PATRIMONIO  LUGARES DEL SABER  Universidad Central (San Bernardo): historia
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Fueron muchas las dificultades por las que atravesó la Universidad de Madrid (el nombre de "Universidad Central" no sería otorgado hasta 1850) durante los primeros años de funcionamiento, en buena parte fue debido a la precariedad de espacio físico que padeció esta institución desde que fuera fundada.

Hubo que esperar a 1842 para que pudiese disponer de un local acorde a sus necesidades: el edificio del Noviciado de los jesuitas, situado en el número 49 de la calle San Bernardo y, en aquella época, ocupado por un regimiento de Infantería; fue construido por Francisco Javier de Mariátegui, uno de los discípulos de Juan de Villanueva y, en la actualidad, alberga al Instituto de España, el organismo que reúne a las Reales Academias de nuestro país.

Además de estas instalaciones, básicamente reservadas para el Rector, las dependencias administrativas y las Facultades de Filosofía, Teología y Jurisprudencia, también contaba con otras: Instituto San Isidro, Facultad de Medicina, Facultad de Farmacia, Real Jardín Botánico y Real Museo de Ciencias Naturales.

 



CLAUDIO MOYANO (1809-1890)


Las facultades de Medicina y Farmacia se incorporan a la Universidad de Madrid en 1845, gracias a la puesta en marcha del "Plan Pidal" para la reforma de las enseñanzas media y superior, un proyecto que pretendía, entre otras cosas, la regularización de la Universidad bajo los principios o criterios generales de uniformidad, centralización y secularización; este plan contaría con Madrid como eje central del sistema y como único centro universitario español autorizado para ciertas actividades, entre ellas la impartición y expedición del título de doctor.

En este contexto, los cambios que experimentaría la Universidad de Madrid serían notables: establecimiento de planes de estudio y de métodos docentes, nuevo sistema de exámenes, nombramiento del Rector por el Rey, creación de un cuerpo único de profesores con su correspondiente sistema de acceso por oposición, control de los programas y libros de texto y establecimiento de tres tipos de estudios: las "Facultades Mayores", los "Estudios Superiores" y los "Estudios Especiales"; entre las primeras se incluían las Facultades de Teología, Jurisprudencia, Medicina y Farmacia; en los "Estudios Superiores" se incluía el grado de doctor; y los "Estudios Especiales" eran aquellos relacionados con las carreras profesionales, la Ingeniería y la Veterinaria.

 



ENRIQUE MOLES, CATEDRÁTICO 
DE QUÍMICA-FÍSICA


La estructuración y regulación de la enseñanza universitaria acabaría consolidándose años después, con la promulgación de la Ley Moyano de 1857, una norma clave en la historia de la educación española, que sentó los pilares básicos de nuestro sistema docente durante más de un siglo.

Las teorías krausistas, de talante burgués progresista, presentes en la vida política y social española durante la segunda mitad del siglo XIX, tuvieron un importante foco de difusión entre algunos de los más destacados profesores de la Universidad Central.

Este espíritu liberal reformista, fundamentado en los valores científicos y la autonomía universitaria, acabaría por canalizar los proyectos más importantes de renovación en la Universidad Española; de ellos destacaremos, por su especial importancia, la creación en 1907 de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, un organismo nacido con el ánimo de reformar la Universidad Española y con el objetivo de fomentar el establecimiento de instituciones y centros científicos desde donde se pudiesen llevar a cabo las iniciativas investigadoras del colectivo científico, y la creación, bajo el reinado de Alfonso XIII, de la Ciudad Universitaria, donde habría de alojarse, una vez concluida la guerra civil, la actual "Universidad Complutense de Madrid".

   

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