De la Naturaleza viene la emoción; y los estados De quietud son igualmente don suyo: Ésta es su gloria; estos dos aspectos Son los cuernos que, mellizos, constituyen su fuerza. De ahí que el Genio, que prospera con el cambio De la paz y excitación, en ella encuentre Su mejor amiga y la más pura; de ella toma Esa energía con la que busca la verdad, De ella esa calma venturosa de la mente Que lo inclina a recibirla aun sin buscarla.
Los más humildes intelectos participan De este don, cada uno a su medida; Me incumbe a mí decir qué sé yo de todo esto: iFácil cometido!, pues fluyen prontas las palabras Que la gratitud inspira y la confianza en la verdad. Largo tiempo en busca de saber troté El campo de la vida humana, ignorante en mente Y corazón; mas la aurora que empieza ahora A renacer me dice que no en vano Aprendí a reverenciar aquel Poder Que es la forma y cualidad visible Y la imagen misma de la auténtica razón; Que madura sus procesos por fiables leyes; No da vida a esperanzas impacientes o falaces, Ni al calor de la pasión ni al celo extremo, Ni a vanos artificios; no incita a los quiebros repentinos De un intelecto que se loa a sí mismo, Mas adiestra en la bondad y exalta por la fe humilde; Sostiene, ante esa mente que intoxican Los objetos del momento y la danza acalorada De las cosas transitorias, un concierto temperado De objetos que perduran, y que de esta forma La disponen, cuando está lanzada A deshacerse de agobios que la oprimen, A buscar en la humana sociedad y el individuo, Lo que haya de bueno y deseable, permanente Como ella, constante en la forma Y la función o, por cabal vicisitud, Ligado al ciclo de vida y muerte. Sobre todo, Ahora recobré aquellos pensamientos perceptivos Que, viendo poco de valía o de sublime En eso que la pluma historiadora tanto se complace En pregonar -poder y energía separados Del propósito moral-, temprano me enseñaron A mirar con sentimientos de amor fraterno A las cosas simples que, en este mundo bello, Existen silenciosamente humildes. |
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