdad es sencillamente mentira (falsedad) o estafa encubiertas con el término políticamente correcto de «posverdad», que ocultaría la tradicional propaganda política y el eufemismo de las relaciones públicas y la comunicación estratégica como instrumentos de manipulación y propaganda”.

La R.A.E., más brevemente define la posverdad como: “Distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión pública y en actitudes sociales. Los demagogos son maestros de la posverdad

Personalmente yo no tengo dudas de que estamos inmersos en una era de posverdades y la ciencia no resulta ser una excepción. De hecho, a la hora de redactar este post me encuentro escribiendo un capítulo para un libro de agricultura ecológica que lleva por título, “Los Suelos y la Agricultura Ecológica en la Era de la Postverdad”. Pero retornemos a la nota de prensa. El texto se encuentra perfectamente ensamblado, apreciándose una rápida respuesta de la editorial, o del redactor de la noticia, es decir Manuel Ansede, a las decisiones tomadas un par de días antes por la Unión Europea.  Desde luego, ha sido capaz en un brevísimo plazo de tiempo (que coincidía con un fin de semana) de contactar y hablar con los expertos que aparecen en la noticia que abajo os mostramos y debiéramos felicitarlo si y solo sí….. Pero no es el caso.

(…) Sorprende, que prácticamente todos los entrevistados estén de acuerdo, cuando en realidad, existen muchos otros científicos y técnicos que defenderían la posición opuesta, es decir la tomada en resoluciones por la ONU, la FAO la EU, numerosos agricultores y efectivamente movimientos ecologistas. Estando inmiscuido de pleno en todo este entramado de disputas y controversias acerca de la agroindustria y los agrotóxicos, se me antoja como una sorprendente serendipia tal respuesta casi al unísono, aunque alguno por lo menos “razona científicamente”. Obviamente el texto padece de un agudo sesgo, ya que tan solo recoge una de las posiciones, presentándose como una respuesta unánime, lo cual es rotundamente falso. Entramos pues de lleno en el tenebroso significado de posverdad.

Una vez más, parece comprensible que los científicos y técnicos que desarrollan su actividad para progresar y medrar bajo los monótonos paisajes de la agricultura industrial, también se lleven las manos a la cabeza, ya que no entienden, o no quieren entender, que no se trata de prolongar la agonía de un planeta gravemente enfermo y el deterioro de la salud humana por los mezquinos intereses que alimentan con proclamas injustificables los lógicos temores de la población. Y todo en favor de la dictadura del mercado/financiera. Ellos temen por que se dejen de financiar sus líneas de trabajo, futuro profesional, todo lo cual afectaría a su prurito personal. Y no se lo reprocho. ¡Somos humanos! Simplemente denuncio que así no podemos seguir.

Cierto es que la monopolización china de una potente industria, es un peligro sobre el que reflexionar, a la par que tomar contramedidas que lo palíen o contrarresten. Dudo que las autoridades de la UE no lo hayan considerado y tenido muy en cuanta. Sin embargo, en el contexto de la redacción, también puede percibirse como una apelación al miedo de los lectores, profanos en la materia, al margen del de los agricultoresPermítanme ahora que analiza algunas de las frases más sabrosonas de la nota de prensa, muchas de las cuales se me antojan tan maniqueamente tóxicas como lo son los propios plaguicidas.

