Ciencia y Cultura


 Lucrecio
(Roma)

LA NATURALEZA DE LAS COSAS

Estructura del átomo: las partes mínimas
Luego además, puesto que hay una punta última de cada
uno de aquellos cuerpos que ya no pueden ver nuestros sentidos, ésta sin duda existe sin partes, consta de la mínima materia
y nunca ha existido aparte por sí ni podrá existir separada
en el futuro, puesto que ella misma es parte primera
y unitaria de otra cosa; después completan la naturaleza del cuerpo sucesivamente en apretada formación otras y otras partes semejantes que, puesto que no pueden existir por sí mismas,
es necesario que estén adheridas allí de donde de ningún modo puedan ser arrancadas.

Así pues, son de una sólida simplicidad los elementos primeros,
que tienen cohesión en sus mínimas partes estrechamente apretados, no constituidos por la aglomeración de aquéllas,
sino más bien poderosos por su eterna simplicidad,
de donde la naturaleza no permite ya que nada se arranque ni se disminuya, reservándolos como semillas para las cosas.

Además, si no existe un mínimo, cada uno de los cuerpos
más pequeños constará de infinitas partes, porque en verdad
la parte de una mitad tendrá siempre su mitad y ninguna cosa fijará el límite. Por tanto, ¿qué diferencia habrá entre la totalidad
de las cosas y la más pequeña de ellas? En absoluto será posible que exista alguna; pues aunque todo el conjunto sea enteramente infinito, sin embargo las cosas que haya más pequeñas
constarán igualmente de infinitas partes. Puesto que la razón verdadera clama contra esto y niega que la mente pueda admitirlo, es necesario que vencido reconozcas que hay cuerpos que ya no están provistos de parte alguna y que constan de la mínima materia. Dado que éstos existen, debes tú también admitir que ellos son sólidos y eternos.

En fin, si la naturaleza creadora de los seres tuviese por costumbre forzar a todas las cosas a disolverse en sus partes mínimas,
ya ella misma no podría renovar nada a partir de aquéllas,
porque las cosas que no están compuestas de ninguna parte,
no pueden tener lo que debe tener una materia engendradora: variedad de conexiones, pesos, golpes, choques, movimientos, mediante lo que se producen todas las cosas.

Histórico de poesías