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Gérmenes
en libertad
por Eileen Choffnes
Los ensayos con bioarmas contaminaron sitios alrededor del mundo. ¿Se
corregireá algún día el Embrollo?
En 1988, científicos soviéticos
se apresuraban a destruir su arsenal secreto de ántrax, que habían fabricado
en violación de la Convención de Armas Biológicas y Toxínicas (CAB). Alarmados
por la posibilidad de que Occidente se percatara y pidiera inspecciones,
los soviéticos tomaron rápidamente medidas para no dejar rastros. Los
científicos colocaron cientos de toneladas del letal polvo rosado en unos
enormes botes de acero inoxidable, le rociaron cloro para matar las esporas,
y después enviaron los tambores en un viaje de 1,500 km en tren a una
remota isla del Mar Aral, un polígono de ensayos secretos de armas biológicas.
Allí los soldados descargaron los lodos en 11 fosas de poca profundidad,
echaron más cloro y enterraron la mezcla de ántrax debajo del suelo arenoso
de la Isla de Vozrozhdeniye.
Ahora, más de una década
después, el Mar Aral se está contrayendo, y los lodos posiblemente se
estén disolviendo en la arena. Se espera que, conforme el lago continúe
retrocediendo, la isla finalmente se conecte con la tierra firme, con
lo que la población--y potenciales proliferadores--quedarían comunicados
a una fuente peligrosa de patógenos de propiedades especiales, como virulencia
y persistencia ambiental acrecentadas y resistencia antibiótica.
Cada uno de los principales
contendientes de la Segunda Guerra Mundial tuvo un programa de armas biológicas,
y muchos de los polígonos de los ensayos de campo de estos países siguen
siendo reservorios de enfermedades. Aunque los programas puedan haber
terminado, los patógenos que mediante ellos se liberaron persisten en
las poblaciones de animales, aves, reptiles e insectos que habitan esas
zonas de pruebas. A menos que se extremen precauciones para asegurar los
campos de ensayos, los patógenos que alguna vez fueron liberados en el
medio ambiente se adaptarán a nuevos huéspedes y propagarán enfermedades
a zonas nuevas.
Una grave deficiencia
En 1969, el presidente estadounidense
Richard Nixon renunció, de manera unilateral, a la utilización de armas
biológicas y acotó a medidas defensivas el enfoque de la Investigación
y el Desarrollo estadounidenses de técnicas de guerra biológica. Estados
Unidos promovió la CAB en 1972; el Senado lo ratificó en 1975. Hasta la
fecha, 162 países han firmado el tratado y 144 lo han ratificado. Desde
que entró en vigor, ha habido reportes de que numerosos países tienen--o
están desarrollando--la capacidad de producir armas biológicas. Estos
países incluyen a Rusia, Siria, Irak, Irán, Libia, Corea del Norte, China,
Israel, Egipto, Cuba, Taiwán, Rumania, Bulgaria, Pakistán, la India y
Sudáfrica. Con la excepción de Israel, cada uno de ellos ha firmado y/o
ratificado la CAB. Si estos países tienen, o tuvieron, programas de AB
clandestinos, también es probable que cuenten con polígonos de ensayos
secretos.
La cuestión de si se declarará,
investigará y finalmente se remediará, o no, el embrollo de Vozrozhdeniye
y otros sitios alrededor del mundo podría resolverse más adelante durante
este año. Aunque el tratado sobre bioarmas haya tenido un éxito relativo
en convertir instalaciones de producción de agentes biológicos a gran
escala, como las de Stepnogorsk, a infraestructura con fines civiles,
ha fracasado totalmente en identificar--por no hablar de eliminar--los
impactos ambientales asociados con los polígonos de ensayos como el de
la Isla de Vozrozhdeniye. El tratado hace mutis en relación con el tema
de si se debe, y de cómo se puede, identificar, caracterizar y mitigar
los impactos ambientales y la proliferación de riesgos asociados con los
campos de pruebas. Los tipos de polígonos de ensayos en campo, y las instalaciones
y actividades ubicadas y realizadas en ellos, que se tendrán que declarar
sigue siendo un punto de discrepancia entre los negociadores del Grupo
Ad Hoc de Estados Partes de la CAB.
