Ciencia y Cultura


CONSIDERACIONES SOBRE LA EVOLUCIÓN

 

Enigmas en la evolución: del hombre animal al hombre racional. Gonzalo Sanz, Luis Mª.  Editorial Biblioteca Nueva. Madrid, 2007. 176 páginas.



 
 

El libro está estructurado en tres partes y en total tiene 10 capítulos. Una primera parte se dedica a cuestiones introductorias sobre métodos, técnicas y definiciones sobre paleontología. La segunda parte, con dos capítulos y 39 páginas, realiza una breve descripción sobre lo que conocemos acercar de los fósiles de homínidos y la evolución del hombre. En la tercera y última parte, estructurada en cinco capítulos, entra a expresar realmente su pensamiento sobre los enigmas de la evolución del hombre con algunas ideas originales.

Como el profesor Gonzalo es catedrático de Anatomía Humana, y su investigación ha sido orientada hacia el estudio del cerebro humano y sus conexiones neuronales, sus opiniones y consideraciones sobre estos extremos acerca de la anatomía de los fósiles de homínidos y el desarrollo cerebral son acertadas y sugerentes. Pienso que deben ser tenidas en cuenta a la hora de interpretar los fósiles de homínidos que se van descubriendo. Además ayuda a una lectura crítica de las obras de divulgación sobre evolución humana que presentan como probadas algunas hipótesis que, con el paso de unos pocos años, son desechadas ante nuevos descubrimientos.

Del mismo modo plantea con claridad el verdadero problema en lo que se refiere a la interpretación de los fenómenos evolutivos según sean estudiados por un científico materialista o un creyente. Para este último hay una perfecta compatibilidad entre creación y evolución, salvando la espiritualidad del hombre que solo puede tener su origen en Dios.

Son de especial interés los capítulos referentes al "Enigma del lenguaje" y "El cerebro no piensa". En ellos pone de manifiesto dos características esenciales y únicas del hombre, y explica con claridad la complejidad de su estudio. Aunque se puede no estar de acuerdo en alguna de sus afirmaciones, queda claro que no se puede decir por la morfología de las partes que fosilizan -fundamentalmente los huesos o sus fragmentos - si un determinado tipo de fósil hablaba o tenía un discurso racional.

El libro adolece de la consideración de algunos conceptos fundamentales en el mundo biológico. Uno de ellos es el concepto de especie, que ya queda difuminado en la introducción cuando supone que los pinzones de Darwin son subespecies (hay una errata: peces por pinzones). El concepto de especie es algo bien establecido en biología, y los que nos dedicamos al estudio de la biodiversidad, sabemos que en la mayoría de las ocasiones utilizamos un concepto morfológico de especie, distinto del biológico, viabilidad de la descendencia, debido a la imposibilidad de averiguar la fertilidad, pues se trabaja con animales muertos. Esto mismo ocurre en Paleontología, los fósiles a los que se les da un nombre específico, son una descripción morfológica (morfoespecie o paleosespecie).

Por todo lo anterior hay que tener en cuenta que los árboles filogenéticos que aparecen en este libro, en los capítulos dedicados a las descripciones de los homínidos fósiles, consideran a las especies morfológicas y no a las especies biológicas, pues nada se sabe sobre la posibilidad de fertilidad entre ellas. Otra cosa es considerar que sólo el Homo sapiens (40000 años de existencia) es el verdadero hombre, es decir nosotros. Una crítica a esta afirmación sería muy larga de exponer, baste decir que entre los paleoantropólogos de todas las tendencias, el tema es muy discutido y de ninguna manera resuelto, como lo intenta el autor. Las razones que aduce para decantarse sobre esa elección, en mi opinión, no están suficientemente fundadas, aunque son aceptadas por algunos.

Por otra parte es extraña a nuestro lenguaje la palabra "Ape", término inglés, que utiliza habitualmente en lugar del de antropoide.

El término evolucionista, en algunas ocasiones, es dado como sinónimo de materialista, cuando en absoluto significa lo mismo.

El libro puede ser muy útil para abrir la mente a una interpretación algo diferente a la de un simple estudio material de los fósiles de homínidos y su sucesión, que crea árboles filogenéticos que siempre son provisionales.

Rafael Jordana
Universidad de Navarra