La Escuela Superior de Ingenieros de Minas fue creada por Real Orden de Carlos III.
Se estableció en Almadén, aunque en la década de 1830 se trasladaría a
Madrid. En esta primera etapa de su asentamiento en la capital se instala, de
manera precaria, en pisos de alquiler inadecuados e insuficientes. Se consigue darle su marco adecuado y estable cuando se construye un edificio para tal fin, entre 1885 y 1893, obra de
Ricardo Velázquez Bosco; se trata de uno de los trabajos que mejor representa el denominado "eclecticismo enfático".
MUSEO DE MINERALES
Velázquez Bosco, recién llegado en aquellos años al Ministerio de Fomento es, sin duda alguna, el más importante
autor durante el último cuarto de siglo de la arquitectura madrileña del siglo
XIX. Colaborador en los trabajos de restauración de la Catedral de León, había viajado a Oriente como miembro de una comisión científica.
La planta del edificio de la Escuela Superior de Minas es un rectángulo de 48x33 con resalte en las esquinas. Su disposición general se organiza en torno a un patio central rodeado por dos pisos de arquerías,
que se apoyan sobre finas columnas metálicas de fundición; la cubierta, también de estructura metálica, es acristalada.
BIBLIOTECA DE LA ESCUELA DE INGENIEROS DE MINAS.
SECCIÓN
TRANSVERSAL Y AXONOMETRÍA SECCIONADA
En las fachadas laterales ciegas que dan al patio, la oriental y la occidental, existen unos interesantes paneles cerámicos ejecutados por el ceramista
Zuloaga, hermano del pintor, siguiendo los diseños de los pintores Manuel Domínguez y Vicente Oms, con temas alusivos a las ciencias físicas y a la minería. Estos laterales ciegos corresponden a dos interesantes espacios de la
Escuela: la Biblioteca y el Museo de Minerales.
INTERIOR DE LA BIBLIOTECA |
PATIO |
La obra está en la línea de las grandes realizaciones de Velázquez: el Pabellón del Retiro y el
Ministerio de Agricultura.
La Escuela de Minas es fiel reflejo de la idea decimonónica de lo que era un edificio público, una construcción que respeta las alineaciones establecidas pero
que se retranquea para afirmar su volumen singular. Se trata, pues, de un edificio perfectamente académico en los términos del XIX, de una riqueza plástica y espacial muy importante para la época de su construcción.
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