Mucho se ha hecho para frenar
el flujo de materiales, recursos y conocimientos a los países proliferadores,
pero se ha pensado muy poco en las amenazas persistentes que constituyen
los polígonos de ensayos de campo con vigilancia poco estricta ubicados
en varias partes del mundo. En la medida en que se vuelva más difícil
obtener agentes patogénicos de fuentes privadas y públicas, los terroristas
o naciones que quieran adquirir la capacidad de producir armas biológicas
podrían sentirse tentados a obtenerlos de colecciones de flora y fauna
silvestres o de otras fuentes ambientales de esos agentes.
El Grupo Ad Hoc debe considerar
la conveniencia de declarar e investigar polígonos de ensayos de campo
pasados o actuales cuando celebre su próxima reunión en Ginebra (tentativamente
programada para mediados de abril), como parte del régimen de inspecciones
que se está negociando para "sitios declarados", porque una declaración
tal sería el primer paso para asegurar el cumplimiento del tratado. Hasta
que eso suceda, se requiere invertir más recursos en la vigilancia global
de brotes de enfermedades exóticas o insólitas que podrían deberse a una
liberación accidental o intencional de patógenos provocada por actividades
e instalaciones clandestinas.
El legado de los ensayos
de campo
Se usaron polígonos de ensayos
de campo para estudiar el potencial de provocar enfermedades de una variedad
de agentes, así como para determinar las dosis necesarias, los métodos
de diseminación, características de dispersión y si un agente causaba
una enfermedad contagiosa. Los programas AB probaron y evaluaron sistemas
de diseminación que incluyen bombas aéreas, submuniciones de bombas, tanques
de aspersión aérea, ojivas de misiles balísticos, granadas de artillería,
cohetes, ojivas de misil de crucero y sistemas de diseminación y contaminación
clandestinas. Con frecuencia los polígonos de ensayos de campo parecen,
al menos por fuera, ejemplos de "prístinos" espacios naturales sin explotar,
pero sus poblaciones de animales residentes son, de hecho, reservorios
permanentes de enfermedades y una fuente potencial de agentes patógenos
que podrían ser obtenidas fácilmente por alguna nación proliferadora o
por terroristas potenciales. Consideremos los sitios de pruebas de la
Unión Soviética, Gran Bretaña y Estados Unidos:
La ex Unión Soviética
De lejos el complejo de
armas biológicas más grande que se haya creado fue el de la Unión Soviética.
Había dos importantes grupos de instalaciones que se dedicaban a investigar
y desarrollar, producir y ensayar armas biológicas: un sistema controlado
por las instituciones militares que databa de los años veintes, y Biopreparat,
un programa ultrasecreto que operó bajo cobertura civil de 1972 hasta
1992.
Paradójicamente, el tratado
de bioarmas dio ímpetu a la expansión del programa soviético. Los soviéticos
creyeron que EE.UU. continuaría con su programa de guerra biológica ofensiva
a pesar de su renuncia oficial. Como consecuencia, el programa soviético
no sólo alcanzó sino que superó al de EE.UU., y se convirtió en el programa
de armas biológicas más sofisticado del mundo. Su tamaño y alcance eran
enormes; ya para principios de los noventas más de 60,000 personas se
dedicaban a la investigación, desarrollo y producción de armas biológicas,
y almacenaron centenares de toneladas del agente del ántrax así como docenas
de toneladas de otros patógenos, incluyendo los de la viruela y la peste.
