Que la luz es una brizna a la deriva en un erial eterno de tinieblas;
que la densidad del vacío rivaliza con la terca oquedad del mundo:
que el contenido del silencio sobrepasa a la sonoridad del mayor ruido:
y que la vida se queda en capítulo de los anales de la inercia,
es cierto. Pero esta noche, tú y yo, aquí y ahora, hambrientos y desnudos, plenos en la fugacidad y soberanos de nuestras respectivas porciones de fatalidad, sabios, ilusos y humanamente absurdos, por siempre y de pasada, sujetos a una trama pero libres, rebeldes que ignoran su obediencia, tú y yo -decía-, aquí y ahora, en esta cama (que dicho sea de paso es todas ellas), una vez más nos disponemos a confirmar la regla. |
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