Los plaguicidas, en la nota de prensa, son denominados “sustancias activas, como los fármacos. Y efectivamente esa debe ser la intención, ya que a renglón seguido se puede leer: “Hay una batalla grande para recuperar la imagen de que somos medicinas de las plantas. Estamos yendo a los colegios, a clases de niños de 9 o 10 años, para explicarles la producción agrícola«. No doy crédito: una de las personas interesadas se identifica con un pesticida. Más aun, luego visitan los colegios intentando distorsionar la imagen del efecto que producen  estos tóxicos. Nos quejamos en España, bramamos al cielo y juzgando sumarísimamente que a los infantes en los colegios se les coaccione con tergiversaciones nacionalistas o de otra índole.  ¿Y esto que es?: inculcar a los niños, que los plaguicidas son medicinas y quien no defiende su posición unos radicales. ¿La ONU, FAO; UE, y otros grupos terroristas deberían ser fusilados?. ¡No me lo puedo creer!. Posverdad de lo más peligrosa para la salud física y mental de todos los habitantes de este Planeta Enfermo, pero en parte por el uso de esas agrotóxicos convertidos por arte de magia en “medicinas indispensables.   Pero sigamos con esta otra: «La directiva europea de uso sostenible de los plaguicidas, de 2009, ya nos obliga a utilizar los plaguicidas como última opción«. ¿Serán miserables en la Unión Europea?. Por culpa de ellos enferman las plantas y nos moriremos de hambre. “genocidio de lesa humanidad”. Y sino lean ustedes  esta otra frase: La UE, claramente, no podría vivir sin usar pesticidas. Tendría que importar todos los alimentos«. Para empezar todos los alimentos no. En segundo lugar la agricultura ecológica comienza a ser muy rentable para muchos agricultores, y tras la toma de las medidas oportunas aún lo serán más. Se les olvida a los consultados, que una buena parte los productos agrarios europeos no serían competitivos si no fueran subvencionados por la propia UE. Se trata pues de, con sosiego e inteligencia, de ir implementando medidas para dejar de subvencionar venenos o alimentos contaminados por otros más saludables para el hombre y el medio ambiente. Serán estos últimos pues los que capten tales subvenciones, que no las empresas multinacionales que venden los tóxicos como medicinas. Hablamos de crear una nueva agricultura, no de morirnos nosotros y la biosfera. Esto sí que es intoxicar a los lectores. Sin embargo, seguidamente puede leerse “Los pesticidas, como los medicamentos, cuanto menos se usen, mejor. La situación ideal es que tuviéramos medicamentos que curasen todas las enfermedades, pero que nuestra salud fuera tan buena que nunca tuviéramos que utilizarlos. Con los pesticidas es lo mismo«. Y será esa la razón por la que los tóxicos han terminado de contaminar gravemente suelos, aguas, salud de la biosfera, etc., ya que de haberse aplicado con “precaución” no habríamos llegado a una situación límite y casi dramática. ¡Angelitos ellos!,

También se lamentan de “la importación de alimentos de países terceros a los que no se les exigen los mismos requisitos«. Pues bien, aquí si hay que darles toda la razón si tal hecho ucede o sucediera. Una de dos o se prohíbe con la legislación pertinente que comamos con productos contaminados o se obliga a que en sus etiquetas se explicite con mayúsculas que no son buenos para la salud, como el tabaco o el alcohol.  Sigamos……

la agricultura ecológica también utiliza pesticidas tóxicos, como el cobre, el azufre y el spinosad, un insecticida de origen natural y dañino para las abejas”. Pues si, en casos excepcionales se médica a los enfermos, pero no en pro del negocio o en búsqueda de una surrealista “precaución” (de la que luego se lamentan como veréis), como se desprende de la nota de prensa, sino en casos extremos. Una cuestión es poder evitarlo y otra muy distinta hacer uso de los mismos masivamente, contaminando el ambiente y enfermando a la población. Se trata de hechos archiconocidos. Los hechos, racionalmente, no pueden rebatirse con posverdades. Veamos ahora una sentencia seriamente maniquea.

Yo no me imagino una Europa en la que no tengamos un buen jamón de bellota o un buen chorizo, en la que todo sean hamburguesas de vacas americanas”. Tampoco la mayoría de los ciudadanos que intentamos cuidar nuestra salud y paladar.. Retorcer el lenguaje y el discurso tan solo nos conduce, una vez más, a la posverdad. Y ahora…..

Desde el punto de vista de los pesticidas, es más seguro comer en Europa que en cualquier otro sitio del mundo«. Posiblemente, pero también importamos productos y alimentos contaminados. ¿No se lamentaba algún experto de ello?. Ahora bien, nuestro ambiente contaminado con tales pesticidas enferma a casi todos los organismos vivos y entre ellos los insectos polinizadores, de los cuales depende también “la agricultura europea y mundial”.