Durante décadas Vozrozhdeniye
fungió como el principal polígono de ensayos de AB al aire libre de la
Unión Soviética. La isla, "el cementerio de ántrax más grande del mundo",
tenía un complejo de ensayos en la parte sur y una población militar en
el norte (que ahora se encuentra en territorio uzbeko y kazajo, respectivamente).
El polígono de ensayos se utilizó para estudiar los patrones de diseminación
de los aerosoles de agentes de guerra biológica y los métodos para detectarlos,
así como el rango efectivo de las bombas atomizadoras de racimo llenadas
con diferentes tipos de agentes biológicos. Se realizaron experimentos
con ganado y animales de laboratorio. Los científicos liberaban rutinariamente
organismos letales al aire--de la peste, viruela, brucelosis, tularemia
y por supuesto, ántrax. La responsabilidad de las muertes masivas de peces
locales, brotes de peste y otros casos de enfermedades infecciosas se
ha atribuido a los ensayos, y a pesar de casi una década de inactividad,
la isla continúa siendo una zona de peligro. Muestras del suelo indican
que algunas de las esporas de ántrax enterradas, y otros patógenos, siguen
siendo viables y son potencialmente letales.
Conforme se va contrayendo
el Mar Aral y la isla va creciendo, también aumentan las amenazas a la
salud pública y la probabilidad de un desastre ambiental y de la proliferación
de armas biológicas. El acceso más fácil a la isla significa que será
más fácil que los patógenos que aún están contenidos en Vozrozhdeniye
escapen o que alguien los recoja para fines de proliferación. La desecación
del Mar Aral ha dejado lo que es virtualmente un puente terrestre a la
tierra firme de Uzbek, por lo que buscar un remedio es un asunto de alta
prioridad.
Los ensayos de campo terminaron
en 1992 después de que Boris Yeltsin ordenó la clausura de todos los programas
de AB ofensivas. Los documentos oficiales que explican qué sucedió en
la isla se han "extraviado" o ya no existen. Luego del decreto de Yeltsin,
el gobierno ruso aseveró que en un período de dos a tres años la isla
quedaría descontaminada y sería transferida al control de Kazajistán.
Tres años más tarde, expertos de EE.UU. visitaron la isla y confirmaron
que el sitio se había desmantelado y abandonando pero no informaron sobre
el grado de descontaminación.
Los expertos de Uzbekistán
y Kazajistán están sumamente preocupados de que el ántrax enterrado y
otros patógenos que se probaron en la isla lleguen a tierra firme, ya
sea por conducto de animales portadores de enfermedades o por la contaminación
accidental de trabajadores abocados a actividades como la explotación
petrolera, lo cual podría reactivar patógenos que han estado en reposo
desde mucho tiempo. En el marco del programa estadounidense denominado
Reducción Cooperativa de Amenazas actualmente se está negociando un convenio
por U.S. $6 millones, con duración de tres-años, con Uzbekistán y Kazajistán
para desmantelar instalaciones de producción de ántrax en Stepnogorsk,
y para descontaminar las fosas de desecho de ántrax y concluir la eliminación
de las instalaciones ubicadas en la isla.8 Dados su tamaño y los formidables
retos técnicos y financieros implicados, es poco probable que el sitio
de Vozrozhdeniye pueda limpiarse sin ayuda externa.
Gran Bretaña
El proyecto de guerra biológica
de Gran Bretaña se inició en febrero de 1934. Paradójicamente, los británicos
tuvieron curiosidad de aprender acerca de la utilidad de las armas biológicas
como consecuencia de un tratado internacional, el Protocolo de Ginebra,
firmado en 1925, que tenía el objetivo de prohibir su uso. El Departamento
Biológico "Porton" (BDP), ubicado a poca distancia de Stonehenge, se estableció
en octubre de 1940 en la ciudad de Porton Down, con el propósito de desarrollar
y ensayar armas biológicas. Con la ayuda de EE.UU. y Canadá, Gran Bretaña
centró su investigación ofensiva en microbios que atacaran al ganado y
que pudieran atomizarse para ser diseminados al explotar submuniciones
o mediante aerosoles. El BDP también estudió los efectos de la inhalación
de aerosoles sobre los organismos terrestres y no terrestres. Para el
verano de 1942, el Departamento Biológico estaba listo para realizar pruebas
de campo con ántrax a fin de determinar la viabilidad de una bomba biológica.
