Aquí no hay ruda, nada de maticas. Si acaso ciclamores empinados al rosa, raptados por el sol en las aceras solas, y encinas:
situación de silencio vegetal porque nada me dicen o, en su lengua muerta para mí, estos ariscos rangos no sé qué de nosocomio afirman, reiterados y prúsicos. Pero ni una ramita de ruda, repito. Tampoco aromos.
Acaso a duras penas el romero, paramento fragante, resiste en los jardines, me asiste con su olor a pan de Venecia, a tren rápido pero rueda detenida en la memoria para siempre, como dicha que no es filosa arista.
Pero ni una matica de ruda. |
|