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Investigación militar y responsabilidad de los científicos 

Iniciado el 24/2/2005  y finalizado el 10/3/2005    

La prensa española se hizo eco de la noticia: España el segundo país del mundo en porcentaje de Producto Interior Bruto (PIB) dedicado a investigación militar. La reacción de más de 1200 investigadores reclamaba un freno a estas inversiones. Un tema controvertido y que se aborda desde distintas opciones.

Oppenheimer, el padre de la bomba atómica, decía después de Hiroshima: el científico ha trabado conocimiento con el pecado, ha perdido la inocencia. Como en aquellos lejanos años de plomo de la guerra fría, los nuevos peligros que amenazan la supervivencia del planeta y la desestabilización sistemática de regiones enteras vuelven a poner en el centro de la discusión el tema de la responsabilidad de los científicos.

Para los humanistas la ciencia no es más que un medio, amoral en sí mismo; del poder que genera el conocimiento y la capacidad de actuar sobre el medio, se deriva una responsabilidad individual, que el científico humanista resuelve en términos de elección personal, de abstencionismo o no participación en los proyectos que considera contradictorios con su particular moral o filosofía.

El cientificismo defiende que la actividad científica es "pura, objetiva y neutral",postulado que garantiza la ausencia deresponsabilidad individual de los científicos y una separación total entre el terreno de la ciencia y los de la cultura y la moral: los científicos son sólo responsables de la ciencia en sí misma y los tecnólogos y políticos de sus aplicaciones. Se plantea una separación formal entre la adquisición y la aplicación de los conocimientos científicos.

Para la actitud crítica, la actividad científica es unaactividad humana más y no puede disociarse de la cultura ni de la sociedad en la cual se desarrolla. La ciencia es una fuente de poder y la responsabilidad de sus aplicaciones incumbe tanto al científico como a la sociedad. Esta línea crítica tiene su arranque claro en el período de entreguerras, en torno a la figura del cristalógrafo J. D. Bernal y de biólogos como Needham y Haldane, que teorizan el concepto de responsabilidad de los trabajadores científicos y lo llevan a la práctica a través de organizaciones pioneras como la World Federation of Scientific Workers.

La resolución de la guerra mediante la aplicación directa del poder atómico tiene su continuación en la guerra fría, en la cual se consagra el modelo militar como eje de la actividad científica y motor de su desarrollo en los dos bloques en que se dividía el mundo. Con más o menos éxito, los científicos críticos han actuado en múltiples frentes, intentado introducir el tema de la objeción activa con el fin de frenar la enloquecida carrera de armamentos. A partir de la actitud decidida de los científicos norteamericanos del Bulletin of Atomic Scientists en los años 40, el llamamiento Russel-Einstein de 1957 y la creación del movimiento Pugwash, se reclama y se consigue en 1974 la aprobación por las Naciones Unidas del Estatuto de los Trabajadores Científicos, donde se recogen los derechos de información y decisión de los científicos sobre el alcance y aplicaciones de sus trabajos.

La guerra de Vietnam constituyó un nuevo revulsivo en la conciencia de la ciencia norteamericana: a la eliminación masiva de población civil se sumaba ahora la destrucciónsistemática del medio ambiente. Las asociaciones de científicos, incluso las más conservadoras, se integraron en el intenso proceso de protesta civil. Hoy, cuando el agente Naranja inunda Faluya, junto a miles de bombas "inteligentes" que intentanborrar del mapa una ciudad entera, muchos nos preguntamos dónde está aquella protesta civil y dónde las voces de los científicos norteamericanos o ingleses.

Pero tal vez el ejemplo más claro y efectivo de objeción activa contra la investigación militar sea el de los científicos japoneses. Las secuelas del autoritarismo yla destrucción de su pueblo estuvieron en el origen de su decisión colectiva, al final de la guerra, de no volver a trabajar jamás para ningún tipo de aplicación militar, amparados por la constitución impuesta por los vencedores. En varias ocasiones a lo largo de los años 60 y 70, y más claramente en 1985 con la Iniciativa de Defensa Estratégica de Reagan, las tentaciones del gobierno nipón de replantearse el tema de la investigación militar fueron abortadas por la oposición unánime de los científicos y de sus sindicatos en los principales centros de investigación del país.

