ATENEO  TEMAS CANDENTES  Residuos
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Las actividades humanas generan una serie de productos de desecho que, al carecer de valor, deben eliminarse. Sin embargo, esta concepción de residuo no está exenta de controversia pues, si bien una industria puede considerar desechables determinados productos, para otra pueden muy bien ser considerados como materia prima. Por otra parte, la consideración de residuo puede tratarse de un concepto que varía según las condiciones socioeconómicas y culturales; así, objetos inútiles para ciertos sectores sociales son considerados bienes o productos de intercambio por otros sectores: mucha gente vive de la compraventa de papel usado y la chatarra. Consecuentemente, el volumen de residuos que genera una sociedad se relaciona de forma directa con su nivel de desarrollo económico; cuanto más rica es una sociedad, mayor número de cosas considera desechables. El desarrollo económico general de las últimas décadas, junto con el incremento de población que se ha producido a escala mundial, ha provocado un aumento espectacular del volumen de residuos en todo el Planeta. Ello, unido a la creciente toma de conciencia ecológica de la población, obliga a los distintos países a adoptar políticas de gestión eficaz de los residuos.

Una primera clasificación de los residuos hace referencia al tipo de actividad humana, o gran sector socioeconómico, que los genera. Así, nos encontramos con residuos urbanos, residuos industriales y residuos agrarios. Cada uno de estos tipos está compuesto de una gran variedad de materias, cuyo impacto ambiental es diferente en cada caso y, por lo tanto, requieren un tipo de tratamiento distinto. A su vez, estos residuos pueden encontrarse en estado sólido, líquido y gaseoso, lo que condiciona la manera en que se eliminan.
 
     
 Residuos urbanos 
 
Los residuos urbanos gaseosos más importantes son los derivados del tráfico de vehículos con motores de combustión. Estos gases contaminantes, entre los que se encuentran el monóxido y el dióxido de carbono, el óxido nítrico, el dióxido de nitrógeno y los anhídridos sulfuroso y sulfúrico, se vierten directamente a la atmósfera sin ningún tipo de tratamiento. Las consecuencias de estas emisiones son la degradación general de la calidad del aire que, en casos de insuficiente circulación del aire, puede producir trastornos sanitarios considerables. Por otra parte, son gases que aumentan el efecto invernadero: crean una capa atmosférica que impide la irradiación al exterior del calor. La solución a este problema es compleja y requiere de acciones diversas: las compañías automovilísticas deben esforzarse en diseñar y construir motores que produzcan emisiones de baja nocividad, y los ciudadanos debemos empezar a considerar seriamente el abandonar los vehículos particulares en favor del transporte público.

Depósito decantador de una planta depuradora de aguas residuales de pequeño tamaño

Planta potabilizadora de aguas


Las aguas residuales urbanas contienen, como contaminantes principales, restos de materia orgánica en descomposición, jabones, cloruros, amoníaco, fosfatos y compuestos nitrogenados. Estos restos se vierten en las redes de alcantarillado. Debido al gran poder disolvente del agua, antaño se consideraba que bastaba con verter directamente estas aguas a una corriente lo suficientemente caudalosa para eliminar estos contaminantes. Esta forma de actuar es claramente inadecuada en la actualidad, debido a que la población se ha concentrado en núcleos urbanos de gran tamaño, lo que significa un volumen de aguas residuales muy grande y, además, la presencia de industrias produce contaminantes que no son biodegradables, es decir, no se descomponen de forma natural. Actualmente es necesario eliminar todos estos contaminantes antes de verter el agua de nuevo a los cauces naturales; este proceso se lleva a cabo en plantas depuradoras. En ellas, las aguas pasan por una serie de filtros, decantadores y plantas de aireación que eliminan gran parte de los contaminantes y producen un agua que puede ser aprovechada por la industria y la agricultura. Los residuos eliminados en las plantas depuradoras se convierten entonces en residuos sólidos, que se deben tratar de igual modo que los industriales.
 

 

Los residuos urbanos sólidos son los que presentan una mayor dificultad de gestión, debido a su mayor volumen. Entre los materiales característicos se encuentran las basuras -restos de alimentos y sus embalajes, papeles, etc.-, los residuos domésticos voluminosos -muebles y electrodomésticos obsoletos o en mal estado-, los generados por las actividades comerciales de las urbes, los producidos en las actividades viarias -materiales procedentes del arreglo de jardines, restos de tuberías, cascotes procedentes de la construcción, etc.- y los desechos de las industrias situadas en el interior de las ciudades. Además, los hospitales, mataderos, garajes y otras actividades generan un volumen considerable de residuos, que reciben tratamiento especial al margen de los residuos generales.

Camión contenedor para el transporte de cascotes y residuos de la construcción


Es de destacar que la composición de los residuos domésticos varía según el tamaño y el entorno del centro urbano, es decir, es diferente si se trata de una ciudad pequeña, situada en un entorno rural, o de una gran urbe. El nivel socioeconómico de cada país también se refleja en la composición de las basuras; como tendencia general, podemos decir que los países desarrollados eliminan mucho más papel y plástico que los países de menor poder adquisitivo, cuyas basuras, en cambio, poseen un porcentaje mucho mayor de materia orgánica. En las grandes ciudades, un habitante arroja, por término medio, un kilo de basura al día, mientras que en ciudades pequeñas es poco más de la mitad. Este volumen de residuos es tan elevado que se hace preceptivo el reciclaje de aquellos componentes que puedan volver a ser utilizados como materia prima de una industria y reincorporarse al ciclo económico.

