PATRIMONIO  LUGARES DEL SABER  Real Gabinete de Historia Natural: historia
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Este edificio, diseñado por Juan de Villanueva, nunca sería utilizado para el fin con el que fue creado; en 1818, bajo el reinado de Fernando VII, acabaría constituyéndose en la actual sede de nuestra primera pinacoteca, el Museo del Prado.

El Real Gabinete de Historia Natural se abrió al público en 1776, con una colección de objetos raros y curiosos de los tres reinos de la naturaleza, así como libros, estampas y colecciones de carácter arqueológico, etnográfico y pictórico, provenientes de distintas partes del Mundo.

En principio, estaba abierto al común los lunes y jueves, a determinadas horas; en palabras de Joseph Towsend, "el gabinete de historia natural abre sus puertas a todos. No es necesario obtener un pase, y cualquier persona de aspecto decente puede recorrer sus salas y examinar lo que guste dentro del horario establecido", una clara muestra de la creciente popularización de la Ciencia y del deseo, por parte de la ciudadanía, de conocer los paisajes exóticos del Mundo, de la única manera que podían hacerlo: a través de las ricas colecciones etnográficas y de historia natural presentes en aquel gabinete.



JUAN BAUTISTA BRU. COLECCION DE LAMINAS DE 
ANIMALES Y MONSTRUOS... 
(1784-1786)


Estaba formado por varias salas, cada una de ellas dotada de cierta homogeneidad temática: colecciones zoológicas, minerales, vegetales, máquinas e instrumentos físico-matemáticos, armas, vestimentas y material etnográfico, taller de pulimentación de piedras duras, laboratorio de química, sala de materiales disecados y conservados en líquidos, biblioteca y colección de estampas, bronces, medallas y relieves, además de las habitaciones reservadas para el personal al cuidado del Centro y la colección pictórica de Pedro Franco Dávila.

A todos estos materiales de historia natural pronto se unirían otros, en buena parte debido a las medidas, en forma de Reales órdenes o Instrucciones regias, promovidas desde el propio gabinete de Carlos III, a las donaciones y compras efectuadas por la Corona y a las expediciones científicas a América acometidas durante el último tercio del siglo XVIII.

La vida científica del Real Gabinete, durante los últimos años del siglo XVIII, se vio potenciada con la edición de los Anales de Historia Natural, una de las primeras publicaciones periódicas españolas dedicada, con exclusividad, a la investigación de carácter científico; en ella llegarían a colaborar algunos de los sabios más renombrados del momento, como Antonio José de Cavanilles, Christian Herrgen o Louis Proust.



SALOMON KLEINER. GABINETE DE CIENCIAS NATURALES


Tras la Guerra de la Independencia, un período especialmente desdichado para esta institución, durante el cual sufrió el saqueo de las tropas francesas y del propio disecador galo Pascal Moineau, el Real Gabinete cambia su nombre por el de "Real Museo de Ciencias Naturales"; en realidad era algo más que un simple cambio de denominación, se había creado una "super-entidad" científica en la que se integrarían, además del mencionado Real Gabinete de Historia Natural, el Real Jardín Botánico, el Observatorio Astronómico, la colección del Laboratorio de Química, el Estudio de Mineralogía, además de preverse la creación de una serie de Escuelas de Física, Astronomía, Química, Mineralogía, Zoología, Agricultura y Botánica.

Entre 1851 y 1867 estuvo al frente de esta institución Mariano de la Paz Graells; se trata de un período de nuevo renacer científico: su actividad frente al Museo viene marcada por el enriquecimiento de las colecciones zoológicas e intercambio con otros centros. Fruto de su amistad con Isidore Geoffroy Saint-Hilaire se crea una delegación en Madrid de la Société d'acclimatation de París que más tarde se convierte en Jardín Zoológico y Sociedad de Aclimatación del Museo de Ciencias Naturales. Consciente de la dimensión internacional de la ciencia organiza la Comisión Científica del Pacífico (1862-1866). Impulsa la creación de la Sociedad Española de Historia Natural.

A partir de 1866 los acontecimientos negativos se sucederían uno tras otro: las colecciones etnográficas y arqueológicas irían a parar al recién fundado Museo Arqueológico Nacional; el Jardín Botánico y el Jardín Zoológico se independizan del Real Museo de Ciencias Naturales y, finalmente, en 1896 esta institución se vería obligada a abandonar la que, hasta entonces, había sido su sede - una ubicación "provisional" que duró 123 años-, en el número 13 de la calle Alcalá.

Sus fondos serían repartidos, de manera "temporal", entre el Museo Arqueológico Nacional y el Museo de Antropología del Dr. Velasco; su alojamiento en la los bajos de la Biblioteca Nacional, junto a la caseta de los conserjes fue una de las mayores muestras de desprecio hacia las ciencias naturales y su docencia por parte de la "política oficial". Allí permanecieron hasta que, en 1910, Ignacio Bolívar, su director, consiguió acomodo en una nueva sede -la misma que posee hoy día-: el antiguo Palacio de Exposiciones de las Artes y de la Industria, situado en el madrileño Paseo de la Castellana, compartiendo de nuevo sede, esta vez con la Escuela de Ingenieros Industriales. Este período supuso la perdida de colecciones de láminas de valor inestimable y de parte de su biblioteca que quedaron para siempre en la Biblioteca Nacional.

   

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