En 1878 se había celebrado la Exposición Universal de París, donde se construyeron dos edificios de grandes
dimensiones: uno provisional en el Campo de Marte y otro permanente, el Palacio de Chaillot. A pesar del empleo masivo del hierro cuya estructura fue calculada por Eiffel, que construiría su famosa torre en la Exposición siguiente de 1889, las fachadas se revistieron de ladrillo y cerámica vidriada intentando ocultar la estructura metálica.
En el siglo XIX habían nacido numerosas revistas de crítica de arte que comenzaron a crear un "estado de opinión"; desde el comienzo los críticos se mostraron recelosos con el hierro, encasillando la arquitectura metálica en el ámbito de la industria y los mercados públicos, y presionando a los arquitectos para que ocultaran las estructuras férreas cuando se trataba de arquitectura representativa. En
1881, con motivo de celebrarse en Madrid la Exposición Nacional de la Industria y de las Artes, se convoca un concurso para realizar el Palacio de Exposiciones de las Artes y las Industrias, en los Altos del Hipódromo,
al norte del Paseo de la Castellana.
El concurso es ganado por Fernando de la Torriente que había proyectado una planta rectangular con dos patios interiores, un cuerpo central que se adelantaba para formalizar la entrada y un remate posterior con un abside, coronando el conjunto con una enorme cúpula, que le daba un aire basilical.
PLANO DE
SITUACIÓN ORIGINAL DEL PALACIO NACIONAL DE LAS ARTES Y LAS INDUSTRIAS
El arquitecto Fernando de la Torriente fallece prematuramente en 1886, haciéndose cargo de la conclusión de las obras su colaborador Emilio Boix Merino,
quien finaliza la obra en 1887. El Palacio es uno de los mejores ejemplos de la arquitectura de exposiciones madrileñas y de los primeros en que se utiliza a gran escala el hierro y el cristal. Su estructura de cúpula y cubiertas se fabrica en Bélgica. Los arquitectos madrileños, siguiendo el ejemplo de las imágenes de las últimas exposiciones parisinas, recubren las fachadas con ladrillo ocultando su estructura metálica; a esta cuidada fábrica de ladrillo se le da un tratamiento compositivo diferenciado, con suaves cambios de color, y
se incorporan de piezas de azulejería, adornando con medallones pilastras y cornisas.
DETALLE DEL ALZADO. SE UTILIZA
ORNAMENTACIÓN
CERÁMICA Y LADRILLO DE COLORES
El arco de entrada está rematado por una figura de mujer que nos recuerda las proas de barcos de la mitología griega. La utilización de figuras mitológicas para la ornamentación arquitectónica se había reservado,
hasta entonces, a los tímpanos de los frontones; con el comienzo del siglo XX, y sobre todo en el
Modernismo, aparecen con profusión en la casi totalidad de elementos arquitectónicos. En 1896
Pascual Herraiz y Silo reforma la distribución interior del Palacio, simplificando la planta y dejándola diáfana. Más tarde, ya como sede de las exposiciones de Bellas Artes, fue modificada nuevamente y,
posteriormente, con motivo de su adaptación a los nuevos usos, sufrió los cambios que incorporaron en el ala Norte el Museo de Ciencias Naturales y, en el resto, la Escuela Técnica Superior de Ingenieros Industriales que, en su acomodación, mutiló torpemente su arquitectura tanto en fachada como en interiores.
INTERIORES DEL MUSEO
VISTA AÉREA DEL MUSEO NACIONAL DE CIENCIAS NATURALES
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