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"El conocimiento científico tiene que ser un referente para la gestión pública"

César Nombela Cano

Universidad Complutense de Madrid
 

25/02/2013

El profesor César Nombela Cano, Catedrático de Microbiología de la Universidad Complutense, es uno de los más eminentes científicos en su campo, discípulo aventajado de nuestro Premio Nobel, Severo Ochoa y presidente de la Fundación Carmen y Severo Ochoa. Galardonado con poca diferencia de tiempo, con la Gran Cruz de Alfonso X el Sabio, y nombrado, Rector de la Universidad Menéndez Pelayo, en reconocimiento a sus constantes esfuerzos, en pro de la Ciencia. Investigador con más de cuarenta años de trayectoria a sus espaldas es consciente del papel y de la importancia que tienen los aspectos divulgativos en la comunicación de su trabajo y el de sus colaboradores.

1.- Profesor Nombela, usted fue discípulo aventajado del Profesor Severo Ochoa. ¿En qué se benefició la Microbiología, de esa afortunada relación profesional entre ustedes? y de una manera, si se quiere, más personal, menos relacionada con el ámbito de lo científico: ¿Cómo era el profesor Severo Ochoa?

Cuando yo llegué a su grupo, tenía 67 años y ya era una etapa de total madurez que había consolidado por completo, su liderazgo y su presencia en el mundo científico. Para mí fue una experiencia muy notable, desde luego, dentro de mi etapa de formación posdoctoral. El profesor Ochoa, había trabajado en Bioquímica, con una posición muy destacada, desde los años 40. Yo llegué a su laboratorio, en 1972. Él vivió y protagonizó momentos científicos muy importantes, para las Ciencias de la Vida, en el siglo pasado. De tal manera que, de la Bioquímica, se dio la transición a lo que se llama: la Biología Molecular. La Bioquímica significaba, normalmente, el aislamiento de componentes celulares, proteínas, proteínas con actividad enzimática, para su caracterización en el tubo de ensayo (...)

La Biología Molecular significó entender la Vida, desde sus fundamentos moleculares. De una forma, si se quiere reduccionista, pero muy útil. La Biología Molecular se desarrolla, sobre todo, con el conocimiento de los ácidos nucleicos, y su funcionamiento en las células. Lo que conlleva la dirección de todos los procesos de síntesis de proteínas, y a partir de aquí, de síntesis y biosíntesis de los demás componentes. Esa transición de la Bioquímica a la Biología Molecular que se da en los años cincuenta, y que prende con una enorme fuerza desde los 60, propició avances, como el conocimiento del material hereditario. El ácido deshoxiribunocleico, y todo lo que significa. Los procesos de funcionamiento de todos estos ácidos nucleicos, y el paso posterior a lo que se llamó Ingeniería Genética. Es decir, modificación permanente de lo que se llama dotación genética de las células. Es decir, las Ciencias de la Vida, toman el relevo de otras disciplinas, cómo hayan podido ser: los grandes estudios de Física, Química y demás, para protagonizar los avances fundamentales, en el conocimiento. Con nuevas estrategias, con nueva metodología y con nuevas ambiciones, a la hora de entender la Naturaleza...

Esa transición, se debe a científicos muy pioneros y el nombre de Severo Ochoa, está entre ellos. Cuando yo me incorporé a su laboratorio, se vivían efectivamente, este tipo de momentos estelares, en el desarrollo de las Ciencias de la Vida que, han seguido sucediendo desde entonces. Así que para mí, fue una oportunidad excelente de aprender cómo se hace investigación. Cómo se razona. Cómo se plantea el trabajo en estos campos y también, cómo se formula y cómo se escribe. El profesor Ochoa tenía una gran maestría, en la escritura científica, y esa fue una de las cosas de las que más me beneficié, al ver su estilo. Porque la literatura científica, normalmente está escrita en inglés,- aunque podemos por supuesto, producir textos en español. Pero, las publicaciones de investigación, normalmente, las que tienen valor, se publican en inglés. Él, tenía un dominio de toda ésa prosa científica que tiene su especial significación. Porque los resultados, no sólo tienen que ser claros y contundentes; sino que deben expresarse bien, para que tengan valor de Ciencia. Ése es un aspecto, junto con todos los demás, que a mí me llamó poderosamente la atención y que me resultó, muy útil; a la hora de recibir de un maestro: hábitos y estilos de trabajo. ¡Qué es lo que se puede esperar del magisterio de las personas! Y que es, lo que luego, uno trata de transmitir a sus discípulos. Resumiendo, las Ciencias de la Vida, con el desarrollo de la Biología Molecular, lo que suponen en los últimos cincuenta años del siglo pasado, es que el conocimiento biológico, se pueda transformar en intervención. Es decir, no solamente podemos conocer, sino que podemos intervenir en los seres vivos. Modificar sus procesos de funcionamiento, y de ahí, derivar a aplicaciones. Aparte de otras muchas cosas. También, desde los años 70, se vive un auge de la llamada Bioética. Qué ha sido, otra de mis dedicaciones más recientes. Estoy muy implicado en la Bioética, desde que en el año 1998, pasé a pertenecer al Comité Internacional de Bioética de la UNESCO y me he mantenido en el análisis bioético; en el debate público sobre estos temas. Y lo sigo haciendo, a través de mi pertenencia a diversos comités de Bioética.

