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La excursión se puede iniciar visitando, en primer lugar, el
pueblo de Patones de Arriba, así como el Centro de Iniciativas Turísticas, Educativas,
Culturales y de Ocio (CITECO), sito en el edificio de la antigua iglesia de
Patones de Arriba. Entre sus gruesos muros de piedra el visitante realizará
un interesante recorrido por el tiempo, a través de varias exposiciones de fotografías,
desde la vida de los primeros pobladores de Patones hasta la formación de Patones
de Abajo; algunas de estas fotografías están dedicadas a las obras del Canal
de Isabel II para la conducción de aguas a Madrid (Presa del Pontón de la Oliva
y Embalse del Atazar). Finalmente, existen una serie de paneles que nos darán
a conocer el gran valor arqueológico y palentológico e histórico de algunos
lugares cercanos, como la Cueva del Reguerillo, el innovador sistema de regadíos
del Canal de Cabarrús o la leyenda del Rey de Patones. También existe una gran
maqueta del Valle Medio del río Jarama y una serie de paneles con fotografías
que muestran cómo es el entorno geográfico y el medio natural de la comarca.
La visita se completa con la subida al mirador de la torre, desde donde se contempla
una excelente vista del pueblo y su entorno.
Tomillo
Tomillo
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Una vez visitado el pueblo de Patones
de Arriba deberemos alcanzar un camino que pasa entre las eras del
pueblo, y al que se accede desde la plaza de la iglesia por una
calle con fuerte pendiente. A medida que abandonamos el pueblo,
podemos observar todavía algunas de las ruinas de las casas que
quedan. El camino discurre por sustratos de tipo pizarroso, donde
también está asentado el pueblo, de ahí la fisonomía de sus casas,
aunque en la ladera a la derecha del camino podemos observar el
cambio de sustrato a las calizas, que se refleja en la flora y la
vegetación, siendo fácilmente detectable la aliaga (Genista scorpius)
con sus típicas flores amarillas de forma amariposada o algún tomillo
basófilo (Thymus vulgaris); en la parte izquierda del camino abundan
las jaras pringosas (Cistus ladanifer), que nunca rebasarán la frontera
impuesta por las pizarras. Poco tiempo después alcanzamos el collado,
desde donde descenderemos por una ladera de fuerte pendiente hasta
un arroyo, por un sendero estrecho. En el arroyo se pueden encontrar
algunos restos de vegetación riparia con pequeños fresnos (Fraxinus
angustifolia) y sauces (Salix salvifolia). Pasado el mismo, y superando
un pequeño repecho, nos encontraremos con la pista del Canal, camino
ancho, asfaltado y cómodo de andar; dejamos el Cerro de la Cabeza
a nuestra izquierda. Este primer tramo de acceso al camino del Canal,
desde Patones, puede ser incómodo de hacer en bicicleta por lo estrecho
del camino. Por ello, quizás sea mejor descender por la carretera
que une los dos pueblos de Patones hasta cruzarnos con la pista,
unos 300 m carretera abajo, junto a un puente por donde discurre
la tubería del Canal (itinerario 1). |
Durante el recorrido por la pista del Canal, de unos 8 km.,
con algunas subidas y bajadas, podemos recreamos en la flora y la vegetación
de estos territorios. Los sustratos son ricos en bases y eso hace que nos encontremos
una de las floras más ricas de la Comunidad de Madrid. Son muy abundantes las
labiadas, plantas que contienen numerosos aceites esenciales acumulados en glándulas
o pelos glandulares repartidos por toda la planta, o sumidad florida, que son
utilizados en medicina popular y en cosmética. También abundan algunas especies
de tomillos (Thymus vulgaris, T. zygis), espliego (Lavandula latifolia), salvia
(Salvia lavandulifolia), rabo de gato (Sideritis hirsuta), romero (Rosmarinus
officinalis), así como otras labiadas olorosas, como Teucrium capitatum, T gnaphalodes,
etc. Asimismo, existen otros arbustos olorosos, como el jazmín silvestre (Jasminum
fruticans), y otros inodoros, como la jara álbida (Cistus albidus) o la romerina
(C. clusii), cuyas hojas, parecidas a las del romero -de ahí el nombre vulgar-,
pueden llevar a confusión cuando las flores no están presentes. Entre las gramíneas
destaca la atocha o esparto (Stipa tenacissima), escasa en estas laderas casi
desprovistas de vegetación arbórea. También hay linos (Linum suffruticosum subsp.
differens, L. narbonense) y pequeñas jarillas como Helianthemum asperum o Helianthemum
cinereum. También podemos apreciar, en las fisuras de las rocas, algunas de
las especies que podremos ver más tarde en el Pontón de la Oliva, como Cheilanthes
acrostica, el te de roca (Jasonia glutinosa), el peine de Venus (Adiantum capillis-veneris),
Phagnalon rupestre o urticáceas nitrófilas como Parietaria judaica.
