Materia traspasada por un haz de infinitas transparencias. Bulle la vida, densa, en sus adentros y mundos y sistemas se congregan en torno de su corazón rugiente. No hay más extenso campo de batalla que el interior de un átomo.
Como una pesadumbre, como el final primero, domina la materia sus estados impenetrables, mientras en sus baluartes se hace fuerte la duda del origen. Su núcleo mineral golpea como una aldaba en el vacío.
La materia no cuenta sus edades. Su silenciosa y cálida dureza forma parte de nuestro desconcierto. |
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