2.- Profesor Nombela, hablábamos hace un momento del profesor Severo Ochoa y de su relación profesional y humana con él. A mí, me gustaría también que abordáramos otra cuestión, tan importante como la que usted acaba de describir y que es la de famosa "fuga de cerebros". En el proceso en que se desarrolló la actividad del profesor Ochoa y sus colaboradores, España atravesaba por una situación compleja, en ese ámbito y difícil para nuestros investigadores. Hoy en día: ¿Ése marco ha cambiado en algo? ¿Se sigue produciendo esa 'fuga de cerebros'?

Desde luego, hoy no podemos hablar en el mismo sentido, que se hizo en los inicios del Siglo XX, y demás, en donde lo que más que 'fuga', lo que se planteó, por instituciones, como la que creó Santiago Ramón y Cajal y otros, la llamada Junta de Ampliación de Estudios, - y que supuso la organización de actividades científicas en España-; incluía, el enviar gente a otros países, para completar su formación. Hoy, tenemos un sistema científico, mucho más desarrollado. Esto significa que está muy internacionalizado. Con lo cual,- evidentemente-, es normal salir y es normal también, venir. Hay muchos científicos extranjeros,-más de los que se suele creer-, que trabajan en España.

3.- Es decir, que la globalización, también se ha introducido en el ámbito científico...

Sí. Dicho esto, lo que sucede es que en España nuestro esfuerzo global en investigación y desarrollo, como país, tanto desde el punto de vista del sector público, como del privado; es menor del que debiera, para el nivel que tenemos de renta y para la posición que tenemos en Europa, y en el mundo. Esto es así, en un contexto, en el que han mejorado mucho las cosas, en los últimos treinta años, aproximadamente. En algo más de treinta años, España ha multiplicado por tres, su producción científica. Multiplicar por tres, en este tiempo, es muy significativo. Eso ha ido, paralelo también, con un incremento de la internacionalización de nuestra tarea, y de la visibilidad, de nuestra producción científica, -a nivel de impacto-, que tiene el conocimiento que se produce en España. E incluso, sus aplicaciones. Esto es, exactamente, así. Pero también es cierto, que no hemos llegado a la posición deseable, y esto se puede formular con bastante claridad, por una serie de indicadores. Invertimos, aproximadamente, el 1,35%, de nuestro PIB, en I+D. La otra i de Innovación, va aparte, y entonces, tiene que ser más. Digamos que la media de la Unión Europea, está próxima al 2%. Con un 1,35%, estamos todavía, bastante lejos. Hay países: cómo Finlandia o Suecia, que están en el 4%. Los Estados Unidos, están en torno al 3 y pico. En Japón, el esfuerzo es también, muy elevado. Dentro de Europa: Alemania, Francia, Gran Bretaña, están, muy por encima, de nosotros. Digamos que: en cuanto al porcentaje del PIB, hemos podido recientemente, superar a Italia. No sé, si eso es demasiado timbre de gloria. Pero, en todo caso, es insuficiente. Y estamos por encima, de Portugal o de Grecia. Necesitamos políticas científicas más eficaces. Las cosas se han complicado en los últimos cuatro años.

La última legislatura ha sido de descenso en todos y cada uno de los años. Y la que ahora empieza, se enfrenta a nuevos recortes, por la necesidad de adaptarse a la situación económica. ¿Qué va a pasar?. Algunos estamos pidiendo al Gobierno actual, que se plantee que ya bastante ha sido, lo que ha recortado el anterior. Y que mantenga, e incluso potencie, la investigación. En el convencimiento de que en las situaciones de crisis, afianzar la producción de conocimiento y de tecnología, es fundamental. Hay países que lo tienen muy claro. Y así, lo han hecho. Alemania estaría entre ellos. Pero, en estos momentos, estamos a la espera, de lo que van a decirnos, los próximos presupuestos. Desde luego, la situación de los últimos cuatro años, ha sido de descenso claro. Y es lamentable que así haya sido. Porque había un Ministerio de Ciencia que, en teoría, tenía que atajar todo eso. Pero que no lo ha podido hacer. Por falta de apoyo del Gobierno, en general. O por falta de capacidad, o lo que sea. En resumen, yo desde que estuve implicado en la gestión científica entre 1996 y 2000, con la presidencia del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas), he seguido muy de cerca esta cuestión. Y también, me he implicado mucho, en ése debate; reclamando políticas más eficaces. Eso, pasa también, por reformas estructurales, que yo creo que son necesarias. Por ejemplo, la reforma de la Universidad.

