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El término transgénico se utiliza comúnmente para designar a los organismos, ya sean vegetales o animales, modificados genéticamente (también conocidos como OGM), es decir, aquéllos organismos cuyo ADN ha sido manipulado por ingeniería genética para distintos fines. La manipulación de animales genera un gran rechazo, principalmente por motivos de carácter ético. En la actualidad, estas prácticas transgénicas se limitan a los vegetales. No conviene olvidar que la Agricultura ha ido modificando, por medio de sucesivos cruces, la composición genética de muchas plantas, en un proceso que, hoy día, a todos nos parece natural. De este modo, hace 5.000 años se creó el trigo que ahora conocemos, gracias a la combinación del genoma de tres especies distintas: Triticum monococcum, Triticum tauschii y una especie del género Aegilops. Lo mismo ha ocurrido con los animales domésticos, de los que, por ejemplo, se han creado numerosas razas de perros por combinación.
Aunque el intercambio de genes por reproducción sexual es un proceso natural que crea diversidad, esa diversidad no suele ser suficiente como para lograr las mejoras que se desean; es entonces cuando se recurre a la biotecnología. Es evidente que la manipulación genética de organismos puede traer consigo riesgos, algunos difíciles de prever desde nuestros conocimientos actuales, pero también abre la puerta a nuevas formas para combatir el hambre en el mundo. La importancia de estos asuntos queda evidenciada por el establecimiento de una agencia especial de las Naciones Unidas para estos temas, la Food and Agricultural Organization (FAO). Del mismo modo, la UNESCO apoya firmemente la utilización de la biotecnología para mejorar la cantidad y calidad de nuestra comida.
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¿Cómo se lleva a cabo la manipulación genética? |
La técnica más comúnmente utilizada para transferir genes pasa por el empleo de una bacteria de nuestros suelos (Agrobacterium tumefaciens), que puede realizar dicha transferencia en los sitios en los que las plantas presentan heridas. Sin embargo, esta bacteria sólo funciona sobre un tipo determinado de plantas, en el que no se incluyen los cereales, uno de los pilares de nuestra alimentación. Otra sistema es mediante la transferencia directa de genes a células carentes de pared celular (protoplastos), que conservan la capacidad de regenerar nuevamente la planta. También es frecuente el uso de lo que se conoce por "biolística"; esta técnica utiliza pistolas de partículas con las que se dispara el ADN, o material genético, dentro de las células. El ADN también puede introducirse en las células por microinyección. Según el método de transferencia de genes utilizado, la inserción de éstos será más segura y efectiva, habida cuenta que esta transferencia puede interrumpir la regulación de otro gen o intercalarse en su secuencia. Sin embargo, la metodología para evitar en lo posible estos fallos es cada día más eficiente.
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Posibles aplicaciones de las plantas transgénicas |
Con el uso de transgénicos también se pretende incrementar la calidad y producción de las plantas. En este línea, destacan los estudios para la inserción de genes que repelan a insectos, por ejemplo, aquellos que causan determinadas enfermedades. Ello puede llevarse a cabo a distintos niveles: incorporando un gen de una bacteria, o un virus, que tenga propiedades insecticidas o, en el caso del tomate, alterando las hojas para incrementar las defensas naturales. Dentro de los estudios que persiguen el incremento de productividad, la modificación puede tener lugar en el sentido de aumentar el crecimiento de las plantas, de mejorar la resistencia a enfermedades, a pesticidas o a condiciones ambientales extremas. Del mismo modo, se pueden utilizar plantas para obtener productos no comestibles, como algunas sustancias medicinales, proteínas, alcohol de combustión, aceites, bioplásticos o biopolímeros, materiales para uso industrial, etc.
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¿Qué problemas puede ocasionar el uso de transgénicos? |
Gran parte del debate en contra de los transgénicos se debe al predominio de la investigación y comercialización de éstos por parte de un muy reducido grupo de compañías comerciales. En el caso de la creación de plantas transgénicas tolerantes a herbicidas la controversia es clara. Dada su resistencia a cierto tipo de herbicidas estas plantas pueden sobrevivir cuando un campo es tratado con ese herbicida en cuestión, mientras el resto de las malas hierbas mueren; el interés aumenta cuando la especificidad a herbicidas puede dirigirse hacia aquéllos que perjudiquen menos el medioambiente. Sin embargo, el problema se presenta cuando la compañía que comercializa el herbicida y la que crea la planta tolerante a éste es la misma, recibiendo nutridos beneficios por la venta de ambos productos al monopolizar su comercialización. Este último aspecto podría evitarse creando plantas de polinización abierta y fértiles, de este modo la resistencia al herbicida podría transmitirse a través de las semillas. Con ello se rompería el círculo de dependencia con las compañías comerciales, ya que los agricultores no se verían obligados a comprar semillas nuevas cada año. Sin embargo, esta medida entrañaría el riesgo de que el gen de la tolerancia a herbicidas pudiera propagarse a otras plantas. Para los colectivos ecologistas la alarma contra los transgénicos saltó al constatarse, a través de ciertas investigaciones, que las larvas de las mariposas monarcas morían en experimentos en los que se las alimentaba con polen de plantas transgénicas, a las que se les había introducido un gen para la expresión de un insecticida biológico; paradójicamente, se trataba de un insecticida recomendado para su uso en la agricultura biológica. Del mismo modo, también se ha comentado la posible transferencia de resistencia a antibióticos si se ingieren productos transgénicos modificados, lo que, de ser cierto, podría suponer un grave problema de salud pública. Por lo tanto, es necesario realizar estudios exhaustivos que eviten cualquier riesgo colateral. Algunos de estos problemas pueden obviarse creando plantas con esterilidad masculina, sin embargo esto forzaría a los agricultores a comprar anualmente semilla de plantas y favorecería considerablemente los intereses económicos de las empresas comercializadoras de semillas. Para otros, el problema reside en la pérdida de diversidad biológica. En este sentido, conviene resaltar que la introducción de transgénicos no supone una pérdida mayor que la introducción de otra especie agrícola de éxito mediante técnicas agrícolas tradicionales.
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¿Cuál es la postura actual de la Unión Europea al respecto? |
Desde 1998 existe una moratoria del Parlamento Europeo sobre la comercialización de transgénicos. En febrero de 2001 se ha aprobado el levantamiento de esta moratoria, si bien, sólo se autoriza la comercialización de este tipo de productos por un período de tiempo de diez años, prorrogable a otros diez. La nueva directiva de la UE establece importantes medidas de precaución, como la supresión de los transgénicos resistentes a los antibióticos con anterioridad al año 2004 y, en el caso de los utilizados en investigación, con anterioridad al año 2008. Del mismo modo se prevé que, para finales de 2001, se presente una propuesta de normativa sobre responsabilidad medioambiental que cubra, también, los daños resultantes que pudieran ocasionar los organismos transgénicos. Los transgénicos comercializados van a ser objeto de seguimiento y rastreo, y se les dotará de etiquetas con una amplia información para el consumidor Para saber más Para saber menos
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