La Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, ubicada en la calle Valverde, fue creada en 1847 y la suya es, ciertamente, una historia un tanto laberíntica.

En efecto, la creación en España de una Academia de Ciencias es una historia repleta de idas y vueltas, traslados, aplazamientos y discontinuidades, una trayectoria que expresa por sí sola las dificultades que ha encontrado la ciencia para su institucionalización en nuestro país.

EMBLEMA DE LA ACADEMIA

Desde el último tercio del siglo XVII Londres, París, Florencia y Berlín contaban ya con las primeras academias científicas del continente. Durante el siglo XVIII en muchas otras ciudades europeas se crearon instituciones análogas, academias científicas donde se reunieron y forjaron distintas tradiciones nacionales y donde se cobijaron y promocionaron estudios y experimentos relacionados con las matemáticas, la historia natural, la física y la química.

En España, aunque muchos autores se remontan a la época de Felipe II y su Academia de Matemáticas, el sueño de fundar una gran academia de ciencias debe localizarse a mediados de siglo XVIII, cuando el marino Jorge Juan elevó varias propuestas al rey para levantar en Madrid una institución de esta naturaleza. Pero no fue sino algo más tarde, en 1779, cuando Carlos III decidió emprender por fin el proyecto.

LA TORRE DE LOS LUJANES, SEDE DE LA ACADEMIA 
EN SU ITINERANCIA POR MADRID. 1900

En 1785 se encargó al arquitecto Juan de Villanueva la construcción de un gran edificio en el Prado de San Jerónimo, junto al nuevo emplazamiento del Jardín Botánico. También Villanueva sería el responsable de la edificación del Observatorio.

La Academia proyectada estaba destinada a albergar el Gabinete de Historia Natural (hasta entonces en el mismo edificio que la Academia de Bellas Artes), un Laboratorio Químico y un Gabinete de Máquinas. La proximidad con otras dependencias científicas y el espacio monumental y central escogido nos hablan del lugar que ocupaban las ciencias naturales en el programa político del Reformismo.

EL GENERAL ZARCO DEL VALLE, PRIMER 
PRESIDENTE DE LA ACADEMIA ( 1848-1866)

Pero finalmente, concluido en 1808, este edificio fue elegido al año siguiente como Museo de Pintura. La Academia de Ciencias acariciada durante la Ilustración se convirtió así en el actual Museo del Prado, un dato cargado de significado, pues refleja cómo España ingresó en la edad contemporánea con una idea de su legado cultural definitivamente lastrado hacia los aspectos artísticos.