I SI ME encontré en estas regiones reconcentradas y calcáreas, fue por equivocaciones de padre y madre en mi planeta: me aburrieron tanto los unos como los otros inclementes: dejé plantados a los puros, desencadené cierta locura y seguí haciendo regalos a los hostiles.
II Llegué porque me invitaron a una estrella recién abierta: ya Leonov me había dicho que cruzaríamos colores de azufre inmenso y amaranto, fuego furioso de turquesa, zonas insólitas de plata como espejos efervescentes y cuando ya me quedé solo sobre la calvicie del cielo en esta zona parecida a la extensión de Antofagasta, a la soledad de Atacama, a las alturas de Mongolia, me desnudé para vivir en el calor del mundo virgen, del mundo viej o de una estrella que agonizaba o que nacía.
III No me hacía falta la ropa sino el lenguaje, recogí una suavísima, metálica flor, una rosa cuyo rocío cayó perforando el suelo como un torrente de mercurio y por ese cauce escuché de gruta en gruta el rocío bajar las escalinatas de cristal dormido y gastado. Gastado por quién? Por los sueños? Por la vida con apellido? Por animales o personas, elefantes o analfabetos? y de pronto me sorprendí buscando otra vez con tristeza la identidad, la historia, el cuento éle los que dejé en la tierra.
IV Tal vez aquí en estas arrugas, bajo tostas costras esteparias, bajo el volcánico estandarte de las cenizas celestiales existió o existe la envidia que me mordió por los caminos terrestres, como un caimán de cuarenta colas podridas? Aquí también prosperará el caníbal parasitario, el cínico, el frívolo dicharachista sostenido por sus cosméticos?
(Cuando ya la memoria de lo que fui se borre con la repetición de la ola en la arena, y no recuerde nadie lo que hice o no hice quIero que me perdonen de antemano, no tuve tiempo nunca de hacer o no hacer nada: porque la vida entera me la pasé pidiendo, para que los demás alguna vez pudieran vivir tranquilos.)
V Pero encontré sólo los huesos del silencio carbonizado: buscando bajé las estratas de mortífera astrología: iguanas muertas tal vez eran los vestigios del polvo, edades que se trituraron y quedaba solo el fulgor y era toda la estrella aquella como una antigua mariposa de ancestrales alas que apenas tocadas se desvanecían apareciendo entonces un agujero de metal, una cueva en cuyo pasado brillaban las piedras del frío.
VI Me perdí por las galerías del sol tal vez derribado o en la luna sin corazón con sus espejos carcomidos y como en la seguridad de mi país inseguro aquí el miedo me manejaba los pies en el descubrimiento.
Pero no hallé cómo alabar el alabastro que corría derretido, por las gargantas de piedra pómez astringente, y cómo, con quién hablar del tesoro negro que huía con el río del azabache por las calles cicatrizadas?
VII Poco a poco el silencio me hizo un Robinson asustadizo sin ropa .pero sin hambre, sin sed porque por los poros a luz mineral nutría y humedecía, pero poco a poco el planeta me descolgó de mi lengua, y erre sm IdIoma, oscuro, por las arenas del silencio.
Oh soledad espacial del silencio! Se deshace el, ruido del corazón y cuando sobresaltado oí un. silencio debajo o de otro silencio mayor: me fuíadelgazando hasta ser sólo silencio en aquel barrio del
donde caí y fui enterrado por un cauce silencioso, por un gran no de esmeraldas que no sabían cantar. |
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