La Universidad tendría que reformarse de forma que la capacidad investigadora de las universidades- que la tienen-, se potenciara más. Se reconociera y se apoyara más. Con el sistema universitario que tenemos, seguimos en una situación, en la cual, los grupos que queremos hacer investigación, tenemos posibilidad de buscar recursos fuera, en convocatorias competitivas. Pero eso, no necesariamente, se traduce, en un apoyo suficiente interno, como consecuencia de los recursos que se consigan fuera. Creo que las reformas tienen que ir por ahí. La Universidad tiene que gobernarse de modo que dé más cuenta y razón a la sociedad que la sostiene, de los recursos de que dispone y de cómo, los emplea. Emplear recursos para generar y transmitir conocimiento, es la misión de la Universidad.

4.- Una última cuestión ya, profesor. En su despacho, hay múltiples objetos que denotan una profunda preocupación ética, por los aspectos de la creación humana, la Poesía: como ese volumen de Marinero en tierra de Rafael Alberti o un volumen dedicado a la pintura de Miró. Con frecuencia se acusa a la Ciencia de deshumanización. ¿Cómo se compatibilizan en su caso, ambas cosas?

La Ciencia es una actividad profundamente humana. Y es una dimensión importante de nuestra tarea cultural. Es una herramienta que el Hombre tiene, para conocer mejor la realidad. He conocido, desde luego, científicos, como mi maestro Severo Ochoa, del que ya hemos hablado antes, que era un hombre que dentro de su intensa dedicación científica, encontraba espacios para disfrutar de la Música. Severo Ochoa, llegó a establecer una relación, entre la música de cámara y su activad científica. El interés de él, como bioquímico, era purificar proteínas y componentes y disponer de ello. En la música de cámara, encontraba el sonido puro de algunos instrumentos que le atraían. Incluso más que la música orquestal o de conjunto, que a mi particularmente me gusta más. Severo Ochoa adoraba los cuartetos de Beethoven. En sus últimos años en el hospital, tuvo la suerte de que fuera a tocar allí para él, el Cuarteto ENESCO, los grandes especialistas europeos en los cuartetos de Beethoven. Esto es una anécdota. Pero que es reveladora.

La Ciencia es una actividad profundamente humana. El que la Ciencia tenga que atenerse a unos criterios lógicos, -a la hora de razonar, y de objetivar sus avances-, es también parte, de lo que es nuestra capacidad como seres humanos, para entender la realidad. Sin embargo, eso no quiere decir, que tenga que estar desencarnada de lo que es la vida. Precisamente, esa dimensión ética es fundamental, hoy día. El imperativo de buscar la verdad científica, es una actitud ética que, además, es científica. Es una actitud muy humana. Mucha gente, puede ver las cosas de una manera más fría, por el grado de especialización a que hemos llegado. En el cultivo de la ciencia ha sido necesario, concentrarse en un pequeño fenómeno, para verlo de mil maneras, y eso puede llevar toda una vida de dedicación, aparentemente, exenta de tiempo para cualquier otra cosa. Sin embargo, esa demanda es muy importante. Hace pocos días, un amigo mío, el Presidente de la Royal Society, y Premio Nobel, Paul Nurse, afirmaba algo que yo vengo diciendo, desde hace bastante tiempo: "El conocimiento científico tiene que ser un referente para la gestión pública". Entendiendo esto último como política. En el sentido más noble de la palabra. Eso es lo que es la política. Y a veces, se plantean este tipo de problemas. Si el científico puede implicarse, o no. Todo eso, tiene que tener sus dimensiones. Conozco científicos que han participado en la política y que se han comprometido con algunas opciones. Y eso, me parece legítimo. Y también legítimo, puede ser, mantenerse al margen de lo que suele ser, la pelea política más común. Pero, sí postular que la gestión pública, sea rigurosa y exigente, y tenga sus consecuencias, basadas en el conocimiento Ahora bien, esa otra dimensión humanista, creo desde luego, que en el cultivo de la Ciencia, la puede uno encontrar.

La Ciencia no se puede cultivar, si no se hace bien. Es trabajo bien hecho. Sobre todo, y en ése sentido, es muy creativa. Lo mismo que es creativa: la Literatura, la Pintura y la Música. O la Escultura, o cualquiera otra de las formas artísticas, que el Hombre pueda alcanzar. Y como uno puede ser, realmente, capaz de apreciar mejor esa creación de muchos es: siendo científico.

Texto y fotografías: Rafael Cordero Avilés.
Gabinete de Comunicación. Universidad Complutense de Madrid.



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