Se escogió la Isla de Gruinard,
un lugar remoto y pedregoso a 800 m de la costa noroeste de Escocia, para
los primeros ensayos británicos con ántrax. La isla, situada cerca de
un pueblo de pescadores llamado Aultbea, es un crestón de roca cubierto
de brezo, con 90 m de alto, 2.4 km de largo, y 1.6 km de ancho. La primera
arma con la que se realizó un ensayo en Gruinard empleaba una bomba química
modificada de 11 kilos, 43 cm de alto y 14 cm en diámetro, y se cargaba
con una "mezcla espesa y de color café" con esporas de ántrax concentradas.
Después de llenarse con esta pasta aguada, la bomba se transportaba de
tierra firme escocesa a Gruinard, y luego se lanzaba desde un bombardero
Wellington.
Los ensayos de Gruinard
demostraron que los gérmenes podían producirse, transportarse y cargarse
en submuniciones que se hacían explotar sobre las áreas objetivo sin destruir
los frágiles organismos vivos que propagaban la infección. Sobrevivieron
las esporas y continuaron los ensayos, pero el medio ambiente sufrió.
Los cadáveres de ovejas contaminadas con ántrax que se habían usado como
sujetos de estudio escaparon de los cementerios al pie de los acantilados
de la isla y llegaron flotando hasta tierra firme; al menos un brote de
ántrax entre el ganado de escocia se ha atribuido a las actividades en
Gruinard. Con el tiempo, los británicos abandonaron sus ensayos con agentes
biológicos en la isla.
Estados Unidos
El Programa de Investigación
de Defensa Biológica de EE.UU. tuvo sus orígenes en la Segunda Guerra
Mundial. Iniciado en 1942 dentro del Servicio de Guerra Química, su misión
primordial era realizar investigación sobre el ántrax y el botulismo.
La política de EE.UU. en relación con la utilización de armas biológicas
durante y hasta poco después de la Segunda Guerra Mundial se orientaba
únicamente a la retaliación. Desde la conclusión de la Segunda Guerra
Mundial hasta 1969, cuando EE.UU. renunció a las armas biológicas ofensivas,
el ejército desarrolló la capacidad de construir armas biológicas tanto
ofensivas como defensivas.
Todos los polígonos de ensayos
de campo de EE.UU. se abandonaron al término de la guerra--con la excepción
del Campo de Pruebas de Dugway, en el estado de Utah. Entre 1951 y 1969,
se realizaron centenares, si no es que miles, de ensayos de guerra biológica
al aire libre en Dugway, en los que se usaron humanos voluntarios y animales
como sujetos de estudio. Muchos de los ensayos de dispersión de aerosoles
realizados durante la Guerra Fría introdujeron enfermedades no endémicas
(o incrementaron el alcance geográfico de las enfermedades endémicas)
en Utah y en los estados circunvecinos, incluyendo a la encefalomielitis,
fiebre manchada de las Montañas Rocosas, psitacosis, fiebre Q, ántrax,
brucelosis, peste, tularemia, y enfermedad hidatídica, todas las cuales
actualmente se consideran endémicas entre la flora y fauna nativa. En
1959 y 1960 se descubrió una epidemia de fiebre Q en la flora y fauna
del desierto de Utah, pero se desconoce si la enfermedad fue el resultado
de las pruebas de campo en humanos y animales en Dugway, que comenzaron
a principios de los cincuentas. El Departamento de Salud de Utah también
reportó casos de fiebre Q entre humanos--todos con posterioridad a 1955,
cuando se hicieron los ensayos de campo en humanos y animales y se realizaron
diseminaciones de gérmenes en Dugway.
