Piensa en un árbol de baobab, gigante rico en ramas, y puéblalo en la imaginación con miles de diminutos monos; imagínate cómo trepan, se balancean, cómo se agarran entre sí, colgándose de rama en rama; hasta que se dejan caer, toman el viento, se juntan, están absortos - ¡piénsalo, oh pobre pensador!
Después saltan de nuevo, rabiando veloces, pululando eléctricos, vacilan y se precipitan; o están allí sentados, simplemente así, flojos y se rascan soñadores, hasta el próximo ataque. - ¡Ay del que quiera describir todo eso!
Ríe, horrorízate, maravíllate, pero deja, antes de volverte loco, de reflexionar sobre la reflexión. |
|