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La concentración empresarial parece una tendencia imparable

Michel Rivier Abbad

Director del Instituto de Investigación Tecnológica de la Universidad Pontificia Comillas
 

27/09/2007

1. Su actividad investigadora se centra en la explotación, planificación, economía y regulación de los sistemas de energía eléctrica. ¿Cuáles son, a su juicio, los avances más destacados en este ámbito a escala internacional en los años más recientes?

Son varias las líneas relacionadas con este campo en las que se ha avanzado de forma importante en los últimos años. Dos vectores fundamentales han orientado la investigación.

En primer lugar los procesos de liberalización del sector eléctrico, que de forma bastante generalizada se han extendido por todo el mundo, y que han supuesto un reto importante para la actividad investigadora en diferentes aspectos relacionados con los sistemas de energía eléctrica. Por un lado ha desencadenado una actividad desbordante en el campo de la regulación organizativa y económica del sector. Se han inventado distintas formas de organizar los mercados eléctricos, se ha investigado la mejor forma de adaptar las teorías económicas a un producto con especificidades tan marcadas como las que presenta la electricidad, y en general se ha recorrido un camino considerable, asentando primero las bases teóricas y afianzando luego los desarrollos prácticos que hoy en día han dado origen a los distintos diseños del sector en el contexto internacional. El camino recorrido en estos años desde que el Profesor Schweppe, insigne pionero en este campo y eminente investigador del Massachussets Institute of Technology (MIT), revolucionaba los conceptos tradicionales en materia de cálculo de señales económicas en un sistema de energía eléctrica, ha sido formidable.

Por otro lado la liberalización ha impulsado también desarrollos de nuevas herramientas para ayudar a gestionar, estudiar, reproducir y simular la expansión y operación de los sistemas de energía eléctrica. Los modelos tradicionales han tenido que evolucionar, incorporando en sus tradicionales algoritmos de optimización nuevos desarrollos basados en la teoría microeconómica, la teoría de juegos y la teoría de subastas.

En segundo lugar la apuesta decidida y necesaria por el desarrollo de nuevas tecnologías de generación a partir de fuentes de energía renovables ha provocado un reto importante para la operación y planificación de un sistema de energía eléctrica. Al margen de los desarrollos en materia regulatoria necesarios para fomentar eficientemente el desarrollo de este tipo de tecnologías, la incorporación masiva de este tipo de energía al sistema ha alimentado avances importantes en la investigación relacionada tanto con los desarrollos tecnológicos de los propios equipos de generación y su control como con la gestión técnica de la red eléctrica receptora de esta energía. El carácter fuertemente intermitente y aleatorio de la mayoría de estas fuentes energéticas (me refiero particularmente a la generación eólica y solar) supone un reto importante para la operación fiable y controlada de los sistemas de energía eléctrica.

Conceptos como la eficiencia energética, la gestión de la demanda, la generación distribuida, las redes inteligentes ya suponen también vectores de innovación sobre los que queda un camino de investigación y desarrollo por recorrer importantísimo. El Ministerio de Industria así lo reconoce habiendo aprobado financiación para el desarrollo de varios proyectos en esos campos.

2. ¿Cómo pueden evaluarse los beneficios sociales que se derivan de un adecuado funcionamiento del mercado eléctrico?

Los beneficios sociales que pueden derivarse de la incorporación de mecanismos de libre competencia y mercado al sector eléctrico son similares a los que pueden derivarse de la liberalización de cualquier otro sector. El mercado proporciona una asignación de recursos y de riesgos mucho más eficiente que los que pudieran resultar de un esquema mucho más regulado. Ahora bien, esta mayor eficiencia se traducirá en un beneficio social siempre que el mercado se desarrolle en un contexto de fuerte competencia. En este aspecto los mercados eléctricos son especialmente sensibles ya que la imposibilidad de almacenar el producto que se transa en estos mercados –la electricidad- amplifica significativamente los efectos negativos de una falta de competencia. De ahí la importancia de asegurar un adecuado funcionamiento del mercado eléctrico.

Un mercado eléctrico funcionando bajo esas premisas transparenta los precios reales de la energía eléctrica eliminando ineficiencias y subsidios encubiertos, enviando señales eficientes a los consumidores que harán un uso más eficiente del consumo. Esto es, las decisiones que los consumidores puedan tomar (consumir más o menos, dado el precio, instalar una caldera de gas o una calefacción eléctrica, modificar su perfil de consumo, etc.) serán socialmente más eficientes en tanto en cuanto las señales de precios que perciban respondan a los costes reales de disponer de dicha energía.

3. Desde su puesto de Director del IIT-Comillas, ¿cree que en España dedicamos suficientes esfuerzos y recursos a la investigación en este terreno?

Imagino que cada cuál considera que los recursos que se destinan a la investigación en el terreno en el que trabaja son claramente insuficientes. En este caso es cierto que los sistemas de energía eléctrica, por considerarlos sistemas de una gran madurez tecnológica, ha disfrutado de recursos públicos muy escasos. También es verdad que los organismos que distribuyen los fondos destinados a la investigación, tanto europeos como nacionales, están cada vez más volcados con la investigación relacionada con la generación distribuida, la gestión de la eficiencia energética, la incorporación al sistema de energías renovables, la adaptación de las infraestructuras de redes eléctricas, su control y gestión, todos ellos aspectos que inciden de lleno en la planificación, operación y regulación de los sistemas de energía eléctrica. El IIT está involucrado en varios proyectos nacionales CENIT financiados parcialmente por el Ministerio y en varios proyectos europeos centrados en este campo.

