Algunas ideas acerca de la representación de las vías pecuarias en referencia a comentarios anteriores

  • La representación gráfica de las vías pecuarias y su presencia en la cartografía histórica ha sido el objetivo perseguido en los últimos comentarios, así como conocer y divulgar determinados aspectos.

 

           En el recorrido efectuado, van apareciendo cuestiones y aspectos tan diversos como puedan ser el paradero de muchos planos y mapas que en distintos momentos se sabe que se efectuaron y no se encuentran catalogados, ni accesibles, tanto en la vertiente historicista de la propia cartografía, como otros específicos del archivo de la Mesta, todos ellos con la trascendencia suficiente para ser por sí mismos objetivo de una investigación específica.

            Hemos escrito en alguna ocasión que no era posible ofrecer una fecha concreta para la expresión gráfica en los planos de los itinerarios pastoriles; referencias escritas ya se dataron en torno al siglo VI en el “Fuero Juzgo” visigodo, pero el florecimiento de la cartografía hay que situarlo a partir de los descubrimientos, en el siglo XVI, época también de esplendor de la Mesta, pero la percepción del mundo rural, de los espacios y tránsitos, alejaba toda posibilidad de representación normalizada del viario pecuario. La elaboración cartográfica  se reservaba a eruditos y gentes viajeras e ilustradas.

            Hubo intentos de poder contar con representación gráfica explícita de las vías pecuarias y en distintos  períodos, pero por diferentes razones no se llevaron a cabo.

            También hemos señalado en otras ocasiones, que la decadencia y desaparición de la Mesta, así como la falta de una autoridad clara bajo el mandato de la Asociación General de Ganaderos del Reino en las postrimerías del siglo XIX y principios del siglo XX, tuvieron mucho que ver en esta definición. Citábamos el ejemplo siguiente: A finales del siglo XIX y principio del XX, el Sindicato de Policía Rural es potente y presiona hasta el punto que la Asociación General de Ganaderos del Reino se ve impotente en diferentes casos, sobre todo cuando se trataba de hacer respetar la red viaria que había servido al tránsito ganadero durante siglos”.

            Si a lo expresado unimos los datos y ejemplos señalados en este análisis, en cuanto al origen, concepto y evolución de la expresión gráfica, concluiremos en primer lugar que los avances técnicos en materia de representación gráfica se van solapando con la propia decadencia de las instituciones cañariegas (siglos XVIII y XIX).

            A pesar de todo, hay un primer intento de formar un mapa general de las vías pecuarias en 1717, encargo realizado por el Presidente de la Mesta, con el objetivo de nombrar un cosmógrafo que se responsabilizase de dicho proyecto; para ello se efectuaron consultas a Casani (catedrático de matemáticas) y al cosmógrafo real Felipe Palota. El método acordado fue que el cosmógrafo acompañado, de un ganadero inteligente, siguiera las audiencias cada dos años de los Alcaldes Entregadores en los cuatro partidos pecuarios principales de la época. El encargo no cumplió el objetivo previsto.

            Hubo otros intentos, pero es evidente que por medios y cauces institucionales nunca se ha logrado disponer de una cartografía específica e integral.

            Existen a lo largo de la historia, numerosas referencias gráficas, más o menos explícitas al mundo cañariego y a los diferentes itinerarios que seguían los trashumantes. Se sabe desde siempre la imperiosa necesidad del hombre por pintar, dibujar o reflejar gráficamente sus movimientos en un territorio que inicialmente no dominaba (hombre no estante) y también luego cuando la agricultura y la ganadería se circunscribían a regiones más o menos homogéneas en el sentido geopolítico.

            Los ejemplos y gráficos relacionados y aquí mismo publicados, tratan de dar respuesta a la cuestión antes mencionada; de aquí, la idea de recordar en cada período de tiempo las expresiones cartográficas propias, así como su evolución e influencia en el tema que nos ocupa.

