¿Quien dijo que, reptante empieza la palabra bajo los torbellinos de la luz sangrienta, desde esta sombra nunca podríamos cantar?
Alguien miró sin fin desde la muerte. Aún puedes ver aquel ojo en lo oscuro.
Y cómo, preguntaron, cómo escribir después de Auschwitz.
y después de Auschwitz y después de Hiroshima, cómo no escribir.
¿No habría que escribir precisamente después de Auschwitz o después de Hiroshima, si ya fuésemos, dioses de un tiempo roto, en el después para que al fin se torne en nunca y nadie pueda hacer morir aún más los muertos?
y cómo no escribir con el dedo en el humo, igual que entraña de un ave inescrutable. Augures leen la muerte palpitante de la noche misma. Aquí yace la noche. Alguien yace aquí cuyo nombre fuera escrito en el humo.
La Historia, trapos, sumergidas banderas, barras rotas, anegadas estrellas bajo la deyección.
Alguien tenía que morir sin término. ¿Qué víctima?
¿y por qué fue ésta y quién los eligió no queriendo saber que el acto de elegirlos era aún más obsceno que la muerte? ¿Por qué nosotros?, dicen simplemente los muertos.
Aún. ¿Quién llora que no puede llorar desde los cuenco s secos?
Cuerpo sombrío de la luz que el fuego había devorado.
Como luz caíste sobre las fuentes del amanecer. Las devoraste como sombra.
Izaron una torre en el desierto, la operación TR llamada así for Trinity after a fancy of Oppies's,
Y luego lo ensayaron para ver cómo resplandecía en su entraña la muerte.
Y luego We are all now sons of a bitch, lo ensayaron en un lugar llamado by Spanish wayfarers la Jornada del Muerto, para que al fin los nombres y las cosas ya no se desmintieran.
La luz se descompuso del blanco al amarillo anaranjado y ardió el aire y una rígida costra cubrió la tierra seca con ácidos cristales de color verde jade.
Babies satisfactorily born, dijo cegado por su propia grandeza el grande Oppius.
Cuerpo sombrío de la luz. Ceniza. Cubiertos de ceniza bebimos la ceniza hasta las heces y la consumación.
Enola Gay. Las violentas alas de un pájaro sangriento cubrieron la mañana para siempre. Nuestras entrañas son de muerte.
La explosión, su silencio, su absoluto silencio, la explosión del silencio, la explosión de lo blanco en el silencio, sus infinitas placas de interminable luz.
Primero el fuego desagregó los seres. Después el viento, como dios enemigo en la esfera del fuego, arrancó de raíz cuanto no había ardido.
Después el agua,
después la lluvia, después el agua espesa de polvo y de cenizas.
Caía inmenso un cuerpo celeste calcinado desde el centro del aire y para siempre sobre la destrucción.
¿Quién llora aún? Llamaba desde el fondo de la piedra arrasada la muerte, desde el fondo sediento de las aguas la muerte, desde el fondo anegado de las voces la muerte, desde el fondo sin fondo de la muerte la muerte, blanca como el cuerpo infinito de una niña extendida desde el orto al ocaso.
Abrieron los cuchillos la entraña de los pájaros profetizando hacia el pasado ciegos.
Barría el humo las palabras perdidas: sangre, abominación, especie, noche.
Ven ahora, la muerte, cúbrenos con tu respiración y tu silencio para que no sigamos muriendo más como muertos sin término.
Dijiste, y una voz te llegó desde la sombra. No la pudiste oír. y aún llegó otra voz desde la sombra.
No la pudiste oír. Y la tercera voz llegó desde la muerte:
-Vive.
Lenta, pronunciada, la voz, la muerte quiso en ella vivir, vivirse, negar la bastardía de esta muerte.
Y ahora que incesante tanta memoria baja en la ceniza, cúbrete tú de su ceniza, de la que tú naciste.
¿Nacer de qué? ¿Morir de tanta muerte? Nocturno viene el día contra las abiertas entrañas de la noche.
Despertar.
¿A qué? Morir. ¿A qué? ¿Nacer al reino de la calcinación? Cuerpo del hombre más alto que los cielos ¿qué hiciste de ti mismo? |
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