Los ensayos no se limitaron
al área de Dugway propiamente dicho. Se usaron al menos una veintena de
otros sitios nominalmente administrados por el Campo de Pruebas de Dugway--incluyendo
tierras públicas de uso irrestricto--entre finales de los años cuarentas
y los años sesentas, para probar prácticamente todo lo que el ejército
tenía en su arsenal de AB, desde roya negra del trigo hasta Pyricularia
grisea, pasando por el ántrax y la peste. De manera intencional, el ejército
infectó y puso en libertad a diversos animales e insectos para determinar
la velocidad y el alcance de la dispersión de enfermedades a través de
poblaciones animales nativas. El programa de ensayos del ejército en agentes
vivos, que se diseñó para incluir ensayos en el mar, en los trópicos y
en el Ártico, llegó mucho más allá de los límites continentales de EE.UU.
y abarcó sitios en Alaska, Centroamérica, el Lejano Oriente, el Caribe
y varias partes del Océano Pacífico. A fin de determinar las reacciones
de animales, plantas y humanos a una exposición a agentes putativos de
armas biológicas, el ejército habría realizado ensayos clandestinos en
Corea del Sur, Liberia, Egipto y Okinawa. En 1981, tropas que se estaban
entrenando en el Centro de Entrenamiento para la Guerra Selvática, en
Fort Sherman, Panamá, contrajeron una enfermedad transmitida por moscos
que se llama Encefalitis Equina Venezolana (EEV)--brote que finalmente
se vinculó con experimentos militares llevados a cabo en 1970. Como consecuencia
de este ensayo, la EEV continúa siendo una amenaza endémica en ciertas
zonas de Centroamérica.13
Se ha avanzado poco hasta
la fecha hacia el objetivo de identificar, sin hablar de contener o eliminar,
la contaminación en Dugway, a pesar del requisito que estableció la Defense
Environmental Restoration Act [Ley de Restauración del Ambiente por las
Fuerzas de Defensa], aprobada por el Congreso en 1986. Se ha otorgado
aún menos consideración y atención a la necesidad de definir la naturaleza
y el alcance de los problemas causados por los ensayos en Dugway y otros
lugares alrededor del mundo.
¿Recuperación?
Los retos implícitos en
la recuperación ambiental en los polígonos de ensayos son formidables
y técnicamente difíciles y requieren cantidades intensivas de recursos.
En algunos casos, los campos de ensayos no son susceptibles de limpiarse
con tecnologías actuales y podrían, por consiguiente, permanecer como
reservorios de enfermedades a perpetuidad, con lo que, en esencia, pasarían
a ser "zonas de sacrificio nacional". De hecho, sólo existe un antiguo
polígono de ensayos, el de la Isla de Gruinard, que "oficialmente" se
haya limpiado. Después de una serie de intentos fallidos de erradicar
el ántrax de la isla, en 1986 el gobierno británico eliminó finalmente
los focos de infección de la isla con una mezcla de formaldehído y agua
marina.
Es imposible saber si alguien--ya
sea un "Estado paria" o un terrorista decidido--ha obtenido ya materiales
patogénicos de alguno de los polígonos de ensayos. Sin embargo como sugiere
Ken Alibek, ex subdirector de Biopreparat, quien testificó el año pasado
ante el Comité de Servicios Armados de la Cámara de Representantes de
EE.UU., "una organización o un individuo decididos podrían obtener cepas
virulentas de microorganismos de sus reservorios naturales". Por ello
resulta tan inquietante la situación en la Isla de Vozrozhdeniye y en
otros lugares donde se realizaron ensayos de campo.