Recién iniciado el siglo, tras el hundimiento del bloque de estados que hegemonizaba la URSS y la desaparición del peligro nuclear inminente, la polémica sobre la responsabilidad social de los científicos adquiere una nueva dimensión. Los problemas han cambiado, el peligro de colapso nuclear se ha alejado, pero otras amenazas muy concretas afectan a la propia supervivencia del planeta. Hace 50 años fue la lucha por la paz; hoy se suman otros desafíos: la conservación de la biodiversidad de los ecosistemas, el respeto a la diferencia y a la imperfección, la conservación y protección del planeta para las generaciones venideras.

La magnitud de los problemas impone que la discusión sobre la ética de los fines, la ética de los medios y la ética de las consecuencias del trabajo científico se sitúe más allá de lo individual. Y en ese sentido es necesario reeditar la llamada a la responsabilidad colectiva de los trabajadores de la ciencia.

Hans Jonas, el filósofo contemporáneo que con más vigor ha impulsado la idea de una ética de la responsabilidad, plantea esta responsabilidad como el lado ético del poder causal humano: la responsabilidad es función del poder y del saber (Jonas, 1979). Al aumentar nuestro poder causal y al aumentar nuestro poder de previsión, también aumenta nuestra responsabilidad. El filósofo llama la atención sobre las promesas y peligros de la técnica moderna y afirma que no hay sustrato ético capaz de discernir entre lo bueno ylo malo de esta nueva sociedad. En cierto modo, como afirma Paco Fernández Buey, Jonas vuelve a proponer los versos de Hölderlin: lo que puede servirnos de guía es el propio peligro que prevemos (Fernández Buey, 2000).

Pero Jonas plantea también un segundo sentido, más sustancial, de responsabilidad: una responsabilidad orientada al futuro. En un mundo tan complejo, donde no todas las consecuencias eventuales pueden preverse, debemos actuar previendo lo imprevisible. De esta noción pueden derivarse el principio de precaución y la ética de la responsabilidad. No se trata sólo de dar cuentas de nuestros actos sino de la responsabilidad de lo por hacer, de lo futuro: una situación que reclama la actuación activa para preservar lo esencial y atender al ideal de solidaridad entre generaciones(Riechmann, 1997).

Principio de precaución, ética de la responsabilidad y responsabilidad colectiva de los trabajadores de la ciencia. Estos son los términos del debate y el nudo de la cuestión que hoy afecta a ramas enteras de la ciencia, desde la biotecnología a las tecnologías de la información, pero que tiene como núcleo duro la investigación en temas militares.

Hoy un tema en el centro del debate español por múltiples cuestiones: por la continuada preponderancia de lo militar en los PGE dedicados a I+D, por las primeras promesas incumplidas de un Gobierno que avivó las esperanzas de un cambio. El debate es hoy más necesario que nunca como necesario es contestar a las múltiples preguntas que planean sobre los temas de investigación militar: ¿existe investigación militar en España?, ¿cuánto se gasta en esta investigación?, ¿cómo se justifica este gasto?, ¿hay transferencia real entre investigación militar y sociedad civil?, ¿cuál es la productividad real de la investigación militar?, ¿cuál es la posición de la universidad frente a este tipo de investigación? El debate es apasionante y está abierto.