El siguiente párrafo, por el contrario, ya delata parte del  problema de fondo. Resulta difícil demostrar nada de nada, si nos movemos en los terrenos pantanosos de la posverdad. En el ámbito de la farmaindustria y la agroindustria, cada denuncia de un estudio, es contraatacado con “los que haga falta”, por los sicarios de los mentados lobbies, terminando por ensuciar y enturbiarlo todo. Finalmente el lector ya duda acerca de lo que es verdad o es mentira. Un caso enormemente doloso, que tardó en solucionarse fue propiciado por los cárteles de las tabacaleras, al negarse a reconocer durante decenios, utilizando a los científicos que contrataban, de que fumar no perjudicaba en absoluto a la salud de los consumidores (ruego visionar ese fantástica película que llevaba por título El dilema (The Insider) – Película 1999”, en el que se narra tal escandalosa historia). Parece ser que volvemos a las andadas.    Y es que la noticia evita comentar que los científicos, cuando trabajan para empresas, suelen ser obligados a firmar una cláusula de confidencialidad que les prohíbe tajantemente hablar sobre sus actividades. La propaganda corre a cargo de “otros”. Llegados a este punto, se vislumbra un razonamiento infiormado y serio, para variar:

“(…) resulta sumamente difícil demostrar la existencia de un vínculo definitivo entre la exposición a los plaguicidas y la aparición de enfermedades o de daños en los ecosistemas”. «Esta dificultad se ha visto exacerbada por una negación sistemática (alimentada por la agroindustria y la industria de los plaguicidas) de la magnitud de los daños provocados por estas sustancias químicas, y las tácticas agresivas y poco éticas empleadas en el ámbito de la mercadotecnia se siguen sin cuestionar», denuncia la relatora ”, Pero sigamos:

Los productos europeos tienen total garantía. Es una pena esta histeria, esta deriva histérica, de prohibir cualquier cosa con el principio de precaución. El riesgo cero no existe«.

Quien viva en Europa sabe sobradamente que aparecen casos en la prensa y otros que se nos ocultan. Suele ser un tema tan controvertido, como todos los que afectan a la salud pública, como para evitar alarmar a los ciudadanos, que escuchamos diariamente hablar de fraudes de toda clase, tipo y condición.  Resulta que si exigimos que se nos indique que alimentos son sanos,  y se prohíban los contaminados somos unos “histéricos” o “radicales” o “populistas” (al parecer la ONU, FAO, y UE también son incluidos en esta categoría). Por favor lean la penúltima frase reproducida arriba y enmarcada en negrita. ¡Sin comentarios!, ya que somos brutalmente histéricos con esos bienhechores que nos ofrecen consumir   alimentos inmaculadamente sanos. En una sociedad en la que el “principio de precaución” apenas se utiliza, mientras nos lanzamos a vender y consumir productos de todo tipo, sin conocer sus repercusiones, ahora resulta que también es enormemente molesto. ¿¿??. Continuamos con la nota de prensa, siempre en cursiva.

«En la UE se están eliminando sustancias en las que se ha hecho una inversión tremenda en I+D«. Lo mismo podrían alegar en su defensa los presidentes de las tabacaleras, como muestra el film previamente mentado. ¿Cuántas ingentes inversiones que han terminado por atentar contra la salud pública y medioambiental se han producido hasta la fecha, siendo finalmente reconocidas como tales? ¡Cientos!. ¿Quién invertía? Ya vamos terminando, pero sigamos.

Hay que buscar un equilibrio entre un riesgo aceptable y los beneficios de los fitosanitarios”. Miren ustedes, si vamos sumando riesgos aceptables, de los alimentos, fármacos, contaminaciones industriales, etc., seguimos sumando y sumando “ad nausean”. Al final resulta que en su conjunto, para que el capital prospere, debemos sufrir lo inaceptable. Pero para abundar más aun en la ceremonia de la confusión se espeta la siguiente frasecita: “identificar lo natural con bueno y lo sintético con malo es un error muy grave”. Habría mucho que comentar al respecto, pero, aun omitiendo el dilema naturalia/artificialia, ¿A qué viene tal afirmación?. Se nos trata como idiotas o retrasados mentales. En fin me callo. Sigamos: «Yo puedo estar en contra del mal uso de los antibióticos en las personas, pero no a favor de su prohibición. Hay determinadas enfermedades a las que es imposible enfrentarse con la agricultura ecológica”. Efectivamente y con los plaguicidas muchas tampoco. Y hablado de fármacos, lean ustedes la siguiente noticia extraída de internet que no tiene desperdicio: “»La industria farmacéutica es muy rica y ha corrompido los sistemas de salud» (…) y el entrevistado fue editor de una afamada revista de medicina (British Medical Journal). ¿Tanto hablar de fármacos verdad?. ¿Es esta la medicina que se propone la agroindustria? . Veamos tan solo una de las frases del citado artículo ya que farmaindustria y agroindustria resultan ser primas hermanas (cuan do no son la misma multinacional): “Es verdad que muchos de los medicamentos que la gente toma causan más daños que beneficios. Sabemos muy poco sobre la utilidad real de los medicamentos, ya que la práctica totalidad de los ensayos controlados con placebo son desarrollados por la industria farmacéutica, que tiene un tremendo conflicto de intereses. La industria exagera los beneficios y oculta los daños de los medicamentos en la publicación de los ensayos clínicos. Muchos de los fármacos que tomamos ni siquiera tienen efectos; simplemente parece que han tenido un efecto en los ensayos avalados por la industria, pero esto sucede normalmente porque los ensayos no se han ‘cegado’ de forma efectiva, y en ese caso tanto los pacientes como los médicos tienden a exagerar los efectos subjetivos de los medicamentos de forma substancial”. Sin comentarios. Los pesticidas son dañinos por naturaleza, por lo que la opinión expresada en el párrafo precedente es aún más válida en el caso de los que fans/beneficiarios de la agroindustria.

