A la cafeína se supone que debemos pedirle que nos mantenga despiertos. En realidad, cuenta The New Yorker, nos aporta también energía, reduce la sensación de fatiga, nos activa física y mentalmente, refuerza la memoria inmediata y beneficia la resolución de problemas, la toma de decisiones y nuestra concentración. Nada de esto, sin embargo, sale gratis.