A su vez, cuerpos son por un lado los elementos primordiales de las cosas, por otro los que están formados por la unión de esos principios. Pero a los que son elementos primordiales de las cosas ninguna fuerza puede destruirlos; pues al final terminan ellos venciendo por la solidez de su cuerpo. Sin embargo parece que es difícil creer que entre las cosas pueda encontrarse algo con cuerpo sólido. Pues el rayo del cielo pasa a través de los muros de las casas, así como el griterío y las voces; el hierro encandece en el fuego y las piedras se escinden por el fogoso vapor ardiente; de un lado, la rigidez del oro se funde quebrantada por el calor, de otro, el hielo del bronce se derrite vencido por la llama; el calor y el frío penetrante se propagan por la plata, puesto que, cuando sostenemos en nuestra mano copas según la costumbre, sentimos una y otra cosa al haberse vertido en ellas desde arriba el límpido licor. Hasta tal punto parece que no existe nada de sólido en la realidad. Pero sin embargo, porque la razón verdadera y la naturaleza de las cosas nos empuja, atiende, mientras en pocos versos te explico que existen cuerpos que están dotados de materia sólida y eterna, de los que muestro que son las semillas de las cosas y sus elementos primeros, de donde está formada ahora toda la totalidad de cosas creada.
En primer lugar, ya que se ha hallado que es doble y muy distinta la naturaleza de los dos elementos, la materia y el espacio en el que se produce cada cosa, es necesario que uno y otro existan por sí y sean puros en sí. Pues por dondequiera que está libre el espacio que llamamos vacío, allí no hay materia; a su vez, por dondequiera que se mantiene la materia, allí de ningún modo hay espacio vacío. Así pues, los cuerpos primeros son sólidos y sin vacío. |
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