            En los antiguos mapas, los babilónicos, los egipcios, los romanos, hasta los portulanos e incluso en los de Tomás López ya del siglo XVIII, el relieve constituía un problema más que una solución y era reducido a un dibujo con cierta apariencia.

            El plasmar las tres dimensiones de la realidad sobre una superficie plana de dos dimensiones constituyó durante muchos siglos una barrera infranqueable para la cartografía, hasta finales del siglo de la razón y los ilustrados, época en la que las ciencias y técnicas desarrolladas permiten dar ese salto.

            Una peculiaridad de las vías pecuarias en la Península es que la mayoría de itinerarios que van de norte a sur o de este a oeste no siguen una conducción geomorfológicamente coherente; algunos trazados repentinamente se salen de las vaguadas, cortando por la divisoria hasta llegar al puerto, bien por acortar distancias, bien por no molestar a agricultores o ganaderos estantes, bien por aprovechar otras yerbas menos localizadas o por otras razones.

Una cuestión importante es que numerosos recorridos se solapan con diferentes tipos de límites, a veces naturales, pero en otras ocasiones se ven modificados por linderos de fincas, por demarcaciones de hojas de cultivo, por términos municipales, interprovinciales, etc.

En definitiva, a la hora de representarlas inicialmente, en los pocos croquis o dibujos que se conservan, la orografía en general no era un problema, al igual que otros detalles cartográficos; las prioridades se centraban en la localización de las masas y conducciones de agua, las rutas o caminos principales, los asentamientos humanos y sus construcciones.

Con el desarrollo de la cartografía y resuelto el problema del relieve la percepción global nos alerta de las particularidades de este tipo de recorridos. Es difícil hablar de Topografía en las circunstancias citadas antes del siglo XVII, a pesar de los esfuerzos realizados, empleando métodos como la perspectiva paralela (caballera), las líneas de pendiente, las normales, las curvas de nivel, etc., para la representación del relieve.

Por tanto, hay que indicar que la plasmación geométrica del relieve es objeto de la Proyección Acotada y obedece a necesidades de tipo técnico que van surgiendo a medida que las sociedades y los pueblos se desarrollan. Es la hora de las proyecciones de Mercator y Ortelius, en detrimento de las tradiciones cartográficas ptolomeicas; Copérnico, Kepler y Galileo, entre otros, aportan el conocimiento y la ciencia necesaria para definir con precisión formas y distancias intraplanetarias y extraplanetarias.

Los avances en todas las ciencias, pero en particular en geografía y en la aplicación para las mediciones de la trigonometría, topografía y  geodesia, nueva instrumentación como el reloj de péndulo y el sextante, figuras como Cassini y Newton,  dan un enorme empuje. Las triangulaciones y su densificación avanzan en el siglo XVIII, configurando una cartografía más precisa, en el orden planimétrico, pero también mejora la expresión del relieve en los nuevos planos y mapas que se estaban elaborando entonces,  con el empleo de los puntos acotados, las líneas estructurales, el sombreado, las líneas de máxima pendiente, las curvas de configuración horizontal del terreno y las curvas de nivel. Luego, en el s. XIX, el método de las normales, la difuminación, las tintas hipsométricas o combinaciones y sobre todo la sistematización de la Proyección Acotada sustituyen o complementan a los anteriores.

En definitiva, la presencia de las vías pecuarias en la cartografía contemporánea no deja de ser un hecho heredado, muy diversa en cuanto a las escalas empleadas, pero cada vez con más protagonismo. Las causas entendemos que están ligadas a la complejidad y a la sistematización cada vez mayor de las ciencias en general, pero sobre todo a la gran revolución tecnológica de los últimos años.

Por estas razones es necesaria la creación y centralización de un fondo cartográfico avanzado relacionado con esta temática, dispuesto para uso de investigadores e interesados. Es imprescindible la divulgación y el conocimiento de un patrimonio histórico original, que será la garantía de su preservación.

 

 

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