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La energía nuclear

Los desechos radiactivos


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uando se fisiona el núcleo del átomo se generan principalmente tres productos radiactivos: partículas alfa (núcleos de helio compuestos de dos protones y dos neutrones), beta (electrones producto de la descomposición de un neutrón), y radiaciones gamma.

Las radiaciones gamma y los neutrones son las partículas más peligrosas, pues son capaces de traspasar la mayoría de los materiales, ya que sus radiaciones electromagnéticas son de frecuencia superior a los rayos X. Para bloquear estas radiaciones es preciso emplear paredes de hormigón de notable grosor.

El riesgo de contaminación radiactiva no finaliza una vez que se ha fisionado todo el uranio y la central ha dejado de producir energía. Los productos resultantes de la fisión siguen manteniendo su capacidad radiactiva en alguna medida, y pueden mantenerse durante varios cientos de años, e incluso puede llegar a superar los mil años.

Transporte de residuos nucleares

Algunos materiales radiactivos ya procesados pueden volver a ser reprocesados, pero la mayoría tienen que ser transportados en contenedores especiales hasta un lugar de almacenaje seguro y bajo control estricto, para que no supongan un peligro de contaminación de la atmósfera. El sistema de almacenamiento consiste en introducirlos en bidones de hormigón de gran grosor, que impiden las radiación de neutrones y rayos gamma, posteriormente son enterrados o introducidos en el interior de minas; en algún caso han sido arrojados al fondo del mar.

Cambiar el combustible agotado en una central nuclear implica normalmente el pararla completamente. Este suele ser uno de los momentos más delicados, pues para proceder al intercambio del combustible es necesario abrir el núcleo, con el consiguiente peligro de fuga de sustancias radiactivas.

Algunos residuos pueden volver a ser utilizados como combustible una vez reprocesados, como es el caso del plutonio 239. La labor de reprocesado es llevada a cabo por los llamados reactores de enriquecimiento.

Los residuos nucleares son introducidos en bidones de hormigón de gran grosor, para posteriormente ser enterrados

El almacenamiento es el último paso en el ciclo del combustible nuclear, y el que más problemas suscita. Aunque las técnicas para almacenar residuos nucleares son fáciles de llevar a cabo, presentan no obstante dificultades de orden político, como es la elección de un lugar adecuado de almacenamiento, y de mantenimiento en el tiempo. Hay que recordar que muchos residuos nucleares mantienen su actividad durante miles de años; en este sentido, ningún proyecto humano que tenga por meta más allá de dos o tres generaciones tendría visos de ser controlable, sin poner en riesgo a su vez otras generaciones futuras. No se trata pues de un problema menor, cuya solución no debería ser tomada únicamente por un gobierno en particular, al encontrarse en juego no sólo el medio ambiente y calidad de vida actual, sino también la de generaciones por venir.