El valor de la lana y como se ha caracterizado la trashumancia y el pastoreo en los antiguos reinos de España.

Tipos de trashumancia

Son numerosos los trabajos que hacen referencia a la fama de lana en época romana en la zona Bética, también hay coincidencia a la hora de señalar diferencias importantes desde el punto de vista cualitativo, a favor de la lana procedente del ganado merino respecto de la anterior, lo que no hay es una tesis definitiva a cerca del origen precisamente del citado ganado ovino. Parece ser que apareció en Castilla hacia el siglo XV la primera evidencia o referencia sobre la denominación de merina aplicada a ovejas o a la lana, en los inventarios de tarifas expedidos por Juan II en 1442 y Enrique IV en 1457 en los que se fijaban las tasas para el paño confeccionado con “lana merina” .

En los más de dos mil documentos del archivo de la Mesta, fechados con anterioridad a 1600, no hay ni una docena de referencias a la lana merina como tal.

            Antes de centrar el tema desde la óptica actual es imprescindible hacer referencia al estudio de J. Klein donde dice que: “El primer rasgo distintivo de la organización pastoril trashumante en Castilla es el referente a las cañadas, que son los caminos especiales destinados al tránsito de los ganados. En todos los países donde existe esta forma errante casi nómada, de explotación ganadera, hallamos estas calzadas. La Italia meridional estaba atravesada por calles romanas, (calles pastorum) que fueron después las tratturi (111 m. unen montaña y llanura) (los tratturelli de unos 37 m  y los 18,5 m los llamados bracci). En la Provenza, Argelia y los Balcanes había rutas similares (algunas probablemente prerromanas) reservadas para el tránsito de ganado. En Francia han existido vías para el ganado desde tiempos inmemoriales “chemins de transhumance” principalmente servían para conducir el ganado desde el Mediodía francés a los alpes y vuelta.

En los reinos españoles se conocieron estas calzadas bajo diversos nombres: cabañeras de Aragón, las carreradas de Cataluña, los azagadores reales de Valencia y las cañadas de Castilla o también caminos a veces denominados galianas, cordones, cuerdas y cabañiles1.

            También es interesante resaltar la opinión vertida en trabajos relacionados con estudios sobre la trashumancia antigua como el ya citado Sánchez Moreno Eduardo quien recuerda que la trashumancia a larga distancia es una práctica arraigada en la Península Ibérica así como en otros lugares de la cuenca mediterránea, recuerda el positivismo de la primera mitad del siglo XX con la aceptación acrítica de una trashumancia sin definir más bien de economías pastoriles nómadas, situando en esta línea las aportaciones de varios autores entre los que incluye a J. Klein y su obra emblemática sobre la Mesta. Una etapa de rechazo de la trashumancia (1950/1980): Ni exigencia medioambiental, ni disposición humana, sólo aceptan la existencia de movimientos ganaderos menores (trasterminancia) entre montañas y valles, pero dentro de un mismo territorio étnico, lo avalan entre otros J. Caro Baroja.

            En otro orden de cosas se porfía que los framontanos (imágenes de piedra, prerromanas, que representan cerdos, carneros y toros) encontrados en muchos lugares de la España central señalaban el camino de ciertas calzadas ibéricas, sustituidas más tarde por las vías romanas2.

            Todo indica que dicha hipótesis no se mantiene ya que ha sido demostrado que dichos monumentos eran religiosos o funerarios y en modo alguno relacionado con la ganadería, aun cuando la vida de los íberos fuera en gran parte pastoril. La primera prueba irrefutable que define y señala las calzadas para el ganado lanar no es anterior a los siglos VI o VII, y se encuentra en el Código de Eurico y el Fuero Juzgo, códigos visigodos, al prescribir determinadas salvedades con relación a ciertas calzadas destinadas al tránsito de ganado trashumante.

            Estas vías pecuarias se identificaban además gracias a algunos documentos medievales que atestiguan la imposición de ciertos gravámenes a los ganados trashumantes al pasar por determinados lugares, lo que indica el uso de unos caminos fijos, que hacia fines del siglo XII recibieron el nombre de cañadas. En realidad no eran más que el trozo de camino lindante con tierra cultivada, pues el camino que cruzaba por terreno libre no se acotaba, ni se designaba de modo especial3.

Pedro García Martín en su trabajo sobre La Mesta distingue tres tipos de trashumancia que conviven en el mundo agrario de la Europa medieval y moderna:

  1. La trashumancia local, cuyos cortos desplazamientos tienen como radio de acción las lindes municipales donde dice que se establecen regímenes de mancomunidad de pastos y cita como ejemplos la crianza de la oveja churra en Tierra de Campos, que se alimenta de panes y rastrojos del propio concejo, la producción cárnica de la vaca avileña, esparcida por el valle de Amblés o resistente a los rigores del puerto de la Cebrera o la yerba común consumida por las ovejas riojanas de las Tres Villas (Anguiano, Matute y Tobía).
  2. La trashumancia transterminante, desplazamientos medios en los que las manadas de ganado traspasan varios términos municipales, pudiendo distinguirse una triple tipología en función del lugar de procedencia, ya sea la planicie, la sierra o entre ambas. Es lo que el geógrafo Max Derruau calificó de trashumancia ascendente, descendente y doble. Y en la que los rebaños pueden marchar siguiendo el curso de las riberas, las cuerdas de las cadenas y los piedemontes. Para Fernand Braudel en su magnífico El Mediterráneo y el Mundo Mediterráneo clasifica en tres variantes de esta modalidad trashumante: Normal, cuando propietarios y pastores son habitantes de llanura, la cual sólo abandonan en verano en busca de los pastos que arrienda al montañés. Inversa, cuando los rebaños de los montañeses bajaban en invierno a utilizar los pastos y los mercados que le ofrecía valles y planicies, el ejemplo de Navarra sus valles (Roncal, Salazar, Iratí) sobre la Ribera y las Bardenas Reales. Mixta, cuando las chozas se encuentran en la ladera a medio camino entre pastizales de áreas altas y bajas, lo que ocasiona conflictos de aprovechamiento resueltos  por la vía de la propiedad y la puja en los arrendamientos como el régimen ganadero que tiene la Alta Provenza en los siglos XV y XVI o el que se ha mantenido en Córcega hasta la actualidad.
  3. La gran trashumancia o regional, desplazamientos largos que son considerados un estadio superior al nomadismo en al evolución histórica del pastoreo, en nuestro estudio: La Mesta4.

En el comienzo de la Edad Media cuajó la costumbre en Castilla de reunir asambleas de propietarios y pastores en diversas poblaciones, un par de veces al año, al objeto de tratar cuestiones sobre el fuero local relacionado con la ganadería, ganados estantes, trashumantes, descarriados, etc. A estas asambleas o concejos se les llamaban mestas quizás recordando el ganado perdido e ingresado a otras piaras, (mezclado) también a las ovejas descarriadas se les llamó ganado mesteño, las citadas reuniones en Navarra se llamaban meztas y en Aragón ligallos.    

 

Klein, J., La Mesta: Estudio de la historia económica española 1273-1836. Alianza Universal Pág. 19,  Madrid 1990

2 Sáez, L., Apéndice a la Crónica del Rey Juan II. Brit. Mus. Add. Mss., 9925, Pág. 96, Pág 109 Madrid, 1786

3 Klein, J., La Mesta: Estudio de la historia económica española 1273-1836. Alianza Universal. Pág. 31, Madrid 1990

4 García, P., La Mesta, historia 16, Pág 25, Madrid 1990

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