Hablemos ahora tan solo un poco de los daños que generados por los agroquímicos en la naturaleza, ya que la misma nota también menta que: “(….) la desaparición de un tercio de las aves agrarias en los últimos 17 años y señalaron al abuso de pesticidas en la agricultura intensiva (…)”. Empero siendo tremenda la noticia, se soslaya que lo mismo ocurre con los insectos polinizadores, incluso en espacios naturales protegidos de Europa. Si los insectos polinizadores mantienen la inmensa mayoría de la producción mundial de alimentos, los pájaros ayudan a controlar las plagas, etc. lo que defienden estos expertos es que finalmente colapsen todos los ecosistemas. Según ellos no debéis preocuparos, ya que nos venderán” mmicrorobots,  que sustituyan e la naturaleza y así pronto  casi toda la vida será artificial, que no natural”.  Puede leerse también en internet esta otra noticia, que es independiente: “Abejas robot de Monsanto – una amenaza a la vida”. Eso sí, cada vez que abráis la boca tener cuidado de no tragaros uno o varios de esos bichitos sintéticos, que no creo que sean muy beneficiosos para la salud y menos aun nutritivos.

Y no seguimos porque podríamos eternizando poniendo ejemplo, tras ejemplo. Se trata de una noticia “ejemplar” del periodismo de la posverdad. ¿Qué Dios nos pille confesados”.

Os dejo por tanto con esta aparentemente inocua pero perversa noticia, tal como es narrada. Una guerra entre mil plagas .

Juan José Ibáñez

Una guerra entre mil plagas

Agricultores, científicos y ecologistas se enfrentan por el uso de los pesticidas mientras surgen nuevas enfermedades que amenazan los naranjos, los olivos y el trigo.

Los agricultores dedicados a las naranjas, los limones y las mandarinas están aterrados. El dragón amarillo, la enfermedad más devastadora de los cítricos, aporrea las puertas de España. La peste, desatada por una bacteria, ya aniquila los árboles de Asia, África y América. El microbio amarillea las hojas y deforma los frutos, provocando además un sabor desagradable, entre amargo y salado, que arruina las cosechas. No tiene cura. Solo en Florida (EE.UU.), la plaga ha provocado pérdidas de más de mil millones de euros.

La bacteria del dragón amarillo no viaja sola, sino a lomos de la psila africana, un diminuto insecto con alas de origen subsahariano. En 2014 sonaron todas las alarmas. El insecto se detectó por primera vez en el continente europeo, en las comarcas gallegas de A Barbanza y de O Salnés, a ambos lados de la ría de Arosa. El Ministerio de Agricultura preparó en seguida un plan de contingencia y autorizó el uso de un insecticida, el tiametoxam, para luchar contra el bicho alado portador del microbio y evitar una catástrofe que dejara los supermercados sin naranjas, limones y mandarinas.

El tiametoxam es el paradigma de la encrucijada en la que se encuentran los pesticidas en el mundo. En 2013, la UE restringió el uso de este insecticida en aplicación del principio de precaución, por sus presuntos efectos sobre las abejas. Hace poco más de dos meses, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) confirmó que el tiametoxam supone un riesgo para las abejas «en general». Y, este viernes, la UE ha decidido prohibir totalmente su uso al aire libre. Mientras tanto, la empresa pública ChemChina, controlada por el Partido Comunista chino, puso 39.000 millones de euros sobre la mesa para comprar la multinacional suiza Syngenta, la propietaria del tiametoxam.