Sin embargo, la mayoría de los fondos públicos destinados a la investigación (ya sean nacionales o de la Comunidad de Madrid) están concebidos y dirigidos para financiar la investigación de los centros públicos en los que los costes derivados de la investigación están parcialmente soportados por otro tipo de ingresos (me refiero a sueldos, edificios, etc.). El sistema apenas apoya y respalda las iniciativas de investigación que surgen de centros universitarios privados o de centros de investigación privados sin ánimo de lucro, desaprovechándose un potencial investigador ciertamente interesante. Otras Comunidades mantienen una política distinta con resultados interesantes. El IIT, por ejemplo, tiene que financiarse en más de un 90% con fondos privados provenientes de la colaboración de empresas, a través del desarrollo de proyectos de investigación y desarrollo, de asesorías y de consultorías especializadas. Al ser un instituto perteneciente a una institución privada, el IIT tiene que hacer frente con dichos fondos al 100% de sus costes de funcionamiento (sueldos, becas, edificio, gastos corrientes). Los escasos fondos públicos a los que puede acceder le suponen en realidad un quebranto económico ya que la financiación aprobada constituye un porcentaje muchas veces ridículo del costedel proyecto (en dedicaciones de los profesores e investigadores involucrados, costes indirectos del centro, etc.). Es realmente muy difícil acometer líneas de investigación de largo alcance y con fuertes componentes de investigación básica.

4. Con la promulgación de la Ley 54/1997, de 27 de noviembre, del Sector Eléctrico se sientan las bases para una transformación profunda de la regulación del sector en nuestro país. ¿Cuáles son los principales logros alcanzados y qué queda aún por hacer?

En mi opinión el balance neto de las transformaciones fruto de la Ley 54/1997 de liberalización del sector eléctrico es claramente positivo, si bien efectivamente queda aún camino por recorrer. Más allá de que existiera un imperativo de cambio impuesto por las Directivas Europeas al respecto, creo que la decisión de liberalizar, transcurridos diez años desde la promulgación de la Ley, ha sido un acierto.

El proceso ha dinamizado y modernizado tanto las empresas como el sector en su conjunto. La transición de un esquema al otro se ha realizado sin grandes traumas y nos encontramos ahora con un sector abierto a nuevos actores, en el que se han clarificado el papel y rol de los distintos tipos de negocio involucrados. Las inversiones necesarias para asegurar el suministro han aparecido y la operación descentralizada del sistema ha sido eficiente y correcta. El diseño de los mercados de corto plazo hasta el tiempo real ha funcionado correctamente asignándose recursos y remuneraciones en procesos abiertos a la competencia. La profesionalidad, seriedad y competencia de las empresas eléctricas españolas ha sido clave para ello.

Entre los puntos importantes que quedan por superar citaría sin duda la liberalización definitiva de la tarifa (acompañado de un refuerzo de los mecanismos de vigilancia de la competencia) con la consecuente eliminación del déficit tarifario, el diseño del esquema de remuneración de las redes de distribución, actualmente desequilibrado e insuficiente, la aparición y consolidación de las contrataciones y mercados a plazo, la incorporación efectiva de mecanismos de gestión de la demanda, desempeñando ésta un papel mucho más activo en el mercado (directamente o a través de comercializadoras).

5. ¿Cree usted que el marco regulatorio y competitivo vigente fomenta la innovación por parte de las empresas del sector eléctrico?

Es una pregunta difícil de contestar y la respuesta puede ser que depende. Algunas de las innovaciones y programas de investigación en este sector, por ejemplo los relacionados con el desarrollo de nuevas tecnologías de producción, captura del CO2, combustión limpia, son de un altísimo coste que sólo puede tener sentido abordarlas por el sector en su conjunto más que individualmente empresa por empresa. Para este tipo de investigación el nuevo marco competitivo quizás no sea especialmente favorable, aunque es cierto que se podrían sin duda desarrollar, dentro de este contexto competitivo, medidas regulatorias que incentivaran también este tipo de investigación conjunta, pero hoy en día no existe nada al respecto todavía.

6. Finalmente, ¿cuál es su opinión sobre las estrategias de concentración empresarial que se han comenzado a desarrollar en España en los últimos meses?

La concentración empresarial efectivamente parece una tendencia imparable en el sector. Como explicaba anteriormente, la electricidad es un producto que por sus características es bastante vulnerable (en términos de competitividad y controlabilidad de los precios) al grado de concentración horizontal del sector. A esto se une que el mercado relevante para medir el grado de competitividad se reduce a la península ibérica ya que ésta es prácticamente una isla en términos de conexión eléctrica con el resto de Europa. En ese sentido los movimientos de concentración empresarial a nivel nacional son ciertamente preocupantes y no lo neutraliza el hecho de que exista un buen número de competidores en el resto de Europa de tamaño incluso claramente superior. El que los gobiernos y reguladores autoricen dichas operaciones puede obedecer a consideraciones que desbordan las del propio funcionamiento más o menos ajustado del mercado eléctrico: disponer de empresas de referencia de tamaño suficiente para protegerles de compras extranjeras (la famosa teoría del campeón nacional).

Movimientos de concentración que compatibilizarían ambas preocupaciones son aquellas en las que la empresa incrementa su tamaño (bien sea por adquisición de otra empresa, ya sea por fusión) pero fuera del territorio nacional, de forma que el grado de concentración en el ámbito del mercado relevante español no se ve alterado, y sin embargo la empresa crece. Los últimos movimientos de Iberdrola responden exactamente a este esquema y son por tanto perfectamente aceptables para el mercado eléctrico español.



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