Ahora te hablaré de los fuegos de las constelaciones que brillan por doquier con un orden fijo; y en primer lugar cantaré los que oblicuamente ciñen la parte central del universo, acogiendo al sol alternativamente por un período de tiempo, cantaré también otros astros que luchan con el cielo que gira en dirección opuesta: todos ellos podrías contarlos en un cielo despejado, y gracias a ellos se puede conocer todo el plan del destino, de forma que lo más importante del universo es lo que ocupa su parte más alta.
En primer lugar Aries, resplandeciente por su vellón de oro, observa con admiración la salida de Tauro por detrás, que con el rostro y la frente bajos llama a Gémini; a éstos sigue Cáncer, a Cáncer Leo y a Leo Virgo. Igualada la duración del día y de la noche, Libra atrae a Escorpio, resplandeciente gracias a su ardoroso astro, hacia cuya cola el que tiene mezcla de caballo, con el arco tenso, dirige una veloz flecha dispuesto ya a lanzarla. A continuación viene Capricornio, curvado en su estrecho espacio sideral. Tras él Acuario derrama el agua de la urna inclinada, mientras los peces se meten con ansias en el líquido al que están acostumbrados; Aries toca a Pisces, que ponen fin a las últimas constelaciones.
Ahora bien, por donde el cielo se levanta hacia las brillantes Osas, que desde lo más alto del universo contemplan todos los astros, sin conocer el ocaso y cambiando en el vértice su posición a la dirección opuesta, al tiempo que hacen girar el cielo y los astros, un imperceptible eje desciende a través del helado aire y gobierna el universo equilibrado gracias a sus polos opuestos. En torno a este eje central gira la esfera estrellada, que hace rodar las órbitas etéreas, pero él, inmutable, a través del vacío del gran universo y a través incluso del globo terrestre se mantiene fijo en dirección a las dos Osas. Pero este eje no se mantiene por la robusta solidez de su cuerpo ni tiene un peso grande, capaz de soportar la carga del elevado éter, sino que, como toda la masa aérea gira siempre en círculo volando por doquier sobre sí misma hacia donde una vez empezó, lo que está en el centro y en torno a lo cual todo se mueve es tan ligero, que no puede girar sobre sí mismo ni doblarse ni tomar la forma circular: o llamaron «eje» porque él mismo no tiene ningún movimiento, pero ve que todo se mueve giran do a su alrededor. |
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