El mismo pesticida es un veneno según Greenpeace, un insecticida aceptable en algunos usos según la EFSA y una joya geoestratégica para China, el país que vio nacer la peste del dragón amarillo. Con 1.400 millones de bocas que alimentar, China no renuncia a nada. Abandera el cultivo de plantas transgénicas, demonizadas en Europa, y compra la I+D agrícola mundial. ChemChina también ha adquirido la israelí Adama, el imperio mundial de los pesticidas genéricos para plantas: herbicidas, insecticidas y fungicidas.

«Hay que regular los fitosanitarios, pero no ser tan estrictos que nos los carguemos todos. Impides la producción agrícola europea y facilitas la importación de alimentos de países terceros a los que no se les exigen los mismos requisitos», lamenta José Ramón Díaz, ingeniero agrónomo de Asaja, la mayor organización agraria de España, con más de 200.000 afiliados. La familia de Díaz tiene olivos en Cuenca. Están muy preocupados por la bacteria Xylella fastidiosa, apodada en los medios de comunicación «el ébola de los olivos», que ya ha arrasado un millón de árboles en Italia y se extiende desde hace pocos meses por España. La enfermedad, diseminada por la cigarra y otros insectos, tampoco tiene tratamiento fitosanitario todavía. Bruselas recomienda arrancar los olivos en 100 metros a la redonda de uno infectado.

La propia UE presume, con razón, de que sus leyes sobre pesticidas son «las más estrictas del mundo». En 1991, la Comisión Europea comenzó a reevaluar los ingredientes activos presentes en los mercados europeos. Desde entonces, las autoridades han aprobado 429 y han rechazado 828. Hace dos años, la principal agrupación de agricultores europeos, Copa-Cogeca, presentó un informe que alertaba de que nuevas condiciones, cada vez más exigentes, podrían significar la retirada de otras 75 sustancias activas. El documento dibuja una debacle. Sin estos pesticidas, asegura, los rendimientos de los cultivos caerán un 92% en zanahoria, un 60% en manzana, un 65% en pera, un 40% en aceituna, casi un 40% en tomates y cítricos y un 15% en cereza.

Sin embargo, la organización ecologista Greenpeace exige más prohibiciones hasta «llegar progresivamente a un futuro de agricultura ecológica, 100% libre de pesticidas químicos«, según explica su portavoz, el filósofo portugués Luís Ferreirim. La ONG ha encabezado durísimas campañas contra tres insecticidas -imidacloprid y clotianidina, fabricados por Bayer, y tiametoxam, de Syngenta, los tres prohibidos el viernes por la UE para su uso al aire libre- y contra el glifosato, el herbicida más utilizado del planeta. El glifosato, libre de patente, versátil y barato, se usa contra las malas hierbas en campos de cereal, frutales, olivares, viñas y cultivos industriales. Se emplea en casi cuatro millones de hectáreas en España, el 28% de la superficie de cultivo, según los datos de la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA).

«La UE, claramente, no podría vivir sin usar pesticidas. Tendría que importar todos los alimentos», sostiene José Vicente Tarazona, un veterinario español al mando de la unidad de pesticidas de la EFSA. «Yo no me imagino una Europa en la que no tengamos un buen jamón de bellota o un buen chorizo, en la que todo sean hamburguesas de vacas americanas. Creo que producir alimentos en Europa es fundamental y que, hoy por hoy, depende en parte de la utilización de pesticidas, sea en agricultura ecológica o convencional«.

Pese a su fama, efectivamente la agricultura ecológica también utiliza pesticidas tóxicos, como el cobre, el azufre y el spinosad, un insecticida de origen natural y dañino para las abejas. «Los pesticidas, como los medicamentos, cuanto menos se usen, mejor. La situación ideal es que tuviéramos medicamentos que curasen todas las enfermedades, pero que nuestra salud fuera tan buena que nunca tuviéramos que utilizarlos. Con los pesticidas es lo mismo«, reflexiona Tarazona.

El veterinario recuerda haber visto en un documental en televisión el caso de un pueblo de Latinoamérica en el que los terratenientes fumigaban sus inmensos monocultivos con herbicidas desde avionetas, que incluso sobrevolaban escuelas. «En España tendrían a la Guardia Civil en la puerta en 10 minutos», asegura Tarazona. Una directiva europea de 2009 prohíbe la pulverización aérea de pesticidas, salvo autorizaciones excepcionales, como las concedidas en España por plagas de procesionaria en los pinares. En países como EE.UU., Argentina y México sí es habitual fumigar desde el aire.

