biofertilizantes-y-tecnonegocio 

Fuente: Colaje Google imágenes

 Ya os he comentado en más de una ocasión el auge de los biofertilizantes y sus presuntos beneficios, como en el siguiente post: “Microorganismos Eficientes o Efectivos (EM) y Rehabilitación de Suelos”. También se publican estudios que se me antojan tan estúpidos en sus contenidos como para entender que solo puedo tacharlos de propaganda o marketing encubierto. Por ejemplo, partiendo de la siguiente  noticia: “Demuestran que la combinación de dos bacterias mejora la salud de las plantas”, elaboré el correspondiente post «calidad del suelo, fertilizantes biológicos, biofertilizantes, mejora de calidad,”. El problema estriba en que la indagación actual ya no se basa tanto en los principios de la ciencia, como en los de esa extraña y deforme criatura a la que denominamos tecnociencia. Y bajo el imperio de la última separar el grano de la paja, resulta endiabladamente difícil, cuando no imposible. En consecuencia, resulta estimulante leer notas de prensa como esta, cuyo título en castellano vendrá a decir ¿Los aditivos ayudan al suelo? Como podréis leer abajo tanto en suajili como en mi traducción al castellano, la entrevistada contesta lo que desde un principio cabría esperar y para bien.  La respuesta viene a ser, frecuentemente no, a veces sí y de vez en cuando generan daños medioambientales. Seguidamente recalca lo que ya suponíamos muchos, bien pudiéramos estar ante un nuevo modelo de negocio, cuyos pilares científicos, son demasiado frágiles para ser considerados genuinos avances científicos y no “la princesa prometida”. También acertadamente compara estos “organismos denominados benéficos/beneficiosos, con las especies invasoras que tanto nos inquietan, y con razón.  

Si aplicáramos el sentido común y los conocimientos ecológicos adquiridos durante un par de siglos, el tema resulta ya perturbador desde el principio. No son muchos los casos bien fundados en los que la introducción de nuevas especies en los ecosistemas les ayudan a repararse de algún daño previamente sufrido. Por el contrario, abundan los que denuncian perturbaciones de gran calado, o simplemente no se adaptan y desaparecen al no ser competitivas con la biota del lugar.  Si leéis detenidamente la nota de prensa, comprobareis que vengo defendiendo es ¡lo mismo que ella!, pero con diferentes palabras. Eso sí, aquí se trata de producir alimentos, que no de la salud de los ecosistemas. Empero las empresas que comercializan estos productos, nos hablan casi de sus poderes milagrosos, a la hora de restaurar la “armonía ecológica”, aumentar la productividad de las cosechas y como no, garantizar la soberanía alimentaria, y todo lo que se les ocurra.

Ya hablemos de ecosistemas naturales, o de sistemas agrarios, la introducción de nuevas especies, debe hacerse con suma cautela. Un biofertilizante puede tener efectos positivos en algunos tipos de suelos y bajo ciertos tipos de manejo, y los opuestos en otros. La naturaleza muestra que a menudo son neutralizados por las especies residentes en la zona, aunque si logran medrar, llegan a generar estragos. Todo este asunto concierne a la ecología de las comunidades, ya se encuentren sobre el suelo o en su seno. Nadie ha logrado demostrar que la ecología microbiana se base en principios ecológicos distintos que la de seres vivos de mayor tamaño. Dudo mucho también que la ecología sub-aérea diste de la aérea, en cuanto a sus leyes. Pues bien, Miranda Hart, nos cuenta su experiencia, que a mí me ha resultado especialmente estimulante.

