España sufrirá considerablemente en una situación de subida de temperaturas y fusión de los hielos polares. Al calentarse el mar, el agua se dilata, y sube su altura media. Esto implica mareas vivas más intensas y problemas para playas y puertos. Al fundirse el hielo del Polo Norte la circulación atmosférica se desplazará hacia el Norte al hacerlo el chorro polar, el río de aire que circula en el borde de la estratosfera. Menos lluvia suave sobre la Península y muchos más fenómenos tormentosos intensos. Al aumentar la temperatura del aire, éste retiene más vapor de agua, de manera que las tormentas son más intensas, y la evaporación más fuerte: sequías largas intercaladas por inundaciones. Por último, si la temperatura media global sube más de cuatro grados, la probabilidad de una glaciación brusca se hace casi inevitable. Tenemos un mecanismo: el Protocolo de Kioto para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Los seres humanos suelen ser bastante miopes, y miran más unas pequeñas ganancias de hoy que una buena vida mañana.
Se habla del Cambio Climático. Es la venida del milenio de nuestro tiempo
Se acepta, se rechaza, se trabaja sobre él, se firman protocolos pero no compromiso
¿Hay cambio climático? Y, ¿Qué es el cambio climático?
El clima es el tiempo atmosférico medio que disfrutamos o sufrimos en
cada región del planeta y en cada etapa histórica o geológica.
Así en el Sahara sufren un clima desértico, en Hawai un clima
tropical, y en la Península Ibérica disfrutamos de un clima mediterráneo,
más o menos extremado, pero relativamente más suave que hace unos
60 años.
Esto hoy. Pero hace unas decenas de miles de años llovía abundantemente
en el Sahara, y el norte de Europa estaba bajo una muralla de hielo.
El clima cambia considerablemente en escalas de decenas de miles de años,
con tendencias continuas en escalas de milenios y con ligeras fluctuaciones
dentro de las tendencias en escalas de siglos.
La tendencia del clima de la Tierra desde hace unos 8.000 años ha sido
a enfriarse ligeramente, con pequeñas fluctuaciones del orden de 0.2
a 0.4 arriba o abajo sobre esa tendencia. Solo ha habido un momento, en el entorno
del año mil de la era común, en el que se produjo una subida equivalente
a la actual, de unos 0.6 grados en un periodo de unos 100 años.
Estamos viviendo desde 1880 una subida esencialmente continua y acelerada de
la temperatura media del planeta, con un incremento de la concentración
de CO2 que la ha llevado a valores desconocidos en los últimos 400.000
años, un aumento substancial del contenido de energía térmica
de los océanos, desaparición de los glaciares y disminución
de los hielos de los polos.
Los modelos matemáticos del clima están basados en las ecuaciones
de evolución de los fluidos de la atmósfera y del océano,
más las ecuaciones de sus termodinámicas, las de la radiación
entrante y saliente y su interacción con las nubes, y las de los acoples
entre océanos, atmósfera, los hielos de los polos y la vegetación
de las tierras emergidas.
Las ecuaciones son no lineales, y de imposible integración analítica.
Para resolverlas se utilizan los mejores y más grandes ordenadores existentes.
La subida de temperaturas de hace mil años ocurrió sin un aumento
concomitante del CO2 de la atmósfera y por tanto fue limitada y de corta
duración: unos 100 años.
Los modelos matemáticos nos indican que, aún en el caso de que
dejemos de emitir CO2 hoy mismo, de manera radical, la temperatura media global
del planeta aumentará, hacia el año 2004, 2 grados por encima
de sus valores de 1900.
Los mismos modelos nos dicen que si seguimos emitiendo de la forma salvaje
en que lo hacemos actualmente, la temperatura media global (TMG) del planeta
aumentará 4 grados.
Una subida de 4 grados en la TMG no ha ocurrido en el último millón
de años.
Estos valores de las temperaturas están afectados de imprecisiones.
Cuando nosotros medimos los metros cuadrados de una vivienda que vamos a comprar,
podemos obtener 150 m2 con una imprecisión del 0.1% si utilizamos tecnología
láser, una imprecisión del 1% si empleamos cintas métricas
baratas, o incluso del 5% si empleamos cintas métricas de pequeña
longitud.
La disminución de la imprecisión depende del esfuerzo y del dinero
que queramos emplear, pero los metros cuadrados de la vivienda serán
esencialmente 150.
De la misma manera, los grados de subida de la TMG están afectados de
imprecisiones debidas a la pobreza de medios dedicados a su obtención.
Si se gastan anualmente unos 3.000 millones de euros en los experimentos de
partículas elementales del CERN, y otro tanto en los experimentos de
fusión de Culham, lo que se gasta anualmente en la UE y en los EEUU en
investigación sobre cambio climático no llega a 15 millones de
euros.
Sólo estos últimos meses se está ejecutado uno solo de
los modelos, el del centro Hadley, en el Earth Simulator de Japón, el
ordenador más grande del mundo, y aún no hay resultados.
El resultado de 4 grados de subida de la TMG si seguimos emitiendo gases traza
de la manera acelerada en que lo estamos haciendo, tiene una imprecisión
del 25%: Podrían ser 3 o 5 grados de subida.
