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La sociobiología se ocupa de investigar las bases biológicas de la conducta social, desde una perspectiva teórica fundamentada en la premisa de que ciertos comportamientos sociales tienen una base genética y que los procesos evolutivos favorecen aquellas conductas que mejoran el éxito reproductivo y la supervivencia. Se trata de una traslación de los principios evolucionistas, que regulan el desarrollo de las características físicas compartidas por los miembros de una especie, a las características de comportamiento de las distintas especies animales, incluido el ser humano.

El fundador de esta teoría fue el biólogo americano Edward Osborne Wilson quien, tras sus trabajos sobre los efectos de la selección natural en ciertas sociedades biológicas, como los hormigueros, extendió sus conclusiones a otras comunidades animales. Los resultados de estas primeras investigaciones, que sentaron las bases de la sociobiología, fueron publicados por este autor en un libro, publicado en 1975, que llevaba por título: Sociobiology: The New Synthesis (Sociobiología: la Nueva Síntesis).



 
     
 ¿Qué estudia la sociobiología? 
  Como acabamos de señalar, la sociobiología estudia las bases biológicas del comportamiento social de animales gregarios; algunos asuntos, como la agresión, la territorialidad, el sistema social, el altruismo o la selección de pareja, son especialmente contemplados en los desarrollos teóricos sociobiológicos. Por su aproximación interdisciplinar, la sociobiología es una síntesis de los conocimientos derivados de la neurobiología, la etología (el estudio de los patrones de comportamiento de los organismos en la naturaleza), la ecología (el estudio de las relaciones que se dan entre los organismos y su entorno) y la genética. Basándose en ellos, esta disciplina pretende extraer principios generales aplicables al estudio de las sociedades animales. Su carácter innovador reside, precisamente, en la combinación de la tradición etológica y psicológica con los fundamentos ecológicos y la genética de poblaciones (muestra cómo los grupos sociales se adaptan a su entorno por evolución). De esta manera, los sociobiólogos afirman que los patrones de comportamiento surgen, se ven modificados y llegan a desaparecer, a través de la selección natural.

Tigre de Bengala dejando marcas territoriales olorosas

El aparato experimental de la sociobiológica se fundamenta en la comparación de modelos sociales de especies gregarias. Así, cada forma de vida puede ser considerada como un experimento evolutivo, el producto de millones de años de interacción entre los genes y el ambiente. En cierto modo, la sociobiología puede relacionarse con la memética, la teoría del "gen egoísta" de Dawkins
 
     
 Antecedentes de la sociobiología y el problema del altruismo 
 
Si bien E.O. Wilson es considerado el padre de la sociobiología, las bases biológicas del comportamiento social han atraído la atención de los investigadores desde antiguo. En la segunda mitad del siglo XIX, Darwin intentó explicar, conforme a su teoría evolutiva, conductas como la que nos servirá de ejemplo para esta explicación: el "altruismo", o la capacidad que presenta un individuo para favorecer a otro, incluso a riesgo de que ese acto reduzca o le haga perder toda oportunidad de tener descendencia. A pesar de constatar esta realidad, el prestigioso naturalista no encontró la forma de hallar algún tipo de recompensa biológica que justificara esta suerte de comportamiento, lo que bloqueó la creación y desarrollo de una teoría darwiniana del comportamiento social durante años.

Más recientemente, otros investigadores han intentado explicar este fenómeno social del altruismo suponiendo que, aunque el individuo que efectúa un acto de altruismo pueda perder la capacidad de reproducción al favorecer a otro de su misma especie, en cierta medida contribuye a la pervivencia de la parte de sus genes que son comunes con aquél. De este modo, la capacidad de que un individuo se sacrifique por otro, sería directamente proporcional a su grado de consanguinidad.

Posteriormente, W.D. Hamilton desarrolló un primer acercamiento a este problema gracias al concepto de "selección de clase", elaborado en 1960. Utilizando argumentos de tipo matemático, mostró que los individuos de una especie pueden mejorar su capacidad de éxito reproductivo ayudando a sus parientes más cercanos, siempre que la ganancia conferida por el receptor del acto altruista sea mayor que el costo de aquel que realiza la acción. Este concepto viene a explicar muchos comportamientos de insectos sociales y otros mamíferos; en el caso de las abejas, podría explicar por qué las obreras se "sacrifican" más que los zánganos por el bien común de la colmena; mientras los zánganos son el producto de la reproducción sexual, las abejas obreras son clones unas de otras, al ser fruto de la partenogénesis, es decir, de la reproducción asexual sin intervención de macho. El hecho de compartir más genes entre ellas que con los zánganos, sería la razón de su comportamiento altruista hacia la colmena, pues su sacrificio redundaría en la perpetuación de sus genes a través de sus hermanas.

