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La Paradoja Europea 

Iniciado el 15/10/2001  y finalizado el 13/1/2002    
Moderado por Xavier Pujol Gebellí.

El retorno económico de los resultados obtenidos por una investigación en áreas básicas puede medirse de muy distintas maneras. Sea cual sea el método empleado, sin embargo, parece claro que la investigación básica española no puede, o no sabe, sacar un rendimiento adecuado a unos resultados que en los últimos años han logrado alcanzar unas cotas ciertamente brillantes en la escena internacional. La prueba más palpable de ello es, según apunta un estudio reciente elaborado por investigadores del Centro de Información y Documentación Científica (CSIC), el escaso número de patentes de titularidad española en áreas tan estratégicas como la biotecnología o la biomedicina.

La situación es incluso más sangrante si se tiene en cuenta que la productividad científica como su calidad han experimentado un notable auge en los últimos años. Hoy en día no resulta en absoluto extraño visualizar artículos trascendentes para el conocimiento en las publicaciones de mayor impacto ni mucho menos constatar la presencia de científicos españoles entre los más citados para algunas áreas. A pesar de ello, el número de patentes continúa siendo muy bajo y el volumen económico derivado de acciones de transferencia de tecnología destaca por su parquedad.

El fenómeno, salvo para países como Gran Bretaña y Alemania, y probablemente Francia, es común en Europa, si bien es España uno en los que se registra de forma más acentuada. ¿Significa ello que España no sabe transferir el conocimiento que genera al tejido industrial? ¿O es tal vez que no existen las estructuras adecuadas o la estrategia idónea?

Todo el mundo parece estar de acuerdo en que es necesario impulsar medidas correctoras para este fenómeno que, en determinados círculos, es conocido como la "paradoja europea". Sin embargo, no existe consenso acerca de las actuaciones a seguir.

Un mayor impulso a la investigación aplicada, se argumenta desde algunos sectores, permitiría obtener un mayor rendimiento de los resultados obtenidos, especialmente si se añade la coletilla de la innovación. Pero un énfasis excesivo podría menoscabar el interés por la básica y, lo que podría ser peor, la aportación de recursos para su correcto funcionamiento. Si se procediera a la inversa, apuntan otros, podría llegarse a una situación en la que, sin estructuras adecuadas de soporte capaces de "inventar aplicaciones" y desarrollarlas adecuadamente, el conocimiento generado no encontrara jamás una vía de explotación.

La respuesta a la paradoja, por supuesto, no es obvia. Tampoco parece existir un modelo único. Pero sí podría haber claves para una mejora. Entre otras, incrementar el nivel de ambición de investigaciones en áreas estratégicas mediante una política de financiación más agresiva; generar estructuras para la formación de investigadores en áreas de desarrollo científico y tecnológico; incentivar la creación de empresas de base tecnológica potentes y con capacidad de competir en el mercado internacional; fomentar, mediante los cambios legales oportunos, la participación de investigadores en el beneficio potencial de patentes o de su transformación en productos; o repensar las actuales oficinas de transferencia de tecnología de acuerdo con los nuevos usos o necesidades de la ciencia.

¿Cree que estas medidas serían las más oportunas? ¿Qué otras impulsaría? ¿Considera adecuada la actual política de transferencia de tecnología?


 

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