A veces si miro de noche al cielo y observo la luna y las estrellas creo que lo he comprendido todo en un instante de golpe y por puro azar, sin saber muy bien por qué.
Me pregunto qué tipo de nervios recorren los planetas y trasladan la electricidad de punto en punto, uniéndolo todo como un laberinto que acaba aquí.
Lo sé y no lo sé al mismo tiempo. Pero casi lo invento. Adivino el límite total de todo en el borde del firmamento, las aristas que todo lo sostienen, las intersecciones y nudos que matemáticamente estructuran la realidad.
Me pregunto cómo yo pequeño animal instantáneo, accidente accidental de una siesta compartida, fui presentado al cromosoma Filadelfia a las Pléyades y a Plutón.
Me pregunto por qué he podido escuchar a Beethoven, a los pájaros cantores de tantas alamedas, y sobre todo a ti, oculta en lo profundo de lo más profundo, sujeta a lo verde, silenciosamente junto a mí.
A veces si miro de noche al cielo me siento milimétrico y exactamente nocturno como una ecuación llena de constantes inconstantes e incógnitas sin solución que se fueran resolviendo simultáneamente bajo las estrellas en un instante
de golpe y por puro azar. |
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