Sin embargo, los 2 grados de subida previstos con la cantidad de CO2 existente
ya en la atmósfera tienen muy pequeña imprecisión.
Considerando que el Protocolo de Kioto, que pretendía limitar (que no
eliminar) la cantidad anual de CO2 y gases equivalentes emitidos a la atmósfera,
no ha entrado en vigor, y que estados como el español, que sí
lo han ratificado, ignoran olímpicamente lo que firmaron, es razonable
suponer que la concentración de CO2 y sus equivalentes va a aumentar
substancialmente en la atmósfera en los próximos 80 años,
y por tanto es razonable suponer que nos podemos acercar a una subida de 4 grados
de la TMG. Es más, el principio de precaución indica que existiendo
esa posibilidad, debemos estimar que se llegará a ella, para diseñar
las posibles medidas de adaptación.
Supongamos pues que la TMG llegará a ser, en la década de 2080,
4 grados superior a la de 1900. ¿Qué podemos esperar de esa subida
de temperatura?
En primer lugar, un incremento de los fenómenos meteorológicos
extremos: Sequías e inundaciones.
Una subida de 4 grados en la TMG implica, porque los hielos de los Polos son
más sensibles a la inyección de energía que los mares tropicales,
un aumento de unos 16 grados de temperatura en las regiones polares, con la
fusión casi completa del hielo en el Polo Norte durante el verano boreal.
Una tal subida implica inmediatamente un desplazamiento hacia el norte de entre
5 y 10 grados de latitud de la posición media del chorro polar, y con
ella la casi desaparición de las borrascas atlánticas que traen
lluvia suave a la Península Ibérica. Al mismo tiempo, de vez en
cuando ocurrirá un gran meandro de ese chorro polar con descargas tremendas
de agua en intervalos muy reducidos de tiempo: Sequías e inundaciones.
Al mismo tiempo, una TMG 4 grados mayor implica una evapotranspiración
de las plantas substancialmente mayor, pues es un fenómeno altamente
no lineal.
Sequías y evapotranspiración aumentada implican una disminución
substancial del agua disponible para uso humano y para cultivos. Inundaciones
con deforestación, el arrastre del suelo fértil y el avance de
la desertización.
Un aumento de 4 grados en la TMG implica la colonización de zonas templadas
por virus, bacterias y parásitos para los que sus habitantes no han desarrollado
defensas.
Por fin, un aumento de 4 grados en la TMG implica como ya he dicho, la no formación
de hielo en el Polo Norte. Ahora bien, el sistema climático de esta era
geológica presente y de la anterior, holoceno y pleistoceno, es un sistema
metastable, en el cual ciertos impulsos en forma de subidas y bajadas de temperatura
han producido una serie importante de glaciaciones muy largas y periodos cálidos
cortos.
La razón más plausible para esta secuencia de glaciaciones y
etapas interglaciares es la dinámica del hielo y su control de la circulación
oceánica termosalina. Si se deja de formar hielo en el Ártico,
y por tanto el agua de ese océano deja de aumentar su contenido en sal,
se puede interrumpir la corriente del Golfo, que giraría hacia el sur
frente a las costas portuguesas produciendo un enfriamiento brusco en el norte
de Europa, con un calentamiento aún mayor de esos 4 grados en las zonas
templadas y tropicales.
Como vemos, los impactos de lanzar constante y alegremente CO2 a la atmósfera,
desde nuestros coches y camiones, desde las centrales eléctricas alimentadas
con carbón, fueloil, o gas natural, o quemando los bosques, pueden ser
tremendos. Tremendos no para el planeta, que ya los ha vivido anteriormente,
sino para los seres vivos del mismo, que en algunas etapas anteriores de cambios
bruscos de temperatura han reducido drásticamente su número de
especies, y sobre todo para la civilización industrial.
Tenemos la solución, y la tenemos en la tienda de la esquina, sin mucha
más investigación: La energía solar. Hoy se pueden comprar
celdas solares, instalaciones solares térmicas y motores de hidrógeno
en las tiendas del barrio. Existen y están comercializadas.
Necesitamos, urgentemente, eliminar la combustión de carbono, y capturar
la energía que necesitamos directamente del Sol, en vez de indirectamente
a través de esa misma energía solar capturada hace millones de
años por las plantas y concentrada en el interior de la Tierra.
Podemos hacerlo técnicamente, y también económicamente.
Una central solar de 4 gigawatios de potencia, equivalente en energía
a otra convencional de 1 gigawatio, costaría 15.000 millones de euros.
Puesto que el presupuesto para autovías es de 12.000 millones de euros
al año, si dedicamos 1/4 de ese presupuesto a construir centrales solares,
podemos conseguir una de 4 gigawatios cada 5 años, 16 gigawatios en 20
años, ralentizando un poco, solamente un poco, la construcción
de autovías (que podrían dejarse de construir sin grave distorsión
de la vida española, por otra parte).
¿Elegimos las autovías (por ejemplo), o una vida futura sin estos
problemas climáticos?
Antonio Ruiz de Elvira
(Universidad de Alcalá, CiMA y Amigos de la Tierra)
|