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La industria tinajera: un modo de vida
"Se puede asegurar que con el producto de las tinajas vive una quinta parte de población, y con las leñas, carros, etc. disfruta de sus productos la mayor parte de los vecinos. Por esta razón, el año que es mala su venta, se echa al momento de ver en el pueblo". |
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F. de Pablos, 1891 |
A finales del siglo XIX las industria tinajera vivió en Colmenar su época dorada con la aparición de importantes establecimientos en manos de unos cuantos fabricantes descendientes de auténticas sagas familiares de artesanos locales. La fábrica "El Convento", por ejemplo, una de las más conocidas de la localidad, contaba con máquina de vapor batidora, elevadora de agua, astilla de palmear y suela de alisar y producía al año de ochenta a cien mil arrobas. Entre sus méritos, conservaba con orgullo la tinaja de mayor cabida que hasta entonces se conocía: 1.041 arrobas, construida por un oficial de la casa en 1889 y que debido a su extraordinario tamaño no pudo cocerse (El Liberal, 4 de junio, 1899). Este mismo oficial, había construido unos años antes otras dos piezas de gran tamaño (de 714 y 695 arrobas de cabida) que su patrón regaló a los marqueses de La Laguna y que fueron a parar a las magníficas bodegas de su Cortijo de “San Isidro”. |