Alicia Durán
Instituto de Cerámica y Vidrio (CSIC)


 Comentarios:

 

1 
Investigación militar y responsabilidad de los científicos
Autor: Carolina
Universidad de Alcalá de Henares

Esto me lo manda un amigo, después de mandarle la noticia:

La investigación militar en España es ENORME, como creo que te he comentado alguna vez, y además punterísima en sus terrenos, como son los de los blindajes (materiales compuestos ahora), armas de gran calibre NAVALES, barcos de guerra tipo fragata y portaaviones "de bolsillo" (como nuestro Principe de Asturias), submarinos como el proyecto francoespañol Scorpene, que es literalmente indetectable al sonar y al MAD, aviones de combate de alto rendiminento (el Eurofighter), en definitiva, yo no veo armas como las que se han descrito en el artículo... NO TENEMOS armas nucleares, NO TENEMOS soporte para esas armas (por lo que no tendría sentido tenerlas, por el contrario, si tenemos antimisiles nucleares), en definitiva, las armas que España desarrolla, son muy caras, y muy productivas, pero las compran las grandes naciones, no van a parar a Biafra precisamente, porque no pueden comprarse un portaaviones, ni una fragata, ni uno de los supercarros Pizarro, ni mucho menos un submarino Scorpene, que igual ni lo tenemos nosotros de lo caro que es después de desarrollarlo... Son armas que, si hacemos caso a lo que la situación mundial actual refleja, resulta que el mercado de armas está dominado por los americanos, no queremos que esté dominado por los americanos y queremos que Europa sea capaz de autodefenderse, pero no queremos que desarrolle sus propias armas... eso es, de todo punto incompatible, como no podemos eliminar las armas ni las guerras del mundo (al menos hoy por hoy, no), debemos ser capaces de producirlas, y además diferentes de las americanas, porque si no no sirven de nada... (me refiero a producir bajo licencia), lo que quiere decir, que lo que no se debe hacer es producir DETERMINADO TIPO de armas, las cuales NO SE PRODUCEN EN ESPAÑA, y si desarrollar otro tipo de armas (precisas, con menos posibilidad de error, y que sean efectivas y no dejen secuelas alrededor), que se pueden emplear con, dentro de la irracionalidad de un arma, mucha mayor seguridad.

Si nos fijamos, todo el artículo gira en torno a las protestas que se
produjeron desde la creación en los años 40 de la primera bomba atómica, y la carrera armamentística nuclear que vino después con la "guerra fría", que me parecen totalmente correctas y además NECESARIAS (me refiero a las protestas, claro), porque son armas literalmente incontrolables y además sin un blanco fijo justificado (me dirán que blanco fijo puede dar un arma que "barre" un área de varios cientos de Km cuadrados)... pero no existían hasta entonces ningún tipo de protestas, porque hasta entonces las armas no tenían ese poder de devastación.

En cuanto a las preguntas, mas bien tontas, que propone la autora del artículo al final del mismo, aqui iría yo con unas respuestas más bien obvias...

"El debate es hoy más necesario que nunca como necesario es contestar a las múltiples preguntas que planean sobre los temas de investigación militar: ¿existe investigación militar en España?" Pues claro, no acabas de decirlo...  "¿cuánto se gasta en esta investigación?" un huevo, literalmente... "¿cómo se justifica este gasto?" muy sencillo, porque produce otro huevo y medio, entre puestos de trabajo directos e indirectos y beneficios monetarios, y si no que se lo pregunten a los de los astilleros, que han perdido el contrato de modernización de la quinta flota estadounidense y se han quedado todos en la calle...

"¿hay transferencia real entre investigación militar y sociedad civil?", hombre, pues no mucha, salvo excepciones como los compuestos de las estructuras y cosas así, además de los puestos de trabajo, claro...

"¿cuál es la productividad real de la investigación militar?", pues acabo de decirlo, un mogollonazo...

"¿cuál es la posición de la universidad frente a este tipo de investigación?", depende de la universidad que consultes, la de filosofía seguro que te pueden matar si dices la palabra balística, pero en nuestra escuela (Aeronáutica) eso es una asignatura...

"El debate es apasionante y está abierto.", bueno, seguro que al debate irá, como siempre, un filósofo, un pacifista de los últimos 25 años, y algún científico que dirá que ha hecho investigaciones sobre la descomposición de los pepinillos en un compuesto de ácido acético, peligrosísimo para la sociedad... todo menos alguien con criterio en el tema (y no me refiero, por supuesto, a políticos...), y con una visión objetiva y libre de estereotipos.