El debate sobre los pesticidas es radicalmente diferente fuera de la UE. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) hizo un llamamiento en julio de 2013 para «acelerar la retirada de plaguicidas altamente peligrosos del mercado en los países en vías de desarrollo«. Días antes, 23 niños murieron en un pueblo de Bihar (India) tras ingerir en su escuela un almuerzo contaminado con el insecticida monocrotofós, prohibido en la UE. El colegio cocinaba con aceite almacenado en un antiguo envase del producto.

«Desde el punto de vista de los pesticidas, es más seguro comer en Europa que en cualquier otro sitio del mundo», zanja Tarazona. La EFSA, recuerda el veterinario, coordina un programa europeo de vigilancia de residuos de plaguicidas en alimentos. En el último informe anual, con datos de 2015, casi el 99% de las 2.186 muestras analizadas en España cumplían los límites máximos permitidos por la ley. Las excepciones suelen estar relacionadas con topes fijados para garantizar la seguridad del operario en el campo. «En los últimos años no hemos encontrado ninguna razón de preocupación para los consumidores por residuos de pesticidas«, subraya Tarazona.

La exposición crónica a pesticidas se ha relacionado con trastornos del desarrollo, con la esterilidad y con varias enfermedades como el cáncer, sobre todo en agricultores y en mujeres embarazadas y niños de comunidades agrícolas, según recordaba un reciente editorial de la revista médica The Lancet. La Organización Internacional del Trabajo calcula que un 60% de los niños que trabajan en el planeta lo hacen en la agricultura. Además, 250.000 personas cada año ingieren pesticidas como método de suicidio, según cifras de la OMS.

La abogada turca Hilal Elver, relatora especial de Naciones Unidas sobre el Derecho a la Alimentación, ha reconocido en un reciente informe que «resulta sumamente difícil demostrar la existencia de un vínculo definitivo» entre la exposición a los plaguicidas y la aparición de enfermedades o de daños en los ecosistemas. «Esta dificultad se ha visto exacerbada por una negación sistemática (alimentada por la agroindustria y la industria de los plaguicidas) de la magnitud de los daños provocados por estas sustancias químicas, y las tácticas agresivas y poco éticas empleadas en el ámbito de la mercadotecnia se siguen sin cuestionar», denuncia la relatora.

«Todos queremos que los fitosanitarios sean de bajo riesgo para el operario, que no aparezcan residuos en los alimentos y que no haya impactos en el medio ambiente», afirma el ingeniero agrónomo Carlos Palomar, director general de la patronal española AEPLA, que representa a fabricantes de fitosanitarios como Bayer, Syngenta, Monsanto y Basf. «Los productos europeos tienen total garantía. Es una pena esta histeria, esta deriva histérica, de prohibir cualquier cosa con el principio de precaución. El riesgo cero no existe«, opina.

Palomar pone el ejemplo de un cultivo de lechugas. Nadie quiere pulgones en su ensalada. Y la mejor solución hasta ahora, según el ingeniero, son los insecticidas ahora restringidos por sus presuntos efectos colaterales sobre las abejas. «Los quieren prohibir, pero nunca hay abejas en un campo de lechugas«, señala Palomar.

El sector factura 1.100 millones de euros al año en España. Según AEPLA, para desarrollar una nueva sustancia activa se necesita una inversión de unos 250 millones de euros, más casi una década de investigación. «En la UE se están eliminando sustancias en las que se ha hecho una inversión tremenda en I+D«, lamenta el director general.

Palomar enumera plagas hijas de la globalización, inexistentes en España hasta hace unos años. La mosca de alas manchadas, autóctona de Asia, apareció por primera vez en Europa en Tarragona, en 2008, y se ceba con las cerezas, que preña de larvas. Se han llegado a contabilizar 65 en un solo fruto. Nuevas cepas del hongo de la roya amarilla del trigo atacan los campos de cereal por toda España, expandiéndose desde Navarra. Y la peligrosa polilla guatemalteca, llegada a la península Ibérica en 2015 a través de A Coruña, agujerea las patatas. Los excrementos de sus larvas provocan la pudrición de los tubércu­los. «Hay que buscar un equilibrio entre un riesgo aceptable y los beneficios de los fitosanitarios«, defiende el portavoz de AEPLA.