No existen remedios milagrosos. Como los medicamentos, en algunos casos  solucionan la dolencia, en otros no y finalmente en ocasiones hacen morir al paciente. Y me viene a la mente la experiencia que me contaron en Cuba en diciembre de 2012. Debido a que entre su débil economía y los malditos bloqueos de países “enemigos” no pueden comprar pesticidas, ni a penas fertilizantes, todo es ecológico por “pura necesidad (la mejor forma para evitar engaños), reciclándose al máximo, lo cual depende tanto de los escasos recursos que atesoran como de la imaginación.  Pues bien, ante la imposibilidad de adquirir esos mágicos fertilizantes, se pusieron a experimentarlow cost”, estúpido anglicismo traducido del Chino “todo a cien: barato, barato”.   Quiero decir que ante la falta de medios, pero no de imaginación y voluntad, recolectaron muestras de suelos de diferentes lugares, mezclándolas con diversos  productos/desechos locales a reciclar. Seguidamente llevaban a cabo unos cócteles/ una especie de compostaje en grandes recipientes. Tras el periodo o periodos que consideraban oportunos, extraían los diferentes líquidos con sus inóculos, rociando diversas parcelas con ellos. Luego sembraban y observaban el rendimiento de los cultivos con cada “biofertilizante casero”, respecto al control. Tal tipo de investigación atesora al menos dos ventajas, al margen de que así raramente te publiquen un “paper”. La primera deviene en que no dependes de agentes externos que te vendan como oro, posiblemente veneno, y además tengas que pagar dinero por ello.  Empero por otro lado, los posibles microorganismos beneficios son locales, por lo cual raramente podría hablarse de especies invasoras. Y así “con el tiempo y una caña, hasta los verdes se alcanzan”. ¿¿??.

Sin embargo, no lo dudéis, el debate suele ganarlo, o al menos la primera batalla de una guerra, quien atesora más recursos económicos y/o, de poder, y/o de márquetin. De cualquier modo, hasta las fraudulentas multinacionales del agronegocio están siendo paulatinamente acorraladas. Empero si cambiamos la economía actual por otra aparentemente ecológica, bajo el mismo modelo de negocio que fomenta la dictadura financiera, preparémonos  para otro largo y estúpido debate  bajo los nauseabundos dictados de la tecnociencia ” Francamente yo elijo el modelo cubano y vislumbro que al final la clave estará en los sencillos, claros, breves y rotundos comentarios que abajo podréis leer de Miranda Hart.  

Continua…….

Juan José Ibáñez

Kelowna, Canadá (SPX), 02 de mayo de 2019: una investigadora de la UBC está utilizando su último estudio para cuestionar si los aditivos para el suelo valen la pena. Miranda Hart, quien enseña biología en el campus de la UBC en Okanagan, dice que a pesar de una práctica de décadas, podría haber consecuencias ambientales al agregar biofertilizantes al suelo. Es una práctica común que los agricultores usen los fertilizantes biológicos como un método para mejorar la producción de cultivos…..…

Do additives help the soil?
by Staff Writers
Kelowna, Canada (SPX) May 02, 2019

A UBC researcher is using her latest study to question whether soil additives are worth their salt.

Miranda Hart, who teaches biology at UBC’s Okanagan campus, says despite a decades-long practice, there could be environmental consequences of adding bio-fertilizers into soil. It’s common practice for farmers to use bio-fertilizers as a method to improve crop production. These added microorganisms will live in the soil, creating a natural and healthy growing environment.

However, after a multi-year study on four different crop fields, Hart says the inoculants may not be doing much for the soil. The study, which involved researchers from Agriculture and Agri-Food Canada, was published recently in Science of The Total Environment.

«There are so many companies producing microbes and they are lobbying farmers to be part of a green revolution,» says Hart. «These products are considered more environmentally friendly than fertilizers and pesticides, but there is no evidence they are working or that they are even able to establish, or grow, in the soil.»

Arbuscular mycorrhizal (AM) fungi live in and around plant roots, helping the plants take up nutrients. Hart explains that many farmers will use commercially produced AM fungi to improve soil quality and increase yields. However, after the study, she says there is still little evidence that the inoculants work.

«It’s very hard to determine if the microbes established in the soil,» she says. «What we showed is that they often didn’t establish. And even when they did, there was no difference in crop performance.»

Hart’s research team studied four fields during the course of two growing seasons in Saskatchewan and Alberta. For their study, a common commercial AM fungal inoculant was introduced into the fields.