Sin embargo, en muchas ocasiones los actos de altruismo envuelven a individuos no emparentados. El concepto de R. L. Trivers de altruismo recíproco viene a explicar que, en este caso, el individuo que necesita ayuda la recibe bajo el entendimiento implícito de que debe devolverla, es decir, que la ayuda debe ser recíproca. De alguna manera, el que presta la ayuda debe poder discernir, y excluir de ella, a aquéllos individuos que, a su entender, no cumplirán su parte en el trato. Esta perspectiva se considera válida para pequeños grupos, como los primates o las sociedades humanas primitivas. Otras teorías que tratan de explicar el fenómeno del altruismo están fundamentadas en complicados modelos matemáticos, como la "teoría del juego", un método aplicado por el biólogo John Maynard Smith para demostrar que el altruismo recíproco es posible entre especies que son completamente egoístas por naturaleza, y que esta situación puede conducir a un gran éxito reproductivo.

 


 
     
 La sociobiología y el hombre 
 
El punto más controvertido de la sociobiología se sitúa, sin duda, en la aplicación de estos conceptos al ser humano. Al igual que en otros grupos animales, el comportamiento humano también puede ser estudiado mediante la comparación de su estructura social, tanto con otras especies como entre distintos grupos humanos. De este modo, el determinismo genético de la conducta emerge palpablemente cuando, según Wilson, se compara al hombre con ciertas categorías animales, como los monos. Somos cercanos, en muchos comportamientos, a los chimpancés y a los grandes monos, como también los somos desde el punto de vista anatómico y bioquímico. Nuestra red social íntima se constituye en grupos formados entre 10 y 100 personas; es decir, ni dos como en el caso de las aves, ni miles como en los insectos.

Por término medio, existe una diferencia de talla entre los hombres y las mujeres a favor de los primeros. En los monos del Viejo Mundo parece existir una relación entre las diferencias de tamaño corporal de ambos sexos y el número de hembras que pueden formar el núcleo familiar. Cuando se realiza un estudio comparativo de distintas especies, y se introducen los datos del ser humano, la gráfica resultante indica que el hombre podría establecer un núcleo estable con un número de mujeres comprendido entre más de una y menos de tres. Por lo tanto, el hombre, desde un punto de vista biológico y según estas teorías, no sería estrictamente monógamo. Del mismo modo, al igual que en los primates, los jóvenes son modelados a través de largos períodos de aprendizaje social, primero con la madre y luego entre los individuos de su sexo y edad. Los juegos sociales son, también, una actividad importante para su desarrollo, que ayudan a configurar los roles, a imitar las agresiones, las prácticas sexuales y a promover la exploración. A pesar de todas estas semejanzas con los monos del Viejo Mundo, el hombre presenta características propias que sólo pueden ser el resultado de su propia constitución genética y, que a la postre, son las responsables del desarrollo cultural.
 
Marcas territoriales humanas en los casinos de Las Vegas (EE.UU).
 
 
     
 Crítica a la sociobiología 
 
Al igual que sucede con la teoría del "gen egoísta" de Dawkins, que viene a afirmar que somos meros vehículos para la perpetuación de nuestros genes, los críticos de la sociobiología acusan a ésta de un determinismo reduccionista, que puede ser utilizado para argumentar posturas racistas y eugenésicas. Por otra parte, sus detractores también subrayan que la extensión de esta teoría a la explicación del comportamiento social y los patrones psicológicos del ser humano falla, al no tener en cuenta la complejidad de estos factores y el impacto que el entorno tiene en el desarrollo del ser humano.

Por su parte, Stephen Jay Gould rechaza la sociobiología debido a su interpretación darwiniana. Así, la evolución cultural difiere, a su juicio, de la darwiniana en tres propiedades básicas: a) la velocidad de cambio; la evolución cultural, como proceso lamarckista que es, puede proceder con mayor rapidez que la evolución darwinista, y pone como ejemplo todo lo que el hombre ha logrado en los últimos 3000 años sin aparente cambio de tamaño o potencia de su cerebro. b) La capacidad de modificación; mayor en la evolución cultural, dado que puede sufrir profundas alteraciones, como por ejemplo las revoluciones sociales, de una forma más drástica que los pequeños cambios graduales que el darwinismo puede admitir. c) Su capacidad de difusión; así, mientras que los rasgos de la evolución cultural pueden ser transmitidos por imitación, o bien inculcados de una generación a otra, la evolución darwiniana, consecuencia de la reproducción sexual, es un proceso continuo de divergencia y ramificación, con pocas posibilidades de convergencia entre los grupos (hibridación o modificación paralela de los mismos genes en distintos grupos).

 

 
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