Los fabricantes luchan contra la visión de los pesticidas como venenos, pregonada por organizaciones ecologistas como Greenpeace. «Hay una batalla grande para recuperar la imagen de que somos medicinas de las plantas. Estamos yendo a los colegios, a clases de niños de 9 o 10 años, para explicarles la producción agrícola«, apunta Palomar.

«Los ecologistas manipulan mucho la opinión pública», opina Elisa Viñuela, catedrática de Entomología Agrícola de la Universidad Politécnica de Madrid. Viñuela es experta en control biológico: el uso de bichos buenos para eliminar bichos malos. Estudia parasitoides que crecen «como un alien» dentro de la mosca blanca, una de las principales plagas de tomates, pimientos y calabacines.

«La directiva europea de uso sostenible de los plaguicidas, de 2009, ya nos obliga a utilizar los plaguicidas como última opción«, sostiene. Los agricultores recurren, por ejemplo, a los mencionados bichos buenos, a la rotación de cultivos y a la instalación de mallas contra insectos. «En cualquier caso, identificar lo natural con bueno y lo sintético con malo es un error muy grave. Los griegos y los romanos se envenenaban con cicuta», advierte la catedrática.

«Los pesticidas se usan mal», certifica la microbióloga Dolores Fernández Ortuño, de la Universidad de Málaga. La investigadora trabaja con una de las enfermedades más devastadoras para las fresas, provocada por el hongo Botrytis cinerea. «Es el moho grisáceo que ves sobre la fruta en tu casa», ilustra. Ante la aparición de resistencias a algunos fungicidas, el equipo de Fernández Ortuño analiza las cepas del hongo que le envían desde cooperativas agrícolas de Huelva y recomienda un tratamiento personalizado. Con enfoques como este se podrían ahorrar toneladas de pesticidas inútiles. Hace un mes, científicos del CNRS francés alertaron de la desaparición de un tercio de las aves agrarias en los últimos 17 años y señalaron al abuso de pesticidas en la agricultura intensiva.

«Yo puedo estar en contra del mal uso de los antibióticos en las personas, pero no a favor de su prohibición. Hay determinadas enfermedades a las que es imposible enfrentarse con la agricultura ecológica, como la Botrytis cinerea y el oídio de las cucurbitáceas [otro hongo que arruina cosechas de sandías, melones, pepinos y calabacines en el sur de España]. El control químico es fundamental en estas enfermedades», sentencia la microbióloga.

El ingeniero agrónomo José Luis Alonso Prados, responsable de la evaluación de pesticidas en el Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria, resume la situación con pocas palabras: «Una agricultura excesivamente intensiva no es sostenible. El objetivo es que sea respetuosa con el medio ambiente, viable económicamente para el agricultor y aceptada socialmente». Casi nada.

EU to ban bee-killing pesticides
By Danny KEMP;  Brussels (AFP) April 27, 2018

EU countries voted on Friday for a near-total ban on insecticides blamed for killing off bee populations, in what campaigners called a «beacon of hope» for the winged insects.

Bees help pollinate 90 percent of the world’s major crops, but in recent years have been dying off from «colony collapse disorder,» a mysterious scourge blamed on mites, pesticides, virus, fungus, or a combination of these factors.

The 28 European Union member states approved a ban on three neonicotinoid pesticides after the European food safety agency said in February that must uses of the chemicals posed a risk to honey bees and wild bees.

Campaigners dressed in black and yellow bee suits rallied outside the headquarters of the European Commission in Brussels ahead of the vote for a ban on three key pesticide chemicals.

Los países de la UE votaron el viernes por una prohibición casi total de los insecticidas a los que se atribuyen  la muerte de las poblaciones de abejas, a los que los activistas llamaron un «faro de esperanza» para los insectos alados.

Las abejas ayudan a polinizar el 90 por ciento de los principales cultivos del mundo, pero en los últimos años han estado desapareciendo del «desorden del colapso de colonias», un misterioso azote atribuido a ácaros, pesticidas, virus, hongos o una combinación de estos factores.

Los 28 estados miembros de la Unión Europea aprobaron la prohibición de tres plaguicidas neonicotinoides después de que la agencia europea de seguridad alimenticia dijera en febrero que los usos de los químicos representan un riesgo para las abejas melíferas y las abejas silvestres.

