ATENEO  TEMAS CANDENTES  Energías renovables
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La relación que existe entre la disponibilidad de energía y la calidad de vida es incuestionable; basta señalar que uno de los indicadores establecidos por la ONU para medir el grado de desarrollo de un país es, precisamente, el consumo energético. Los países de mayor grado de industrialización son los que mayor producción y consumo de energía presentan. Obsérvese que producción de energía no equivale a posesión de fuentes de energía; muchos países productores de petróleo carecen de la industria capaz de aprovechar sus recursos energéticos y se limitan, desgraciadamente, a vendérselos a los países industrializados, a quienes compran la energía elaborada. Una situación que agrava, en gran medida, el desequilibrio económico entre los diferentes países del planeta.

Casi toda la sociedad industrial moderna está basada en el aprovechamiento de recursos perecederos, los llamados combustibles fósiles, como el carbón y el petróleo, formados en el subsuelo en un proceso de miles de años de duración, en el que la materia orgánica se descompone y mineraliza. Estas fuentes de energía se van agotando progresivamente, a un ritmo que es objeto de encendidos debates y, además, generan una serie de residuos de todo punto indeseables, entre otros, los gases causantes del tan manoseado efecto invernadero, es decir, el calentamiento de la superficie de la tierra. La energía nuclear, que apareció a mediados del siglo XX como una panacea que prometía una energía ilimitada a precios muy bajos, se ha visto bastante desprestigiada, tanto por el evidente peligro que suponen los accidentes que en las centrales pueden ocurrir como por la peligrosidad y longevidad de los residuos que genera y, además, es bastante cara. Por otra parte, la energía de origen hidráulico tiene un impacto medioambiental evidente y tan sólo es posible en zonas con recursos hídricos suficientes. La creciente toma de conciencia ecológica de la sociedad está obligando a muchos países a replantearse sus políticas energéticas, en busca de fuentes de energía más limpias, más baratas y no perecederas, y a implantar medidas de ahorro y consumo racional de la energía.

Las energías renovables son las fuentes de energía alternativas a los combustibles fósiles y a las energías hidráulica y nuclear. Se denominan de esta manera porque se producen a partir de fuentes inagotables, que se renuevan constantemente; no obstante, en términos estrictos esto es inexacto: la energía solar, por ejemplo, durará hasta que se agote el combustible solar, es decir, unos cinco mil millones de años; una fuente de energía inagotable violaría claramente los principios de la termodinámica. En su mayor parte, las energías alternativas proceden del Sol; son, por lo tanto, de origen ¡termonuclear!, a excepción de la geotérmica y la procedente de las mareas. Examinemos brevemente las más conocidas: solar, eólica, geotérmica, maremotriz y biomasa.
La energía solar se obtiene por dos métodos diferentes; bien a través del empleo de paneles fotovoltaicos, formados por numerosas células de silicio que convierten cada impacto de un fotón, procedente de la luz solar, en un electrón mediante el efecto fotoeléctrico; bien mediante el empleo de una serie de espejos que concentran la radiación del Sol en un punto, en el que, merced al considerable aumento de temperatura que se produce, se convierte en vapor el agua de un depósito, que se hace pasar a través de una turbina generadora de energía eléctrica. Ambos modos de producción eléctrica reducen sustancialmente la contaminación atmosférica y las emisiones de gases de efecto invernadero. Entre sus inconvenientes cabe destacar que, en el caso de la utilización de espejos, las instalaciones requieren una considerable extensión, y su producción a escala industrial sólo puede tener lugar en regiones con suficientes horas de irradiación anual, especialmente en los trópicos. También debe señalarse que las instalaciones necesarias para alimentar energéticamente una industria son muy voluminosas y, en la actualidad, bastante caras, aunque los continuos avances tecnológicos tienden a minimizar costes constantemente. Su aplicación más eficaz es, desde luego, en sistemas domésticos de pequeño tamaño, basados en el empleo de paneles fotovoltaicos, y destinados a equipos de calefacción y agua caliente. La arquitectura moderna tiende a utilizar este recurso cada vez con mayor frecuencia.
 

  Gasolinera estadounidense que utiliza sus paneles de energía solar para poner en funcionamiento las bombas de los surtidores y la iluminación

Panel solar fotovoltaico

Colectores fototérmicos que recogen el calor del Sol y lo utilizan para calentar el agua de la vivienda
 


