El Jardín de la Isla fue el primer jardín botánico abierto en España, y su creación está directamente inspirada en los consejos del médico Andrés Laguna, rescatador de Dioscórides y la terapéutica farmacológica clásica. También influyeron mucho los jardines italianos, alemanes y flamencos que el propio Felipe II había contemplado en sus viajes.

Al igual que otros mecenas y príncipes del Renacimiento, era impensable que el soberano más poderoso del planeta no tuviera un espacio cortesano dedicado a esa gran moda que fue la recolección y aclimatación de especies naturales.

Sembrar y cultivar plantas de sus dominios, al margen de la utilidad medicinal de algunas de ellas, venía a confirmar la posesión simbólica de dichos territorios. Al igual que los nobles y los reyes coleccionaban reliquias, muebles o cuadros, también gustaron de rodearse de animales, plantas y minerales.

ANÓNIMO, FUENTE DE LOS TRITONES

ANDRÉS LAGUNA (1510-59)

Mucho se ha escrito sobre los ideales neoplatónicos y las resonancias bíblicas de Aranjuez. Aunque más cercano a la influencia flamenca que a las las villas mediceas, lo cierto es que no se puede entender completamente Aranjuez sin mencionar la idea del Paraíso Terrenal: la búsqueda de una relación entre el hombre y la naturaleza anterior al pecado original, la presunción de que el verdadero conocimiento (ligado a la gracia y la virtud) había sido erosionado tras la caída, es una idea que flota en muchos frentes del pensamiento del siglo XVI.

El hecho es que Felipe II hizo traer multitud de aves y animales y que quiso crear un entorno que parecía recrear una suerte de paraíso perdido.

G. PORTA. PHYTOGNOMONICA (1588)

Otra de las funciones clásicas de Aranjuez fue la presencia de juegos y entretenimientos navales. Está documentada alguna navegación por el Jarama desde Vacíamadrid hasta Aranjuez y, sin duda, el gran anhelo del monarca era establecer una línea de contacto fluvial con Lisboa. De haberlo logrado, Aranjuez y el Tajo hubieran rivalizado con Sevilla y el Guadalquivir. Proyectos al margen, Aranjuez nunca desempeñó papel alguno como enclave mercantil.

En su época de esplendor, el siglo XVIII, los Borbones acentuaron su papel como espacio de recreo cortesano. El reinado de Fernando VI presenció la construcción de la denominada "flota del Tajo", compuesta por varias falúas reales que hacían pequeños recorridos para celebrar ceremonias y fiestas cortesanas.