Depuradora de un pequeño núcleo urbano

Selección manual de residuos reutilizables en un basurero


La gestión de residuos comienza, en primer lugar, por su depósito selectivo en lugares apropiados de recogida: papel, vidrio, envases plásticos y metálicos, residuos orgánicos y pilas agotadas pueden -y deben- ser seleccionados por los consumidores y depositarse en contenedores especiales. Las autoridades se encargan de su transporte, depósito, reutilización o eliminación. La reutilización del mayor volumen de desechos posible es un método preferente pues, además de reducir el volumen de desechos finales, permite obtener un beneficio económico que minimice los gastos de esta gestión. Papel y cartón, vidrio, plásticos y metales se reciclan con relativa facilidad. Por otra parte, la materia orgánica puede ser tratada y utilizarse para fabricar "compost" -fertilizante para suelos- o bien obtener de ella combustibles líquidos o gaseosos en plantas apropiadas.

Todos los residuos que se consideran no reutilizables pasan a depositarse en vertederos, lugares adecuados debidamente impermeabilizados; una vez clausurados estos depósitos, se cubren con capas de tierra y vuelven a ser utilizados, esta vez como suelo para alojar ciertas infraestructuras o zonas verdes. Los residuos también pueden ir a parar a plantas incineradoras, instalaciones que los reducen a cenizas que, a su vez, se depositan en vertederos. Las plantas incineradoras son instalaciones bastante caras, que requieren de un severo sistema de reciclaje de los humos procedentes de la combustión de las basuras; con este tipo de actividad se genera energía (biomasa).
 
     
 Residuos industriales 
 
La naturaleza y peligrosidad de los recursos generados por la industria es diversa. Los hay de escasa peligrosidad pero importante impacto ambiental, como sucede con las escorias derivadas de la extracción de minerales. No hay que tener con ellos especiales tratamientos, tan sólo obtener cuanto puede ser utilizado como materia prima y depositarlos en lugares adecuados, tratando de que, al clausurarse la actividad económica que los generó, puedan ser cubiertos con una capa de tierra que permita crecer de nuevo vegetación. Otros residuos, sin embargo, poseen un índice de toxicidad alto, o no son biodegradables -es decir, no se descomponen de forma natural-, o reaccionan de forma natural con otros compuestos y forman compuestos muy agresivos para el medio ambiente, como sucede, por ejemplo, con los producidos por las industrias químicas. Todos estos focos de contaminación suponen un riesgo potencial para el medio ambiente y para la salud del hombre, deben ser tratados en plantas apropiadas y, en caso de no ser posible, deben depositarse en vertederos o depósitos seguros, libres de posibles filtraciones. Debe señalarse que los avances que se realizan en investigación conllevan la aparición de nuevos productos industriales, cuya potencial toxicidad no se ha evaluado convenientemente, por lo que es muy difícil para las autoridades legislar sobre su manipulación y depósito. Las emisiones gaseosas producidas por la industria pueden ser de naturaleza muy diversa, entre las que destacan, por su toxicidad, los anhídridos sulfuroso y sulfúrico y los óxidos de nitrógeno pues, en presencia del agua atmosférica, se convierten en los ácidos sulfúrico y nítrico, causantes de la lluvia ácida; así como las dioxinas, compuestos orgánicos cancerígenos producidos en las industrias del petróleo y otros procesos poco conocidos actualmente, y en la incineración de materia orgánica.

Los vertederos de seguridad se abren, previa declaración de impacto ambiental, en enclaves apropiados del terreno. Deben asegurar, en todo momento, su carencia de filtraciones hacia el medio, en especial hacia las aguas subterráneas; resistencia a la erosión climática, al agrietamiento y evitar especialmente el contacto de los seres vivos con los lodos residuales. Para ello, debe construirse un lecho de materiales impermeables, sobre el que se disponen varias capas de drenaje y, sobre éstas, un medio filtrante que separe los residuos sólidos de las aguas.

Vertedero incontrolado en un pueblo de la costa almeriense

 
     
 Residuos agrarios 
 
Las actividades agrícolas y ganaderas producen, en general, desechos que se reincorporan con facilidad al medio ambiente; salvo en ciertos casos de industrias agroalimentarias, se trata de materiales orgánicos que, comparados con los residuos industriales y urbanos, poseen una agresividad baja. Rastrojos y restos de cosechas no son considerados residuos, pues es habitual que, tras ser quemados en el mismo lugar en el que se producen, se reincorporen como abono al campo de cultivo. Las granjas en las que se practica la ganadería intensiva generan un importante volumen de desechos, cuya eliminación puede ser problemática, pues poseen escaso valor económico. Por último, las industrias de producción de alimentos elaborados generan residuos de diversa importancia, que oscila entre los de escasa toxicidad hasta los de difícil tratamiento y elevada agresividad, como los generados en la producción de bebidas fermentadas. Los restos de maderas procedentes de los aclareos de los bosques y de la propia industria maderera pueden utilizarse para obtener alcohol, aceites y otros combustibles. La modalidad más racional de aprovechamiento de estos residuos es la obtención de energía, bien mediante su descomposición anaerobia, lo que origina "biogás" -un combustible cuyo principal componente es el metano-, bien mediante su utilización como combustible en centrales térmicas.

 

 
Para saber más

Para saber menos