Aquel abedul, tachonado de sol. No te muevas. Mira las variaciones: el verde del verde, lo mate de lo brillante, la hoja en el limbo más oscura arriba que abajo. Nada se repite. Cada nervio se derrama como sobre la piel la brisa. Todo esto vacila, se alza, inalterado casi, pero no del todo.
Esto balancea, baila, rueda: «CONJUNTOS patológicos», funciones sin derivada, órbitas fluctuantes en un espacio de fases.
Al viento doblegan, que las dobla, las hojas, lo tuercen en fantasmales remolinos que tú no ves. Deja calcular tu débil cerebro hasta que tiemble, vibre, se vuelque ante el remolino de los fenómenos capitule y de nuevo como el abedul ante tus ojos se alce, inalterado casi, pero no del todo. |
|