Perdona que me haya extendido tanto, pero me ha parecido tan absurdo el artículo, (no me lo parecía por el título, pero cuando lo he leído me he dado cuenta de que han publicado la palabra de alguien totalmente falto de criterio en el tema...), creía que iban a reivindicar un aumento de la inversión en la investigación en otros terrenos o cosas así, algo totalmente correcto, y sin embargo se han dedicado a atacar esa investigación como si fuese poco menos que terrorismo científico... pues que se piensen para qué puede valer por ejemplo la última investigación del CERN, ese centro tan venerado y sacrosanto, que puede dar lugar al arma DEFINITIVA del universo, la bomba de antimateria... que además seguro que es mucho más fácil de construir a corto plazo que una central eléctrica, por ejemplo, que funcione con antimateria, a ver si se creen que porque los proyectos no lleven el sello de "militar" no tienen aplicación...
Escrito el 2/3/2005

2 
investigación militar y actividad científica: diferentes perspectivas
Autor: Rafael Herranz Castillo
El artículo de Alicia Durán asume una perspectiva ético-filosófica del problema: la responsabilidad moral de los científicos, como personas individuales que han de dar cuenta de sus actos.

Pero cabe el análisis desde diversos planteamientos:

- Perspectiva Política: puede argumentarse que no todas las guerras son iguales, y no toda investigación con fines militares es equivalente a otra. Allí donde hay un conflicto claro entre libertad y tiranía el científico tiene el deber moral de contribuir al éxito de la primera, so pena de incurrir en responsabilidad moral por omisión. No es lo mismo evaluar la responsabilidad de un científico (por ejemplo norteamericano) durante la Segunda Guerra Mundial o durante la Guerra de Vietnam. La valoración ética del conflicto, de su alcance, es previa a la valoración de la conducta del investigador. Si admitimos que sería lícito intervenir en otros países para defender los derechos humanos de sus habitantes, parece lógico admitir la licitud del uso de los recursos militares adecuados a tal fin. Este es uno de los problemas que se le planteó a Oppenheimer (el padre de la bomba atómica): los norteamericanos estaban firmemente convencidos de que Alemania disponía de esta tecnología, y podía emplearla para fabricar la Bomba.

- Perspectiva Económica: desde este ángulo debemos distinguir entre tres fases: investigación científica / producción / despliegue. Las mayores innovaciones técnicas se producen en la segunda fase, tienen que ver con la fabricación de armamentos, la logística, el incremento de productividad, sistemas de trabajo, etc.; pero no con la investigación científica básica, que siempre admite una pluralidad de usos. Por esta razón, muchos científicos siguen haciendo una investigación susceptible de aprovechamientos civiles, tanto como de uso militar, y no participan en las fases sucesivas de esos proyectos: no se implican en el diseño y producción de armas, en su desarrollo específico. El valor añadido de la ciencia, su aportación a la renta nacional, no cambia por el destino final de esas investigaciones, esta fase corresponde a la esfera tecnológica.

- Perspectiva tecnológica: el desarrollo de armas modernas sólo es posible en países con una investigación y una ingeniería avanzadas, de gran tamaño, y muy innovadoras. Los conflictos militares hacen más grande la brecha tecnológica entre los países más desarrollados y el resto. Por ejemplo, las investigaciones que dieron lugar después a la bomba atómica se iniciaron en Europa (sobre todo Inglaterra), pero a partir de 1940-41, verificada la importancia de la energía nuclear para usos militares, sólo los EE.UU. pudieron asumir el coste financiero de su fabricación efectiva. Esta circunstancia le otorgó una ventaja sustancial en los años siguientes en todas las tecnologías relacionadas con el uso de la energía atómica.

Mi CONCLUSIÓN es que muchos proyectos científicos valiosos admiten un doble uso, y el papel del científico (en tanto que científico) no es determinar qué finalidad es lícita. Otra cosa es que, como ciudadano, participe activamente en la formación de opinión sobre estos asuntos. Pero creo que son escasas las áreas en que una investigación científica (no tecnológica) se implica directamente en el desarrollo de un arma.
Escrito el 7/3/2005


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