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Foto: Colaje Imágenes Google

 Los Científicos no tienen abuela, las científicas sí

 ¿No entendéis la expresión?. Pinchar en el enlace y sabréis a lo que me refiero. Ya barrunto que algun@s estaréis cavilando si rezumo sexismo, pero no es así, aunque de la expresión pudiera desprenderse tal idea. Más bien todo lo contrario. Como varón, asumo y reconozco la discriminación de género, así como la necesidad de erradicarla, sin paliativos. Sin embargo, evito editar post sobre estos asuntos, dado que serían fácilmente malinterpretados por mentes retorcidas. Aborrezco los tópicos, y en lo concerniente a la discriminación sexista, da lugar a que proliferen como gérmenes en un sabroso caldo de cultivo. Todo viene a cuento por la curiosa noticia que os expongo abajo y que avala una idea que sostengo desde hace tiempo.  Desde un punto de vista intelectual no albergo la menor duda de que, “descontando algunas idiosincrasias cognitivas y fisiológicas”,  los hombres y mujeres somos igualmente competitivos en ciencia, como en casi todas las ramas del conocimiento y profesiones, dicho sea de paso. Sin embargo, cabe diferenciar entre  “ser competitivos y ser competidores”. Y es aquí en donde, en mi modesta opinión, estriba la diferencia. No entraré en las posibles razones, ya sean naturales y/o culturalmente sesgadas, ya que se trata de otro tema.

 A los varones nos gusta competir desde nuestra más tierna infancia, por lo que no debe extrañar la pasión que tenemos por los deportes. Empero hay competidores honestos y deshonestos, como todo el mundo sabe. La competitividad es más neutra, se mire por donde se mire.  Por tanto ya podéis ir intuyendo de que va la nota de prensa publicada por el noticiero SINC:  “Novedoso, único, sin precedentes”: los científicos ‘venden’ su trabajo mejor que las científicas”. Hagamos un poco de historia.

 Hace ya más de un decenio, leí una noticia norteamericana que señalaba como los científi@s que publicitaban los resultados de sus indagaciones en la prensa general, terminaban recibiendo más citaciones científicas en revistas especializadas que los que no lo hacían. En aquel momento, tal “revelación” me dejo estupefacto. Aproximadamente 10-12 años después ya resulta ser una práctica tan execrable como habitual. Muchos colegas buscan desesperadamente a los periodistas. Actualmente, estamos ya impelidos a publicitar nuestra gloriosa trayectoria científica en un buen número de páginas Web académicas e institucionales, y cuando se nos pregunta, efectivamente son muchos los científicos que dicen sentirse desorientados, alegres, asombrados, atónitos, etc., a cerca de los resultados de sus indagaciones y los inmensos logros que su “divina inteligentia” ha hecho posible descubrir. ¡Orgasmo total! En el 99,99% de las ocasiones, causa pena leer como sus autores publicitan mediocres aportaciones ensalzando sus implicaciones hasta límites delirantes. Se asemejan más a vendedores ambulantes que a genuinos profesionales. Peor aún, “no se les cae la cara de vergüenza. Y todo como producto de esa maldita transición de la ciencia a la tenebrosa tecnociencia. Siempre he considerado que la tarea de un científico es investigar, mientras que los méritos de sus publicaciones deben ser reconocidos por otros “pares”, es decir en el seno de la comunidad científica implicada. La arrogancia implica o estupidez o mediocridad. Y de ahí el palabro “competidor”, que no “competitivo.

Pues bien, parece ser que a este escabroso auto-marketing, ajeno, muy alejado de la auténtica y genuina labor de la indagación científica ¡han entrado a saco más los varones que las mujeres!. ¿Qué opino yo? Obviamente prefiero la actitud de las féminas que la de los machotes que van vendiendo las bondades de su mercancía a todo aquel que les quiera escuchar/comprar. Resulta mucho más honrado, humilde y honesto. Del mismo modo, un buen investigador no tiene necesariamente que ser un excelente vendedor y viceversa. En consecuencia, animar a que ellas se comporten como ellos (y no al revés) se me antoja lamentable. Si alguien da ejemplo, en este caso son las féminas, pero al perecer hay que quitárselas de en medio u obligarlas a modificar su actitud. No hay cabida, en un mundo tan atrozmente competitivo. para lisonjas  como la honestidad, ya que la posverdad ha sustituido a la verdad, tanto a nivel social como científico. Si realmente el auto-marketing actual fuera cierto, habríamos curado el cancer, garantizado la soberanía alimantaria y bla, bla, bla.

 Los Científicos no tienen abuela, las científicas sí,

Peor para ellos, con lo tiernas que son nuestras entrañables abuelitas. ¿Verdad?

 Vendo mi último artículo que cambiará el mundo…. Oigan ustedes que soy el mejor…. nadie puede compararse a mi……. ¿me oyen?, Vendo mi último artículo que cambiará el mundo…. Oigan ustedes que soy el mejor,….. nadie puede compararse a mi……. ¿me oyen? Vendo mi último artículo que cambiará el mundo…. Oigan ustedes que soy el mejor,…único, sin igual, mejor que Einstein……..nadie puede compararse a mi……. ¿me oyen? ¿Me escuchan?. Por favor cítenme, cítenme, una citación, se lo pido por caridad. Se lo suplico…….