The results showed extreme variation, she says. There were areas where the inoculant failed to establish in some fields, while it grew prolifically in others. In one site, it became invasive and took over the resident fungal community in less than a year.

«Bio-fertilizers have been sold for decades and it’s an industry worth millions of dollars,» says Hart. «An important take away from this study is that there seemed to be no effect on the crops. If the farmer invested thousands on the inoculate, it may have been a waste of money.»

Hart’s second takeaway is the general lack of knowledge of what these inoculates are actually doing to the land. «I’m particularly concerned because there is no evidence that these inoculates are helping the environment,» she adds. «What we’re doing is releasing invasive species into the environment and we don’t know the long-term effect of what’s happening to the soil.»

Research paper

¿Los aditivos ayudan al suelo? Traducción al español-castellano

Por los escritores del personal; Kelowna, Canadá (SPX) 02 de mayo de 2019

Una investigada de la UBC está utilizando su último estudio para cuestionar si los aditivos del suelo valen lo que se publicita.

Miranda Hart, quien enseña biología en el campus de la UBC en Okanagan, dice que a pesar de tratarse de una práctica que se ha llevado a cabo durante décadas, agregar biofertilizantes al suelo  podría acarrear consecuencias ambientales no deseadas. Es una práctica común que los agricultores usen los fertilizantes biológicos como un método para mejorar la producción de cultivos. Estos microorganismos agregados vivirán en el suelo, creando un ambiente de crecimiento natural y saludable.

Sin embargo, después de un estudio de varios años en cuatro campos de cultivo diferentes, Hart ha llegado a la conclusión de que este tipo de fertilizantes pueden no estar haciendo mucho por el suelo. El estudio, en el que participaron investigadores de Agriculture and Agri-Food Canada, se publicó recientemente en Science of The Total Environment.

«Hay demasiadas compañías o empresas que producen microbios y presionan los agricultores para que los incorporen como elemento de una revolución verde«, dice Hart. «Estos productos se consideran más respetuosos con el medio ambiente que los fertilizantes y pesticidas, pero no existen evidencias de que estén funcionando o que incluso puedan establecerse o crecer en el suelo«.

Los hongos micorrízicos arbusculares (AM) viven en y alrededor de las raíces de las plantas, ayudando a las plantas a absorber los nutrientes. Hart explica que muchos agricultores usarán hongos de AM producidos comercialmente para mejorar la calidad del suelo y aumentar los rendimientos. Sin embargo, después del estudio, ella dice que todavía hay poca evidencia de que los inoculantes funcionen.

«Es muy difícil determinar si los microbios se establecieron en el suelo«, dice ella. «Lo que demostramos es que a menudo no se establecieron. E incluso cuando lo hicieron, no hubo diferencias en el rendimiento de los cultivos«.

El equipo de investigación de Hart estudió cuatro campos durante el transcurso de dos temporadas de crecimiento en Saskatchewan y Alberta. Para su estudio, se introdujo en los campos un inoculante comercial común de hongos AM.

Los resultados mostraron una variación extrema, dice ella. En unos casos el inoculante no se estableció en las parcelas cultivadas mientras que en otros creció de manera prolífica. En un sitio, se volvió invasivo y se diezmó la comunidad de hongos residentes naturalmente, en menos de un año.

«Los biofertilizantes se han vendido durante décadas y es una industria que valorada en  millones de dólares”, dice Hart. «Una conclusión importante de este estudio es que no parece haber ningún efecto en los cultivos. Si el agricultor invirtió miles de dólares en el inoculado, puede haber sido un desperdicio de dinero«.

La segunda revelación de Hart es la falta general de conocimiento de lo que estos inoculados realmente hacen en los suelos. «Estoy particularmente preocupada porque no hay evidencia de que estos inoculados estén ayudando al medio ambiente», agrega. «Lo que estamos haciendo es liberar especies invasoras en el medio ambiente, aun desconociendo el efecto a largo plazo de lo que está sucediendo en el suelo«.

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