El trabajo del Grupo Ad
Hoc de Estados Partes de la CAB, que se creó en enero de 1995 bajo la
presidencia de Tibor Toth, de Hungría, se aproxima a su conclusión. Los
negociadores han llegado a un acuerdo general acerca de las principales
disposiciones del protocolo en cuanto a las declaraciones obligatorias,
los procedimientos de seguimiento a las declaraciones y de investigación
de preocupaciones por casos de incumplimiento. Pero el grupo aún no ha
incluido los ex polígonos de ensayos, sean ofensivos, defensivos o "mixtos",
en sus definiciones, declaraciones sobre instalaciones o regímenes de
inspección, ni tampoco ha tomado medidas para garantizar que los posibles
proliferadores no lleguen a las fuentes potenciales de agentes patógenos.
La limpieza y el aseguramiento
de los polígonos de ensayos, tanto actuales como antiguos, para evitar
que los potenciales proliferadores tengan acceso a ellos, debería incluirse
en la agenda de la Conferencia de Revisión de la Convención de Armas Biológicas,
durante su reunión en Ginebra, en noviembre de 2001. Mientras tanto, es
necesario invertir mayores recursos en la vigilancia de enfermedades humanas
y animales para detectar brotes nuevos o sospechosos de enfermedades agrícolas
y humanas a fin de identificar, caracterizar, contener y mitigar las persistentes
amenazas que representan las actividades de ensayo de AB, sean pasadas
o actuales.
¿Donde está el liderazgo
de EE.UU.?
EE.UU. gasta miles de millones
de dólares en programas de "defensa de la patria" a fin de mitigar o minimizar
las consecuencias sobre la salud humana asociadas con potenciales ataques
biológicos, pero parece acordarle una prioridad muy baja a las estrategias
de prevención de la proliferación a nivel internacional o interno, incluyendo
el fortalecimiento de la CAB. La Federación de Científicos Estadounidenses
ha hecho la observación de que "en lugar de ejercer un liderazgo creativo,
EE.UU. se ha convertido en el mayor impedimento para los intentos de alcanzar
un acuerdo sobre un protocolo para verificar el cumplimiento de la prohibición
internacional de las AB".
Los problemas inherentes
a la verificación de la intención de las investigaciones médicas realizadas
bajo auspicios militares, y la dificultad de detectar el desarrollo o
la utilización de armas biológicas, han dado lugar a controversias aparentemente
insolubles entre los Estados partes de la CAB. Algunos expertos han sugerido
que hacer inspecciones personales de las instalaciones, con un aviso de
poca anticipación, podría ayudar a solucionar estas controversias. Pero
las inspecciones tienen un límite en cuanto a la verificación del cumplimiento
de acuerdos sobre el desarme.
El equipo de seguridad nacional
de George W. Bush, aunque expresa sus preocupaciones por la proliferación
de las armas de destrucción masiva, ha dicho poco sobre las negociaciones
en curso para fortalecer la CAB. Igualmente inquietante es el silencio
de la Casa Blanca con Bush en relación con su apoyo a los acuerdos de
control de armas en general, y a la CAB en particular.
El año pasado marcó el aniversario
no. 25 de la CAB. Como un seguro contra el riesgo de que las naciones
produzcan o empleen armas biológicas, durante los últimos nueve años la
comunidad internacional ha trabajado para desarrollar un marco que fortalezca
el tratado.
Estamos en una encrucijada.
El Presidente Bush tiene la oportunidad de demonstrar un auténtico liderazgo
mediante su ayuda al Grupo Ad Hoc para que llegue a una conclusión exitosa.
En caso de que el grupo fracasara, el mundo podría enfrentarse a nuevos
horrores que pondrían en peligro no sólo los intereses de seguridad nacional
de EE.UU. sino los del planeta mismo.
Eileen Choffnes es una científica de alto nivel de la Agencia de Protección
Ambiental de EE.UU. De 1988 a 1993 fue científica de planta del Comité de
Asuntos Gubernamentales del Senado, y trabajó sobre asuntos relacionados
con el control de las armas químicas y ecológicas. Los puntos de vista contenidos
en este artículo son suyos. |