Activistas vestidos con trajes que simulaban a los de abejas,  negros y amarillos,  se congregaron frente a la sede de la Comisión Europea en Bruselas antes de la votación para la prohibición de tres sustancias químicas plaguicidas clave.

EU Environment Commissioner Vytenis Andriukaitis said he was «happy that member states voted in favour of our proposal» to restrict the chemicals and tweeted a picture of the activists.

A Commission statement said EU states had «endorsed a proposal by the European Commission to further restrict the use of three active substances… for which a scientific review concluded that their outdoor use harms bees.»

The pesticides — clothianidin, imidacloprid and thiamethoxam — are based on the chemical structure of nicotine and attack the nervous systems of insect pests.

– ‘Victory for bees’ –

Brussels restricted their use in 2013 as part of efforts to protect bees and commissioned a deeper report into their effects, gathering all available studies on the issue.

Environmental groups, which have long campaigned for a ban on neonicotinoids, were abuzz about the decision.

El comisionado de Medio Ambiente de la UE, Vytenis Andriukaitis, dijo que estaba «contento de que los estados miembros voten a favor de nuestra propuesta» de restringir los químicos y tuitee una imagen de los activistas.

Una declaración de la Comisión dijo que los estados de la UE «respaldaron una propuesta de la Comisión Europea para restringir aún más el uso de tres sustancias activas … por lo que una revisión científica concluyó que su uso al aire libre perjudica a las abejas«.

Los pesticidas – clotianidina, imidacloprid y tiametoxam – se basan en la estructura química de la nicotina y atacan los sistemas nerviosos de las plagas de insectos.

– ‘Victoria para las abejas’ –

Bruselas restringió su uso en 2013 como parte de los esfuerzos para proteger a las abejas y encargó un informe más profundo sobre sus efectos, reuniendo todos los estudios disponibles sobre el tema.

Los grupos ecologistas, que durante mucho tiempo han hecho campaña para prohibir los neonicotinoides, se pusieron nerviosos acerca de la decisión.

 «This comprehensive neonicotinoid ban, covering all outdoor crops, is a tremendous victory for our bees and the wider environment,’ said Sandra Bell, bee campaigner for Friends of the Earth Europe.

The Avaaz campaign group said that «banning these toxic pesticides is a beacon of hope for bees.»

«Finally, our governments are listening to their citizens, the scientific evidence and farmers who know that bees can’t live with these chemicals and we can’t live without,» Avaaz senior campaigner Antonia Staats said.

Unlike contact pesticides — which remain on the surface of foliage — neonicotinoids are absorbed by the plant from the seed phase and transported to leaves, flowers, roots and stems.

They have been widely used over the last 20 years, and were designed to control sap-feeding insects such as aphids and root-feeding grubs.

Past studies have found neonicotinoids can cause bees to become disorientated such that they cannot find their way back to the hive, and lower their resistance to disease.

Esta completa prohibición de neonicotinoides, que abarca todos los cultivos al aire libre, es una gran victoria para nuestras abejas y para el medio ambiente en general «, dijo Sandra Bell, defensora de la campaña de Amigos de la Tierra Europa.

El grupo de campaña de Avaaz dijo que «prohibir estos pesticidas tóxicos es un faro de esperanza para las abejas».

«Finalmente, nuestros gobiernos están escuchando a sus ciudadanos, la evidencia científica y los agricultores que saben que las abejas no pueden vivir con estos productos químicos y no podemos vivir sin ellos«, dijo la activista principal de Avaaz, Antonia Staats.

A diferencia de los pesticidas de contacto, que permanecen en la superficie del follaje, los neonicotinoides son absorbidos por la planta desde la fase de la semilla y transportados a las hojas, flores, raíces y tallos.

Han sido ampliamente utilizados en los últimos 20 años, y fueron diseñados para controlar los insectos que se alimentan de savia, como los pulgones y las larvas que se alimentan de las raíces.

Estudios previos han encontrado que los neonicotinoides pueden causar que las abejas se desorienten de tal manera que no puedan encontrar el camino de regreso a la colmena, y disminuyan su resistencia a la enfermedad.

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3 comentarios

  1. Los agrotóxicos y los pesticidas no solo afectan directamente sobre la salud de las personas sino que también lo hace sobre la del resto de seres vivos. Millones de abejas mueren cada año debido al uso de pesticidas en los cultivos.

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