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Facultad de Farmacia de la Universidad Complutense de Madrid y equipo de López Lafuente

Hola otra vez, después de mi nueva incursión en el blog, allá por la primera oleada de la pandemia, ahora los tiempos se correlacionan con esta desgracia, vuelvo a escribir sobre temas relacionados con Edafología. Quiero dar, nuevamente, las gracias a Juanjo por brindarme estas páginas, intentaré que lo escrito sea de su interés.

Cuando miro los programas de Edafología que hemos impartido a lo largo de los últimos años, me refiero en la Facultad de Farmacia de la UCM, observo una clara evolución. Hemos pasado de explicar el suelo desde una óptica más cercana a la ecología, acorde con unas líneas próximas  a la escuela rusa (Dukuchaev) y francesa (Douchafour), donde se explica que los factores formadores actúan sobre el suelo y determinan los procesos de formación, a una Edafología más descriptiva y cuantitativa, seguida por las clasificaciones modernas, tanto de la  Soil Taxonomy (Soil Survey Staff), como de la FAO-UNESCO (WRB), donde horizontes de diagnóstico, componentes y propiedades, identifican mejor las características de los suelos.

Este hecho se ha producido porque el estudio del suelo lo hemos enfocado hacia la contaminación y su relación con la salud humana. Debido a esta nueva orientación de la disciplina, estamos en una facultad sanitaria, nos pareció más adecuado centrarnos en propiedades y componentes, ya que son más fácilmente cuantificables, lo que permite entender mejor el comportamiento del suelo ante la llegada de compuestos tóxicos, y analizar los procesos de sorción y desorción, o de movilización y precipitación dentro del perfil. Esto hizo que se abandonara, prácticamente, del programa el desarrollo de los procesos genéticos del suelo para incluir conceptos como calidad del suelo e índices de calidad, no desde el punto de vista de la producción de cultivos, sino como base para la prevención de la degradación del suelo y el medio ambiente en relación a los programas de sanidad ambiental.

Con este cambio en la forma de transmitir la Edafología los estudiantes han tomado conciencia, al menos en mayor medida, de que el suelo también es un  recurso natural a cuidar, y que no podemos tratar los temas de salud pública sin dar el protagonismo que requiere en cada momento al suelo. Esto, que parece una obviedad, nos ha costado mucho que se entienda, todavía el suelo sigue siendo el gran desconocido cuando se diseñan planes de actuación para preservar el medio ambiente, inclusive cuando tienen como objetivo la salud de los ciudadanos.

El precio que hemos pagado, desde el punto de vista de la Edafología clásica, es que no conocen el suelo más allá de como lo define el RD 9/2005 o, las legislaciones autonómicas, lo que les permite introducir en su lenguaje términos que incluyen: evaluación de actividades potencialmente contaminantes, usos del suelo, niveles genéricos de referencia, peligro y riesgo, o biodisponibilidad y bioacumulación.

Desde esta perspectiva nos situamos en lo que se ha llamado tercera “onda”, o tercer periodo de la historia de la Edafología, que definió Bouma (2002), y que tan bien describe Díaz-Fierros (2011), en su libro La Ciencia del Suelo. Hemos ganado en el análisis multifuncional del suelo, en efecto, ya el suelo no es solo lo que produce, ni solo una parte del ecosistema, además tiene que ser parte del acervo cultural, social, económico, sanitario de la sociedad. Pero también debemos decir que con ello, corremos el riesgo, como dice Díaz- Fierro, de dar origen a determinados efectos perversos, entre los cuales se destacaría el de la banalización del suelo como elemento de la naturaleza con funciones y procesos específicos propios.

Para intentar contribuir a que se entienda que el suelo es un sistema natural, dinámico, vivo, que desempeña una gran cantidad de funciones, y que su formación es un proceso continuo y muy complejo, hablaremos del suelo en el sentido que utiliza y describe, ya hace muchos años, Huguet del Villar en su libro “El Suelo” (1937), de Suelo edafológico lato sensu, es decir en sentido amplio. Por ello, trataremos los factores ambientales y los procesos edafogenéticos que tienen lugar para su formación, y analizaremos las funciones ecosistémicas  que se le atribuyen.

Quien me propuso la idea, se pueden imaginar, fue nuestro administrador Juan José Ibáñez, que revisando post publicados hace tiempo, vimos que aquellos con contenidos más divulgativos eran mejor recibidos por muchos lectores. Como este es un blog donde caben contenidos de diferente nivel, me sugirió escribir para los que les interesa el suelo, pero no son profesionales del mismo. Por tanto, el formato que empezamos tiene un nivel informativo que permita a los lectores entender un lenguaje, y que después, a quien le interese, pueda profundizar en los temas con mayor nivel científico. Es como una presentación de una parte de la Edafología.

Antonio López Lafuente

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