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"La representación de la mujer en los estudios clínicos sigue siendo insuficiente"

María Pilar Sánchez López

Catedrática del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico II de la Universidad Complutense de Madrid (UCM)
 

09/03/2017

En las mujeres muchos tratamientos médicos son ineficaces e incluso peligrosos puesto que la población femenina se encuentra infrarrepresentada en los ensayos clínicos. Firme defensora de abordar la salud en su dimensión de género, María Pilar Sánchez López, catedrática del departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamiento Psicológico II de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), denuncia la inequidad de género que todavía existe en el mundo sanitario. Así lo explica en el libro The Psychology of Gender and Health (La psicología de género y salud), que es el resultado de un proyecto internacional que coordina.

portada de libro
Hygeia, diosa de la curación, limpieza y sanidad, es la portada del libro. / Elsevier.

1.- ¿Qué entendemos por igualdad de género en la salud?

Yo utilizaría mejor la palabra equidad porque la salud de hombres y mujeres no tiene que ser necesariamente igual. Buscamos la equidad de género, es decir, que todas las personas reciban las mejores condiciones para mantener su salud lo mejor posible. Por ejemplo, en la salud cardiovascular se ha insistido siempre en los hombres, pero sus enfermedades son también la primera causa de muerte en las mujeres. Sin embargo, las campañas de publicidad sobre salud cardiovascular se dirigen muchas veces solo a ellos. Eso es una inequidad de género, porque los datos empíricos nos indican que las mujeres son tratadas de forma distinta y reciben menos atención aunque tengan los mismos síntomas.

2.- ¿Por qué se produce este fenómeno?

Nunca hay una sola causa pero podría influir que la perspectiva de género no se imparte en las facultades que enseñan salud, como medicina, farmacia o psicología, entre otras. Por eso los profesionales desconocen muchas cosas que deberían saber. Lo intentamos solucionar promoviendo másteres y publicando libros para que tengan datos porque si no los conocen, probablemente no podrán atender bien sus pacientes.

3.- ¿Cómo surgió el proyecto The Psychology of Gender and Health?

La editorial Elsevier, desde San Diego (California, EE.UU.), se puso en contacto conmigo para preguntarme si quería escribir un libro sobre la aplicación de la perspectiva de género a la salud. A partir de ahí, invité a investigadores y profesionales de primera línea de todo el mundo que tuvieran algo que contar sobre esta perspectiva. En el libro hablamos de cómo podemos entender mejor la salud de las personas teniendo en cuenta uno de sus determinantes importantes, el género, en interacción con otros factores de la salud.

4.- ¿Cuáles son estos factores?

Por ejemplo, el nivel socioeconómico, la educación, la etnia, las variables de personalidad...

5.- Además de las enfermedades cardiovasculares que mencionaba al principio, ¿podría poner otro ejemplo de inequidad?

Podría ser el suicidio. En general, aunque habría que matizar esta afirmación, es más frecuente que los hombres lleven a término la conducta suicida, mientras que los intentos son más frecuentes entre las mujeres. Una de las explicaciones es que los hombres que aceptan las normas tradicionales del papel masculino piden menos ayuda, no reconocen que tienen un problema y lo enmascaran con adicción a las drogas o al alcohol. El recorrido desde que tienen un problema hasta que se suicidan es muy corto, no hay tiempo para intentar solucionarlo. Las mujeres, en general, reconocen más que tienen un problema, piden más ayuda y tienen más tiempo. Si las campañas de prevención del suicidio no tienen en cuenta esta diferencia, nos enfrentamos a otro ejemplo de inequidad de género.

imagen ilustrativa
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en mujeres. / Barnimages.com.

6.- ¿Qué opina de la desigualdad que existe en los ensayos clínicos?

Seguimos teniendo el problema de que no hay suficiente representación femenina en los estudios y así no podemos saber si hay diferencias de género en las enfermedades. El pretexto es que la mujer en estos ensayos presenta más dificultades porque se tienen que tener en cuenta factores como embarazos o ciclos hormonales. Para paliar esto, se han empezado a introducir medidas correctivas, como por ejemplo en Estados Unidos, donde no se financia el estudio si no participan hombres y mujeres. También en la Unión Europea, incluida España, diferentes iniciativas legislativas avalan la pertenencia de la incorporación de la perspectiva de género en la investigación. Se van introduciendo medidas correctivas desde las administraciones pero no en todos los casos. Tenemos un ejemplo muy claro: la aspirina. Hasta hace poco, los anuncios sobre la aspirina como protectora para los infartos de miocardio iban dirigidos a ambos sexos, aunque los estudios clínicos tenían muy poca representación femenina. En el fondo no sabíamos si este fármaco funcionaba igual en hombres y mujeres. Más tarde, diferentes estudios revelaron que la aspirina era mucho menos efectiva para prevenir el infarto de miocardio en ellas. Solo había cierta eficacia en las mayores de 65 años y, además, tenía peores efectos secundarios.

7.- ¿Hasta qué punto influye la publicidad en la salud de las personas?

Juega un papel muy importante. Si la mujer no es consciente de que puede sufrir un ataque al corazón, va a estar menos atenta para pedir ayuda. Todavía hoy hay algunos anuncios que se refieren solo al corazón de los hombres cuando el de las mujeres también necesita ayuda.

8.- ¿Qué falta por hacer en este escenario desigual?

Que todos seamos conscientes de esa perspectiva de género y que se introduzca en los estudios que traten la salud, de una forma transversal y no solo en asignaturas optativas porque no son suficientes. Es necesario que esté presente en las investigaciones, en la docencia y en los ensayos clínicos, para saber si existen diferencias o no. La OMS lo dice desde hace mucho tiempo pero seguimos viviendo en una sociedad patriarcal que no lo tiene en cuenta. Estamos hablando de más de la mitad de la población a la que, con demasiada frecuencia, se le está aplicando algo que no se sabe con evidencia empírica cómo actúa.

Referencia bibliográfica: M. Pilar Sánchez López y Rosa Limiñana-Gras. The Psychology of Gender and Health. Elsevier / Academic Press 2017.



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