Cheilanthes acrostica
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Peine de Venus |
Jara álbida
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Finalmente, podemos encontrar restos testimoniales de la vegetación
primitiva de estos territorios, como encinas (Quercus rotundifolia) o coscojas
(Q. coccifera) y alguna rosa o escaramujos (Rosa micrantha) o incluso majuelos
(Crataegus monogyna). Respecto a la vegetación, son interesantes -y muy extensos
a lo largo del camino-, los romerales con romerina o los salviares, todos ellos
integrados por las plantas ya mencionadas. En cuanto a los bosques, están reducidos
a pequeñas manchas de chaparral, nombre que toma la encina cuando su porte es
arbustivo. En estas manchas podemos encontrar algunas plantas nemorales, típicas
de los encinares como la peregrina (Rubia peregrina), esparragueras (Asparagus
acutifolius), madreselvas (Lonicera implexa) y algún cárice (Carex hallerana).
Son interesantes, tanto en estas áreas como en todos los territorios manchegos
calizos, los espartales o atochares, comunidades bien desarrolladas de Stipa
tenacissima, una gramínea amacollada de gran porte (puede llegar a medir 2 m)
que ha sido utilizada para la obtención del esparto. En los bordes del camino,
donde el asfalto está suelto, aparece una asterácea anual que coloniza lugares
arenosos con aportes de nitrógeno, Andryala ragusina, de flores amarillas y
tallos plateados de tacto aterciopelado.
Coscoja
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Majuelo
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El territorio ha sido utilizado extensivamente con fines agrícolas,
sobre todo en los fondos de valle que podremos divisar desde el camino,
donde los cultivos de cereales y hortalizas están muy extendidos. Entre
los cultivos arbóreos, los más comunes son los de almendros (Prunus amygdalus),
cuyas flores podemos admirar a comienzos de la primavera y sus frutos drupáceos
(las almendras) algo más tarde; también aparecen olivares (Olea europaea).
Ambos pueden ser apreciados a la entrada del pueblo de Patones de Arriba,
en zonas de ladera y aprovechando los sustratos básicos de las mismas. |
Rama de olivo
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Llegando a la Presa del Pontón de la Oliva, podremos observar
los grandes farallones calizos cretácicos, que sirvieron como paredes de la
misma. En las fisuras de estas calizas duras vamos a encontrar interesantes
plantas; auténticos especialistas, como Sarcocapnos enneaphylla o un gran número
de helechos, como el peine de Venus (Adiantum capillus-veneris), Ceterach officinarum,
Asplenium petrarchae, A. ruta-muraria y otras angiospermas adaptadas a estos
biótopos, como Chaenorrhinum segoviense o el te de roca (Jasonia glutinosa).
En las zonas más nitrificadas aparecen otros táxones, como Parietaria judaica.
En los laterales del muro de la presa podemos observar plantas de porte arbóreo
como es el caso de la higuera (Ficus carica) o el fresno (Fraxinus angustifolia).
Es este un sitio muy apreciado por los escaladores, a los que siempre podremos
encontrar disfrutando de este deporte en las paredes de la presa. Allí podremos
comer y pasar un rato agradable contemplado el paisaje en la parte de atrás
del muro de la misma, ya que hoy día no está en uso. Al fondo vuelven a aparecer
los sustratos pizarrosos y los jarales de jara pringosa (Cistus ladanifer).
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Presa del Pontón de la Oliva
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La conformación geológica de esta área es muy interesante,
con zonas homogéneas de gran singularidad y diversidad. La Cueva del Reguerillo,
declarada Monumento Histórico-Artístico en 1944, se encuentra emplazada
en pleno Monte de la Dehesa de la Oliva, penetrando en ella por una boca
abierta en lo alto de los farallones calizos que enlazan con la presa
del Pontón de la Oliva. Posee gran interés y considerable desarrollo,
pudiéndose contemplar en ella muy variadas formaciones de estalactitas
y estalagmitas. Otras cuevas de interés son la de la Escarihuela y la
del Aire, cercanas a la del Reguerillo.
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Cueva del Reguerillo |
Después, podremos iniciar la vuelta por el mismo camino o por
la carretera, según si estamos cansados de andar por el camino. Una vez en Patones
y con el fin de contemplar con más detalle el paisaje de pizarras, es conveniente
orientarse por algunos de los caminos que salen del pueblo, en dirección norte
y que llevan al Arroyo de Patones (itinerario 2). Aquí, la flora y la vegetación
cambian por completo, ya que los sustratos pizarrosos son muy pobres en bases;
esto lo podremos comprobar no solo por el cambio en la flora, también por el
empobrecimiento de la misma. Así, podremos contemplar extensos jarales de jara
pringosa (Cistus ladanifer) que también tienen algunas labiadas olorosas como
cantuesos (Lavandula pedunculata), algún tomillo (Thymus mastichina) y pequeñas
jarillas (Halimium umbellatum subsp. viscosum). También encontraremos algún
resto de encinar de Quercus rotundifolia, con un estrato herbáceo parecido al
del camino del Canal aunque no igual, en el que no están presentes algunas especies,
como Carex hallerana o la propia coscoja.
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Diseño realizado a partir del Mapa Topográfico
Nacional de España (escala 1:25.000). Instituto Geográfico Nacional
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Para saber más
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