 Juan José Ibáñez

Continúa……….

 Novedoso, único, sin precedentes”: los científicos ‘venden’ su trabajo mejor que las científicas

Un estudio observacional apunta a que los hombres tienden utilizar términos más elogiosos al presentar los resultados de sus propias investigaciones que sus colegas femeninas, independientemente de la importancia o novedad de esos hallazgos.

SINC | | 17 diciembre 2019 00:30

 El estudio evidencia que los investigadores en medicina académica y ciencias de la vida suelen presentar sus propias investigaciones de manera más favorable que sus colegas femeninas. / Fotolia

Un equipo de universidades de Alemania y EE UU ha llevado a cabo un estudio observacional que apunta a que los científicos tienen a enmarcar sus hallazgos de investigación de manera más positiva que las científicas. El trabajo se ha publicado en la revista BMJ.

La presentación más positiva de sus trabajos por parte los hombres investigadores se asocia con tasas más altas de citas posteriores

 La presentación más elogiosa de sus trabajos por parte los hombres investigadores se asocia con tasas más altas de citas posteriores –es decir, cuando los trabajos son referenciados por otros–. Además, “las citas se utilizan a menudo para medir la influencia de un investigador, por lo que pueden tener implicaciones importantes para el progreso de la carrera”, dicen los autores.

El estudio destaca que las mujeres siguen estando infrarrepresentadas en la medicina académica y las ciencias de la vida. También ganan salarios más bajos, reciben menos becas de investigación y menos citas que sus colegas masculinos.

Un factor que puede contribuir a esta brecha de género son las diferencias en la manera en que las mujeres promueven sus logros en la investigación, en comparación con los hombres, según el trabajo.

El equipo de la Universidad de Mannheim (Alemania), la Universidad de Yale (EE UU) y la Escuela de Medicina de Harvard (EE UU) decidió probar si los científicos y las científicas difieren en la forma positiva en que presentan sus hallazgos y si esto está asociado con un mayor número de citas.

Para ello, analizaron el uso de palabras como “novedoso”, “único” o “sin precedentes” en los títulos y resúmenes de más de 100.000 artículos de investigación clínica y más de seis millones de artículos de ciencias de la vida, publicados entre 2002 y 2017.

Estos términos positivos fueron luego comparados con el género del primer y último autor de cada artículo. También evaluaron si las diferencias de género en la presentación positiva variaban según el impacto de la revista.

En general, el 17 % de los artículos de investigación clínica se referían a un primer y último autor femenino, mientras que el 83 % de los artículos se referían a un primer o último autor masculino.

Los resultados muestran que los estudios en los que el primer y último autor eran mujeres fueron, en promedio, un 12,3 % menos propensos a utilizar términos positivos para describir los hallazgos de la investigación, en comparación con los artículos en los que el primer o último autor era hombre.

La presentación positiva se asoció, de media, con un 9,4 % más de citas posteriores y un 13 % más de citas en revistas clínicas de alto impacto (una medida reconocida de la importancia o el rango de una revista).

Los estudios en los que el primer y último autor eran mujeres fueron, en promedio, un 12,3 % menos propensos a utilizar términos positivos 

Estándares más altos para ellas

La investigación apunta a que las mujeres son sometidas a estándares académicos más altos en la revisión por pares, lo que podría ayudar a explicar estos hallazgos.

También advierten de que se trata de un estudio observacional y, por tanto, “no es posible establecer la causa. Además, algunas limitaciones pueden haber influido en los resultados, aclaran.

Sin embargo, las conclusiones fueron similares tras considerar varios factores, incluyendo el factor de impacto de la revista, el área científica de estudio y el año de publicación, lo que sugiere que los resultados son sólidos.

Por lo tanto, el equipo señala que su investigación proporciona “evidencia a gran escala de que los hombres en medicina académica y ciencias de la vida suelen presentar sus propias investigaciones de manera más favorable que las mujeres y que estas diferencias pueden ayudar a atraer más la atención sobre sus trabajos, lo cual se traduce en un mayor número de citas”.

Según escribe Julie Silver, investigadora de la Escuela de Medicina de Harvard, en un editorial relacionado «debemos corregir los sistemas que contribuyen a las desigualdades de género”. Silver y otros colegas firmantes, destacan, sin embargo, que “más que alentar a las científicas a formular sus hallazgos de investigación de manera más positiva, habría que ayudar a los hombres a ser más moderados”.

En el mismo artículo, piden a los editores, productores y consumidores de literatura científica que trabajen juntos “para contrarrestar los prejuicios con el fin de hacer avanzar la ciencia de manera óptima”.

Esta opinión es compartida por Elizabeth Loder, Jefa de Investigación del BMJ, quien resalta que “el vocabulario utilizado para describir a los médicos sigue siendo obstinadamente masculino. Sin embargo, la mayoría de los médicos son o serán mujeres, y nuestro lenguaje debería reflejar esa realidad”, concluye.

Referencia bibliográfica:

Marc J Lerchenmueller, Olav Sorenson, Anupam B Jena. “Gender differences in how scientists present the importance of their research: observational study”. BMJ (17 de diciembre, 2019).

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