Central eólica

La energía eólica aprovecha las corrientes de aire que se generan en la atmósfera, cuando el Sol calienta dos masas de aire en diferente medida. Para ello, se utilizan aerogeneradores, especie de molinos de viento cuyas aspas están conectadas a generadores eléctricos. Se trata de una fuente energética muy rentable, que se ha desarrollado especialmente en los últimos treinta años, y que carece prácticamente de residuos. Las estaciones de energía eólica se deben situar en aquellos lugares en los que se dispone de suficiente velocidad de viento, que suelen coincidir con lugares de cierta elevación alejados de los grandes centros de población, casualmente, lugares de gran riqueza visual y faunística. Este es su principal inconveniente; se están elaborando diversos medios para asegurar la coexistencia de los aerogeneradores y las diversas especies de aves protegidas, pero contra el impacto paisajístico poco se puede hacer.
La energía geotérmica comenzó su explotación a finales del siglo XIX, en una estación experimental de Italia. Esta fuente aprovecha la diferencia de temperatura que existe entre la superficie de la tierra y el interior de la corteza terrestre a cierta profundidad. Como regla general, la temperatura aumenta un grado cada 33 m de profundidad. Generalmente, suele aprovecharse el hecho de que, en zonas volcánicas, se alcanzan temperaturas mucho más elevadas a menor profundidad. Algunas instalaciones aprovechan el vapor que mana de géisers para mover una turbina pero, generalmente, funcionan mediante la inyección con una bomba hidráulica de agua fría hacia el interior de la tierra, y la canalización hacia el exterior del vapor formado hacia una turbina y un generador de corriente eléctrica. Existen centrales geotérmicas en más de veinte países, entre las que destacan las localizadas en torno al cinturón de fuego del Pacífico, en Japón y Nueva Zelanda. Entre los inconvenientes de la energía geotérmica cabe destacar que sus instalaciones, normalmente, se asientan sobre terrenos poco consistentes, su recurso es limitado y es frecuente la suspensión de su funcionamiento debido a obstrucciones en las canalizaciones.

 Chorro de vapor que mana de una instalación experimental de energía geotérmica

Turbina maremotriz

Algunas instalaciones aprovechan la diferencia de temperatura que existe entre la superficie y las capas profundas de los océanos. Generalmente, se utiliza el agua de la superficie para evaporar un líquido de bajo punto de fusión, como el amoníaco. Este vapor hace funcionar una turbina, y el agua de las profundidades se utiliza para enfriar el líquido y cerrar su ciclo termodinámico. Esta energía es cara y altamente experimental: su desarrollo comenzó en la década de 1970, durante la crisis del petróleo. En países del trópico es donde puede resultar más competitiva. Otra forma de extraer energía del mar consiste en aprovechar el movimiento de las mareas y la energía mecánica del oleaje. Las instalaciones de energía maremotriz -cuyo origen es la energía procedente de la atracción gravitatoria de la Luna y, en menor medida, del Sol-, consisten en una serie de compuertas que se abren en pleamar para que penetre el agua, se cierran y, en bajamar, se canalizan hacia unas turbinas y se revierten al mar. Requieren una elevada inversión, en gran parte debido a la corrosión que las aguas salobres ejercen sobre las canalizaciones; causan un impacto ambiental considerable, ya que se localizan preferentemente sobre los estuarios de los ríos, en zonas de gran diferencia entre pleamar y baja mar, que pueden no coincidir con zonas habitables -lo que encarece su coste, pues es necesario su transporte a los centros de consumo- y, además, producen una cantidad de energía pequeña, aunque se trata de un recurso inagotable.

Otro recurso energético renovable es el procedente de la biomasa, es decir, el aprovechamiento de la energía que se extrae de los residuos orgánicos de origen animal o vegetal. Entre los elementos más utilizados, destacan los residuos procedentes de los cultivos agrícolas (los restos de plantas de girasol, algodón, caña de azúcar y otras especies una vez extraído su fruto), los residuos sólidos urbanos (basuras), los residuos leñosos de los bosques (generalmente los producidos por la industria maderera y en las limpiezas de los bosques) y, a veces, los residuos de cultivos específicos para esta finalidad. Conviene destacar que la utilización de las masas boscosas no debe considerarse, pues su impacto ecológico es muy severo, sobre todo en estos tiempos de rápida reducción de las superficies de bosques en el Planeta. Además, su período de regeneración es excesivamente largo. Por ello, la energía de la biomasa trata de utilizar, únicamente, especies herbaceas o arbustivas de crecimiento rápido. Las técnicas de obtención de esta energía son muy variadas; destacan las que operan mediante la combustión de estos elementos y las que transforman los residuos en carbón, gas, alcohol u otro tipo de combustible. Gran parte de estos combustibles se obtienen en ciertas industrias como subproductos de la elaboración de fertilizantes y piensos para animales. En términos generales, esta forma de producción de energía no requiere de instalaciones costosas, utiliza materiales de deshecho y sus residuos son de bajo impacto ambiental.

Todos estos métodos de obtención de energía, así como el uso racional de los recursos y el desarrollo de tecnologías de bajo requerimiento energético, que permitan un desarrollo sostenible, son una tendencia en alza en todo el Mundo; permitirán el desarrollo de los países más desfavorecidos y propiciarán, en poco tiempo, un aumento de la calidad de vida en el Planeta.

 
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