Ciencia y Cultura


LA SALUD DE LOS SERES

 

Stultifera navis. La locura, el poder y la ciudad. Comelles, Josep M.  Editorial Milenio. Lleida, 2006.


Un polémico estudio sobre patología social


 
 

Este libro tiene uno de sus orígenes en una oposición a cátedra de Antropología Social; no es, sin duda, menos sorprendente como texto de lo que debió de ser como ejercicio ante un tribunal. Traza, en principio, la historia del Hospital de la Santa Creu de Barcelona; pero es una singular historia del manicomio. Primero por el enfoque, un intento de reunir una metodología y un abordaje conceptual tanto histórico como antropológico-social. Pero singular también por la manera en que se revela implicado en la obra su autor. Stultifera navis es además de la historia de una institución, la narración con tintes elegíacos de un Yo.

Como aproximación antropológico-social e histórica, el trabajo nos ofrece un pormenorizado repaso de la constitución del hospital en centro médico, y su posterior cuestionamiento y desaparición. Resulta ser un ajustado estudio de caso del proceso de medicalización, en la línea de las obras de Foucault y Castel, aunque con esporádicas pero significativas matizaciones y, desde luego, sin mimetismos; un estudio que advierte constantemente las diferencias históricas entre las realidades estudiadas por aquéllos y lo que se analiza en este caso. Justamente, uno de los valores del trabajo es el interés por ir más allá del marco institucional en el análisis, y contextualizar las dimensiones locales del hospital en los ámbitos globales, fundamentalmente la historia de la ciudad y del país. Lo que superficialmente podría verse como expresión de la particular batalla de la psiquiatría por configurarse como disciplina, delimitar su campo y legitimar un mercado, se enfoca más bien como un complejo proceso condicionado por conflictos de intereses económicos, sociales y políticos de diverso tipo.

Gran parte de este análisis se basa en una investigación de archivo que es, tal vez, lo más relevante del libro. Para delinear la historia de los años setenta y ochenta se echa mano, además, de entrevistas a hombres y mujeres que, como el propio autor, trabajaron en el hospital. Esta restitución a través de la historia oral, en la que se supone que la reunión del método histórico y antropológico-social permitiría alumbrar facetas sociales y subjetivas especialmente relevantes de la historia, resulta sin embargo muy problemática. Porque en lugar de un análisis el autor, amparándose en la misión de "dar la voz a los propios actores", se limita a mezclar declaraciones en composiciones que pretenden ser testimonios vivos. Ahora bien, la única forma de restablecer no ya la "voz testimonial" sino los puntos de vista de los sujetos sería contemplar a éstos como agentes sociales, y objetivar sociológicamente los lugares en los que se ubican cuando hablan, así como los modos en que sus palabras se relacionan sistemáticamente con las de otros agentes y sujetos sociales. Sin interés por los procesos de producción de los discursos, y por las relaciones complejas entre pasado y presente (especialmente importantes aquí), la investigación pierde su carácter de tal, para convertirse en un ejercicio de reconocimiento complaciente o autocomplaciente.

Este "respeto" por las voces y esta resistencia a la objetivación socio-histórica, se agudiza en todo lo que de auto-etnografía, confesión o ajuste de cuentas consigo mismo, tiene este libro. J. M. Comelles se convoca aquí, desdoblándose en un avatar pasado, situado en su antiguo trabajo como psiquiatra en el hospital que él mismo estudia, y un avatar posterior, como antropólogo que pide cuentas, y parece vivir de pedir cuentas, al primero. Uno frente a otro, conformando un diálogo especular pactado, sin tercero que resuelva ni plantee siquiera problemática alguna, sin voluntad de constituirse en objeto de análisis, no pueden sino representar un engreído ejercicio que tan sólo manifiesta la conciencia impúdica y bastante fatua que el autor tiene de ser un (o más de un) personaje.

Preocupante es que todo ello se lleve a cabo con el pretexto, además, de una convergencia de etnografía y literatura. Ocurre en los últimos tiempos que muchos antropólogos sociales ensayan este acercamiento en formas muy poco hábiles. Sin duda, el lugar que la Antropología Social, la Sociología y la Historia ocupan en el panorama de los saberes, exige una reflexión sobre el vínculo de estas disciplinas con la literatura, y sobre lo que de ésta pueden aprender aquéllas. Pero esta aproximación la realizan autores como Comelles sin un planteamiento meditado sobre qué sea la literatura; o dando por supuesto, de modo más o menos vago, que la "creación" es lo relevante aquí del ejercicio literario, y que la diferencia capital entre literatura y etnografía radica tan sólo en la libertad con que cada una puede ejercer esa creatividad. Quizás por no plantear seriamente lo que de modo de conocimiento hay en la literatura, y lo que como tal aporta a las disciplinas del "razonamiento sociológico", las referencias literarias de Comelles en este libro son tan escasas y, sobre todo, tan poco útiles. Quizás también por ello la escritura que ofrece Comelles nada nos revela de lo que una indagación literaria podría alumbrar en esta historia institucional, social y subjetiva; y se conforma con desplegarse como una retórica engañosa, bastante petulante. Todo esto sobra probablemente en un libro que, sin tales devaneos confesionales y con algo más de profundidad y oficio sociológico, podría haber llegado a ser una correctísima incursión de etnografía histórica, y literaria si se quiere, en la historia del "negocio de la locura" en Barcelona.

Álvaro Pazos Garciandía
Universidad Autónoma de Madrid