Si los muchachos traviesos de aguda fiebre están presos y no pueden defecar, si no duermen y se aterran, si sus ojos nunca cierran para dejar de llorar, si el color del cuerpo todo mudan también de tal modo que unas veces cual carmín se presenta enrojecido, y otras de verde teñido, y otras es lívido en fin: una convulsión impía debe temerse a fe mía, sobre todo si la edad no han cumplido de siete años, porque están aquestos daños más expuestos en verdad.
Conclusión
Y así, si acertadamente queréis saber si el paciente ha de morir o sanar, si la enfermedad amarga ha de ser muy corta o larga, aprended a comparar todas aquellas señales que en cada cual de los males os acabo de explicar, y observad con juicio astuto, la orina, el pus, el esputo, y la bilis a la par. |
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