El Real Monasterio de El Escorial fue concebido como
palacio, panteón real y monasterio de frailes jerónimos. Con esta obra,
el rey Felipe II quiso rendir tributo y conmemorar la victoria española sobre el ejército francés en la batalla de San Quintín.
Esta institución fue, gracias a su excelente equipamiento (biblioteca,
jardín botánico, hospital, botica y laboratorios de destilación), un
entorno de privilegio para la ciencia en la España del Renacimiento.
La construcción del Real Monasterio del El Escorial fue
encomendada a Juan Bautista Toledo. Tras su muerte, sería Juan de Herrera
quien trazase el proyecto definitivo y el máximo responsable de las
obras, hasta su finalización en 1586.
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