RESIDUOS RADIOACTIVOS


DEJAR DE PRODUCIR RESIDUOS RADIOACTIVOS

El primer paso hacia cualquier solución del problema:

La comunidad científica nunca ha encontrado una dosis segura de radiación. La radiobiología ha demostrado que ninguna dosis es inocua, que cualquier dosis puede provocar graves daños a la salud. Incluso una corta exposición a la clase de residuos radiactivos de alta actividad que se verterían en un cementerio nuclear resultaría fatal.

La vida de los elementos radiactivos se prolonga durante miles y miles de años liberando al medio ambiente gases y partículas radiactivas. Con una vida media de 24.110 años, el plutonio-239 permanece peligrosamente radiactivo durante cerca de 250.000 años, lo cual supone 50 veces más tiempo que la Historia conocida de la Humanidad, que es de unos 5.000 años.

Estos enormes períodos de actividad nos obligan a pensar en otras escalas de tiempo y en las muchísimas generaciones, aún por venir, que tendrán que soportar el legado irresponsable de los residuos radiactivos. Sin duda, cánceres, mutaciones y una amplia gama de enfermedades relacionadas son el resultado seguro que pagará cualquier comunidad que deba convivir a largo plazo con un cementerio de residuos radiactivos. Una comunidad cuyo futuro estará hipotecado prácticamente para siempre.

Ahora, la industria nuclear, cortadas las vías de eliminación de residuos aplicadas antaño, Emisario de residuos radiactivo bajo el marpretende librarse de los residuos enterrándolos bajo tierra. De nuevo aplicando la filosofía de 'ojos que no ven, corazón que no siente'. Como si almacenando los residuos a 500 metros de profundidad quedara resuelto un problema de centenares de miles de años de duración. Quizá así sea desde una perspectiva interesada, que sólo se plantea las consecuencias de sus actos a muy corto plazo, como la de los políticos, a menudo sólo preocupados en no tener problemas en un período de unos pocos años, o como la de la industria nuclear, que respiraría aliviada de haberse desecho de esos residuos ante la opinión pública aparentemente con éxito.

50 años después del comienzo de la era atómica y cuando han pasado ya más de 40 años desde que se pusiera en marcha la primera central nuclear de tipo comercial, los problemas que plantean los residuos radiactivos siguen sin estar resueltos por la industria nuclear.

El primer paso que hay que dar para solucionar el problema de los residuos radiactivos es dejar de agravarlo, es decir, cesar de producir indefinida e ilimitadamente más y más residuos radiactivos. No existe solución técnica adecuada para este problema. La única respuesta es no producir más residuos. De este modo se lograría minimizarlo. Debe tenerse claro que esa es la única aproximación responsable y lógica al respecto, incluso antes de ponerse a discutir como debe ser la gestión de los ya generados. Además, la única posición aceptable que puede adoptar una empresa que realmente sea de 'gestión de residuos' y no sólo una tapadera de la industria nuclear para seguir como hasta ahora, es tratar de minimizar al máximo la cantidad de residuos a gestionar: eso implica aceptar y abogar por le cese urgente en la producción de residuos radiactivos.

El tremendo problema que provocan los residuos radiactivos fue la causa de que diversos países (entre ellos algunos muy desarrollados con un alto nivel de vida, como Dinamarca) tomaran la sabia decisión de adoptar una política energética no nuclear, prohibiendo expresamente la utilización de esta fuente de energía.

Si bien el Estado español ya no puede ser tan responsable como aquellas naciones en este tema, puesto que se ha convertido en uno de los quince países más nuclearizados del mundo - y, por lo tanto, con uno de los mayores stocks de desechos radiactivos -, sí puede avanzar en ese sentido al paralizar su producción.

Las centrales nucleares, además de producir residuos radiactivos, son peligrosas, contaminantes y no rentables. Desde el punto de vista energético son también poco eficientes. Por fortuna, es posible prescindir fácilmente de nk3f6.jpg (18786 bytes)la energía nuclear puesto que existen ya tecnologías para hacer un uso mucho más eficaz de la energía, otras fuentes energéticas mucho más limpias, seguras y rentables, como la energía solar, eólica, geotérmica o la procedente de la biomasa, y también sistemas de planificación energética mucho más racionales. Por todas estas razones, y porque son realmente innecesarias, las centrales nucleares se deberían cerrar ya. Además, con ello se lograría dejar de producir residuos.

Mientras esto no se haga, y la industria y los distintos gobiernos continúen con esta tecnología obsoleta, se seguirán produciendo residuos radiactivos y serán propuestos proyectos de cementerios nucleares en diferentes lugares, como intento irresponsable de la industria para quitarse de en medio ese problema.

La utilización de la energía nuclear plantea serios problemas éticos. Sus nefastas implicaciones para la paz y la seguridad mundial, para la salud pública, para la economía y para el medio ambiente son palpables ya en muchos lugares. Ahora, en el umbral del siglo XXI y a la luz de todos estos problemas, la Humanidad debe sin vacilaciones abandonar la senda nuclear y encaminarse hacia un futuro basado en el desarme, la eficiencia energética y en recursos energéticos renovables.

En ese sentido, tenemos ya el ejemplo de Suecia, que pone claramente de manifiesto que la solución al problema de los residuos radiactivos en España (o cualquier otro país) pasa por aceptar el deseo de la población y que el primer paso que hay que dar es llevar a cabo un programa de cierre progresivo pero urgente de las centrales nucleares, empezando con el cierre inmediato de Zorita y Garoña. Para Greenpeace este es el planteamiento que debe adoptarse. Desde luego, esta cuestión de fondo debe ser debatida por toda la sociedad, que debe ser consultada abiertamente.


   
 
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