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Los jardines anexos al Palacio del Buen Retiro fueron, ante todo, un lugar de descanso; a su primigenio uso como lugar de retiro espiritual se uniría pronto el de esparcimiento festivo. El Palacio fue utilizado como residencia real mientras se efectuaban las obras del nuevo Alcázar madrileño, tras el destructivo incendio de 1734. Este carácter híbrido, de espacio para la reflexión espiritual y la diversión cortesana, se resuelve en las propias construcciones del parque: un buen número de ermitas, pero también un teatro, el mandado levantar por Felipe V para disfrute de la ópera italiana, en especial de la de su protegido Farinelli, capaz de animarle en sus frecuentes depresiones. El jardín fue dotado de su balaustrada de hierro por Carlos III, quien también permitió la entrada del público, siempre que se respetasen unas normas de indumentaria y comportamiento cívico; durante su reinado se construyó, sobre la ermita de San Antonio de los Portugueses, una fábrica de porcelana, activa desde 1760 y destruida en 1812 por las tropas inglesas. Un triste epílogo de lo que había sido la destrucción de ermitas y palacios por las tropas napoleónicas, al instalar el general Murat su cuartel general en el Palacio del Buen Retiro.
En 1815, con la llegada de Fernando VII, comienza la lenta reestructuración del parque; no se levantaron las viejas edificaciones, pero sí se construyeron algunas nuevas: una casa de fieras, una montaña artificial la "montaña de los gatos"- destinada a cubrir una vieja noria, y algunas pequeñas casas de reposo, de las que sólo se conserva la "del pescador". Serían los ministros de Isabel II los encargados de dotar de nuevo arbolado a estos jardines, de remodelar sus cañerías, de abrir nuevos caminos y de instalar algunas estatuas las sobrantes de la fachada del Palacio Real-. En 1865 la Reina vendió al Estado una franja occidental de esta posesión, prácticamente un tercio; se abrió entonces la calle de Alfonso XII, límite del nuevo Retiro, como antes lo había sido el Paseo del Prado. En noviembre de 1868 el Buen Retiro deja de ser propiedad de la Corona para pasar a manos del Ayuntamiento de Madrid; en 1874, se construyó un paseo de coches, sobre el cauce del antiguo Río Grande. Entre 1905 y 1918 el jardín quedó definitivamente aislado del Paseo del Prado con la construcción de un conjunto de edificios, entre ellos el Palacio de Correos y Telecomunicaciones. Desde los años setenta se asiste a un cambio en la estructura paisajista de estos jardines, con espacios más amplios, menos arbolados, que invita más a la contemplación y al paseo. Hoy este parque ocupa una superficie aproximada de 118 hectáreas.
El camino nos conduce a la fuente de los galápagos, diseñada por José de Mariategui, en 1832, con motivo del nacimiento de Isabel II; el agua la vierten cuatro figuras de bronce: dos galápagos y dos ranas éstas piezas anteriores a la construcción de la fuente, quizás las primeras fundidas en Madrid, obra de Sánchez Pescador-; la fuente se situó en su actual emplazamiento en 1879. A su izquierda queda un templete de música, bordeado de pinos carrascos (Pinus halepensis Miller), plátanos de paseo (Platanus hispanica Miller) y tilos (Tilia platyphyllos Scop.). En las cercanías de la fuente de los galápagos se hacen visibles algunos pies de arces (Acer campestre L.).
Hacia la calle de Alfonso XII, desde donde puede accederse por la puerta de Felipe IV, se encuentra una zona especialmente delimitada, conocida como "el parterre", un jardín geométrico, con setos bajos, entre los que se encuentran algunas cupresáceas enanas. El espacio, inicialmente conformado como un bosque ochavado, fue convertido en jardín "a la francesa", con marcado diseño geométrico, por deseo de Felipe V; muy dañado por las tropas francesas, sólo permanece de su antigua plantación un ciprés calvo (Taxodium mucronatum Ten.), de origen americano, el más viejo de los árboles de El Retiro, ramificado en forma de candelabro, que se sitúa a la izquierda de la entrada; la estructura actual del "parterre" data de tiempos de Isabel II. La puerta fue inicialmente construida como entrada para Mariana de Austria, esposa de Carlos II; luego pasó a ocupar este lugar. Como en otros espacios de El Retiro, aquí se acomodan un par de las estatuas construidas para el Palacio Real las de Sancho IV y Enrique II- junto a algunos monumentos, entre ellos los dedicados a los Jacinto Benavente (padre e hijo) y al doctor Pulido. La vegetación queda conformada por acacias de tres puntas y un muro de cipreses
La mayor acumulación de las estatuas destinadas al Palacio se presenta en el paseo que comunica la Puerta de España con el estanque. Esta puerta, la principal del parque, es obra de José Urioste; se sitúa en la calle de Alfonso XII y porta la fecha en que el parque pasó a ser propiedad del pueblo de Madrid. Los árboles que ladean este camino son conocidos como cedros de Oregón o cedros de Lawson (Chamaecyparis lawsoniana (A. Murray) Parl.)
En el lado opuesto de El Retiro se encuentra la antigua casa de fieras, hoy ajardinada y convertida en paso hacia los jardines de Cecilio Rodríguez, quien fuera jardinero jefe de estas instalaciones y cuyo busto fue levantado en 1949; estos jardines son el espacio más cuidado de todo El Retiro, ricos en fuentecillas y canales donde flotan nenúfares y se pavonean patos y pavos; el arbolado lo componen setos de boj, laureles (Laurus nobilis L.) y moreras (Morus alba L.), con las que alternan algunos pies de madroños (Arbutus unedo L.) y de ginko (Ginkgo biloba L.). La lista de fuentes y monumentos ubicados hoy en este parque madrileño es bastante extensa; de los cinceles de Mariano Benlliure salieron los bronces con que se recuerda al general Martínez Campos; Victorio Macho dio forma a los monumentos dedicados a Santiago Ramón y Cajal y a Benito Pérez Galdos; Lorenzo Coallunt Vera esculpió a Ramón de Campoamor y algunos de los personajes de sus obras; A. del Rosal realizó el bronce en el que se recuerda al pintor Romero de Torres, José Ortells diseñó el busto de Tolosa Latour, P. Estany representó al músico Churruca; Julio Antonio representó a Ruperto Chapí; Miguel Blay realizó el monumento al doctor Cortezo y, junto a Benlliure, Juan Cristóbal y Francisco Asorey diseñaron la fuente dedicada a la República de Cuba. La lista es aún más extensa, pero si hubiera que seleccionar sólo una de las muchas piezas de arte que guardan estos jardines habría que señalar el monumento al ángel caído, obra de Ricardo Bellver, instalada en 1880, bajo la dirección técnica de J. Urioste: ocho cabezas de dragones de bronce rodean a una figura enroscada en una serpiente; la obra, premiada en la Exposición Internacional de París celebrada en 1878, es quizás- la única escultura pública dedicada al demonio.
Mas para conocer el Retiro nada mejor que pasearlo, con la tranquilidad que en él se respira, y admirar sus obras de arte, las de creación humana y las propias de la naturaleza.
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